lunes, 31 de marzo de 2008

domingo, 30 de marzo de 2008

Móvil


En tiempos de la Grecia clásica los seguidores de Zenón de Elea sostenían la idea de que el mundo sensible es ilusorio y está en oposición al mundo “real”, que es permanente e inmutable. Ambos mundos estaban separados por esa pequeña pero insalvable distancia que le faltaba a Aquiles para alcanzar a la tortuga. En los actuales tiempos postmodernos, tiempos de lo ecléctico y de la aceptación de lo contradictorio, hemos resuelto las paradojas de los clásicos hasta el punto de que ahora lo único permanente e inmóvil es el móvil, el único ser fijo al que nos agarramos mientras todo a nuestro alrededor sufre serias interferencias. Lo que más nos importa ya no está en el interior sino en la indispensable cobertura. Y la tortuga se ha tirado a la cuneta.

viernes, 28 de marzo de 2008

Tierra de nadie


Me dicen que últimamente salen en mis fotos muchas escaleras. Uno vive creyendo que solo la casualidad y el capricho inocente de las propias preferencias rigen la selección de las imágenes. Pero entonces llega alguien y de buenas a primeras te descubre una pauta, que viene a ser como pillarle en falso testimonio al periodista objetivo y veraz del telediario de las nueve. Quisiera decir algo en mi defensa antes de acabar pidiendo cita al psicoanalista y convertirme en carne de diván. Y es que hay alguien que me pone escaleras delante de los pies cada cuatro pasos. Hasta creo que hay alcaldes y arquitectos que se inventan desniveles solo por el gusto de salvarlos mediante escalinatas de mármol o escaleras mecánicas, aunque pensándolo bien creo que todas son mecánicas porque yo ni siquiera estando sobrio he visto nunca una escalera que se estuviera quieta, su esencia es el puro tránsito, nadie se detiene mucho tiempo en mitad de unas escaleras, como los pasillos y pasadizos comunican planos diferentes y pese a sus ángulos rectos son siempre interrogantes (¿subes o bajas?), son tierra de nadie, campo abonado para los traspiés y para la fotografía de lo fugaz. Una pauta oculta es como una onda submarina. Se podría describir mediante una fórmula matemática e incluso anticipar su desarrollo, pero aún así la ola acabará llegando a tierra y, si tiene la profundidad suficiente, arrancará de cuajo las oxidadas barandillas.

jueves, 27 de marzo de 2008

Aquí nos vemos


No, el título de la foto no es una cita macabra ni un mal augurio ni una amenaza de taberna. Ni siquiera una sentencia existencial, aunque podría serlo. Pero no. Es el título de un libro que John Berger publicó hace un par de años y que yo he leído hace un par de días. De entrada, uno echa un vistazo al índice y no cabe duda alguna de que se trata de un libro de viajes: Lisboa, Ginebra, Cracovia, Islintong, Le Pont d’Arc, Madrid…Sin embargo, a medida que avanzamos en su lectura, van desapareciendo todas las referencias a géneros literarios. Autobiografía, memorias, testamento, son etiquetas insuficientes. Y solo al final comprendemos que efectivamente se trataba de un libro de viajes. Un viaje a la ternura, otro a la perplejidad, otro al aprendizaje, otro a la memoria, viajes a las vidas de otros que se fundieron con la nuestra: breves estancias en las ciudades del alma, acompañados de los muertos que no regresan del pasado sino de ese otro lugar en el que permanecían escondidos. La madre, el amigo, el maestro, aquella novia, Borges, los antepasados prehistóricos o el propio Berger que parece anticiparse a sí mismo en la memoria de los que tal vez le sobreviviremos. Son los muertos que nos dan la vida sin pedir nada a cambio. Berger nos habla con la franqueza de quien ha perdido toda prisa y sus palabras a veces parecen escritas con el lenguaje de la tribu de los hopi, esos indios de Norteamérica que carecen de tiempos verbales, y para quienes todo lo sucedido en el pasado está sucediendo ahora, tras haber recorrido la distancia de las generaciones. Por eso, cuando Berger se pregunta dónde están los artistas que pintaron los ciervos de la cueva de Chauvet, se contesta: “aquí, llegados de otra parte”.

Creo que ahora ya puedo descifrar el misterio de la escalera sobre la tapia del cementerio.

miércoles, 26 de marzo de 2008

Chiste en verde


¿Quién dijo que la lluvia es meláncolica?

martes, 25 de marzo de 2008

Figurativa


Yo veo lo que él no ve y el ve lo que yo no veo. La fusión de nuestras parciales visiones solo daría lugar a un deseo doblemente insatisfecho.

lunes, 24 de marzo de 2008

Felicidad

Aviso importante. Esta vez no le busquéis sentido al título. Es sencillamene el nombre de la protagonista. Aunque es cierto que el rostro de ésta, como el de aquella, es móvil y de contornos más bien difusos.

domingo, 23 de marzo de 2008

sábado, 22 de marzo de 2008

Reconstrucción de los hechos

El cumpleaños de uno mismo es una rara celebración en la que se rememora un acontecimiento del que no se tiene el más mínimo recuerdo. Puedo imaginar, pero tan solo imaginar, a mi madre primeriza en el hospital desbordado de una ciudad de aluvión como Avilés, en un paritorio irregularmente alicatado, donde una comadrona instruida durante el III Reich imparte las órdenes necesarias, dado que un médico es un lujo al que solo se tiene acceso en el caso de que sea preciso tener acceso mediante anestesia y bisturí. Pese al mal trago, mi madre aún recuerda con ternura lo feo que yo era, puro hueso y cabeza de pepino.
Ese mismo día, mientras daba las primeras boqueadas, en una universidad de las afueras de París ocho estudiantes irrumpen en el despacho del rector y toman algunas dependencias. Fue el nacimiento de lo que se llamaría el “Movimiento del 22 de marzo”, y que desembocaría dos meses más tarde en una serie de huelgas y escaramuzas callejeras de las que aquí, una villa de provincias, no se supo apenas nada hasta muchos años más tarde. El nacimiento es siempre una irrupción, una ruptura. Antes de nada está la esfera de la no existencia, inmóvil, cerrada, perfecta y autosuficiente. Sin razón aparente se rompe el cascarón y todo empieza a pervertirse, casi siempre demasiado rápido. El nacimiento es también una negación, se niega todo lo precedente, que es unívoco y monolítico. Pero tras la negación primera llega la necesidad de afirmarse, y las afirmaciones, que son tan variadas y variables como la realidad misma, terminan por contradecirse. La revuelta de mayo del 68 se pervirtió también en tiempo record. Pero al menos de aquella perversión quedó, por lo visto, el recuerdo del goce, y tal vez sea eso, gozar mientras nos pervertimos, la única afirmación necesaria. Bueno, esto y , a partir de cierta edad, reconstruir el cascarón, desde fuera, con la precisión miope del maquetista, hasta que un día descubrimos que, a estas alturas de la gastronomía, del huevo original apenas queda sino una leve insinuación en la tortilla deconstruida de Adrià.

viernes, 21 de marzo de 2008

Procesión interna

No soy yo muy semanasantero que digamos. Esto de la pasión de muchos por la pasión de uno solo, no acabamos de entenderlo del todo los que vivimos aquí arriba, en la Cornisa, cerca del borde. Son fechas que todavía nos pillan un poco a contrapelo, más preocupados por los temporales que por las procesiones, que aquí tienen casi siempre un aire de desfile de la derrota, por mucho que la política turística se empeñe en lo contrario. Yo personalmente asocio la idea de procesión a gente que se desplaza con la cabeza cubierta y los pies descalzos, lo que suele hacer volar la imaginación acerca de las ocultas identidades y termina por robarle el protagonismo al que viaja encima, como en aquel inolvidable pasaje de “La Regenta”.
La verdad es que todas la religiones se apropian de los ritos y celebraciones preexistentes para afirmarse entre la población que las acoge (de mejor o peor gana). Pero a la larga la sacralización, nunca completa, del rito pagano termina revirtiendo y la resurrección acaba por ser sinónimo de renacimiento, esa acertada advocación de la primavera. En cualquier caso siempre se dice aquello de que la procesión va por dentro. Y cada cual busca su trance particular para evitar que el mundo se detenga.

miércoles, 19 de marzo de 2008

Día del padre



No es porque sea mi hijo, eh, pero este niño se sale.

martes, 18 de marzo de 2008

lunes, 17 de marzo de 2008

Viéndola pasar

Yo sí creo en las teorías conspirativas. Sin ir más lejos unos cuantos de mis pocos amigos se han puesto de acuerdo para cumplir los cuarenta en el intervalo de unos pocos meses. No acabo de descubrir la verdadera intención que se esconde tras este contubernio, pero sé que al final, como siempre, acabaré dejándome arrastrar. En cualquier caso, lo mejor de la cuarentena es la tan cacareada crisis. Al fin puedo reconocer públicamente la crisis en la que llevo inmerso desde la adolescencia sin que me miren como a un bicho raro ni me den palmaditas en la espalda, que ya no tiene uno la espalda para palmaditas, además. Ahora ya lo puedo decir con la barbilla bien alta porque mi crisis tiene un nombre, un reconocimiento social, es la crisis de los cuarenta, tan sonora, y tan común como una gripe. Durante un breve pero intenso espacio de tiempo puedo decir lo que quiera y cuantas veces quiera, ser un pelmazo al fin y sin embargo recibir indulgencia plenaria gracias a la crisis de los cuarenta.
Decir por ejemplo que la crisis de los cuarenta no consiste en asumir la necesidad de anotar las cosas para recordarlas, sino en asumir la necesidad de recordar.
Decir que la crisis de los cuarenta no es fruto de haber llegado a la conclusión de que detrás de cada problema no resuelto hay alguien que obtiene un beneficio, sino de haber comprobado que en ocasiones ni siquiera queda ese consuelo.
Decir que la crisis de los cuarenta consiste en vivir con naturalidad la contradicción de defender que la juventud no es lo más importante y seguir considerándose joven todavía.
Decir que la crisis de los cuarenta no es fruto de haber visto ya nuestro lado más oscuro, sino de haber presentido que no lo hemos visto todavía.
Decir, en fin, que la crisis de los cuarenta no consiste en haber dejado de leer novelas como si fueran reflejo de la vida, sino en ver en cualquier biografía la mejor de las novelas.

En cuanto a qué tiene que ver la foto de hoy con lo escrito bajo ella, solo puedo decir que todavía no tengo todas las respuestas. Pero estoy en ello.

domingo, 16 de marzo de 2008

Muy soleada y con excelentes vistas

La vieja casa de la familia de mi mujer lleva ya algunos años en venta. Le han salido varios novios pero ninguno ha sido capaz de dar el sí definitivo. El tiempo pasa y no sé si ella ha logrado acostumbrarse a su actual estado de provisionalidad. Los cristales de las ventanas parecen romperse por iniciativa propia, las persianas se descoyuntan y cada vez hay menos telarañas. El sol rebota por las paredes y se vuelve por donde había entrado. Temo que los fantasmas dejen también de visitarla y entonces ya será del todo inhabitable.

viernes, 14 de marzo de 2008

Nada por aquí, nada por allá.

Hoy los teletipos están que echan chispas.
Un sacerdote polaco ha obtenido un premio de algo más de 2 millones de euros por probar la existencia de Dios mediante las matemáticas. Creo que en esta noticia hay un error de trascripción, sin duda motivado por la premura del medio periodístico. En realidad debería decir lo siguiente: un sacerdote polaco prueba la existencia de Dios al obtener un premio de 2 millones de euros mediante las matemáticas.
Otra. Un alcalde francés prohíbe a los vecinos que se mueran por falta de espacio en el cementerio. Afirma el alcalde que por el momento la norma está siendo objeto de un cumplimiento ejemplar por parte de todos. Lo que no parece haber previsto el señor alcalde es que a veces la solución de un problema puede ocasionar un problema mayor. Parece claro que en poco tiempo la escasez de suelo empezará a notarse del lado de los vivos, y a buen seguro que una medida de sentido inverso a la adoptada no tendría tan buena acogida. Véase si no lo ocurrido en Nueva York, ese pueblo donde un día la gente decidió dejar de morirse (o vivir como si la muerte no existiera, que para el caso es lo mismo) y ahora Cameron Díaz ha tenido que pagar 2 millones de euros por un apartamento de dos habitaciones en Manhattan. Aunque es verdad que si hubiera creído en Dios con matemática fe polaca el piso podía haberle salido gratis.

jueves, 13 de marzo de 2008

Anónimo

Para ese anónimo al que conozco desde hace tanto tiempo.

miércoles, 12 de marzo de 2008

La trama

Dividir, seccionar, aislar. La realidad al completo es sencillamente demasiado compleja. Tomada así, a la brava, carece de sentido por tantos sentidos como tiene. Si queremos trasladarla a un mapa que nos quepa en el bolsillo, lo mejor es cuadricularla y luego añadirle un par de coordenadas. Ahora todo será mucho más fácil, tanto si se trata de encontrar una calle como si hay que hundirle el barco al enemigo. La parcela proporciona con sus cuatro paredes las escasas referencias necesarias para orientarse. Con menos información podemos predecir mejor a corto plazo. Así también al fotografiar lanzamos una malla a las aguas turbulentas, para elegir después una porción del troquelado resultante. De ello obtenemos una visión parcial, pero cercana. Como miopes sin lentes nos acercamos y nos acercamos hasta que algo antes informe y amenazador cobra poco a poco contornos y significado y entonces agarramos con fuerza lo que ha resultado ser una alambrada que al tiempo que nos protege nos atrapa.
La medida del lado de la casilla es la humana medida de las cosas. Puede ser la familia, el barrio, la ciudad o la soledad ilimitada del esquizofrénico. Puede ser el día, la semana, el ejercicio contable o el instante permanente del condenado a muerte. Pero mientras atendemos al orden de nuestro habitáculo, fuera trabaja sin descanso el orden de lo desconocido al que llamamos azar. Y como un movimiento que se transmite por contacto alcanza más temprano que tarde nuestras frágiles paredes. Retrocedemos entonces, buscamos de nuevo la vista panorámica y tratamos de reordenar una vez más todas las piezas, pero no existe un vacío adyacente que nos permita moverlas. Todo es completo e incomprensible. Pronto regresamos al rincón, como el perro damos tres o cuatro vueltas hasta acomodarnos de nuevo, hacemos más y más fotografías que enmoquetan nuestro suelo y aprovechamos esas grietas que últimamente han aparecido en los tabiques para echar un ojo al de al lado y darnos cuenta de que él también nos mira con cara de despiste. Hasta que con un gesto de la mano nos retiene porque se le ha terminado la sal en la cocina.

martes, 11 de marzo de 2008

Saludo sin hache


Pequeño fragmento del mensaje enviado desde las vecinas latitudes del Mar del Norte, ascendiendo por la rampa de la ribera de Luanco.
La foto que saca el caballero es bastante mejor que la mía, pero ya se sabe: el que quiera peces, que se moje el...objetivo.

domingo, 9 de marzo de 2008

Indefinición

Con borrones, con erratas, con todas las contradicciones propias del que habla un idioma sin gramática establecida, tratamos de escribir un diario que recoja nuestra humilde verdad pactada y las mentiras que piadosamente nos hemos concedido.

viernes, 7 de marzo de 2008

Rueda

Una versión de la de ayer, pero con más jugo.
El hecho de que el hombre tardara tanto en inventar la rueda viviendo en un mundo repleto de esferas demuestra que somos esencialmente ciegos para lo evidente. Pero también enseña que en cualquier momento podemos resolver lo irresoluble. Hoy más que nunca.

jueves, 6 de marzo de 2008

Vacío


Una rueda es casi completamente un espacio vacío. Aun así nos desplazamos sobre ella con una confianza admirable. Si bien es cierto que el espacio a través del cual se desplaza la rueda es también un espacio casi vacío, a menos que nos encontremos en un atasco, pero incluso en este caso la rueda buscará el vacío y negociándo con él, rodará. Nada de esto tiene mérito puesto que los átomos de los que todo se compone no son más que un minúsculo núcleo rodeado de un enorme vacío en el que un grupo de electrones están y no están al mismo tiempo. En un sentido estricto y nada figurado, como dice Peter Atkins en "El dedo de Galileo": "usted es vacío, piensa con un cerebro cuasi vacío, se viste de vacío, come vacío, se sienta en el vacío y el vacío lo sostiene".

miércoles, 5 de marzo de 2008

martes, 4 de marzo de 2008

Contemplativa dinámica


Al mar dinámico respondemos con la quietud de la contemplación: su perpetuo movimiento, su ritmo constante, tienen algo del péndulo del hipnotizador. En lo idéntico tratamos de sorprender la diferencia que nos revele el sentido, la fórmula del orden que el caos encierra.

lunes, 3 de marzo de 2008

Rojo y negro







Si hay un coche que siempre me ha resultado simpático ese es el Citroën 2CV. De pequeño me recordaba a un auto de dibujos animados que suponía conducido por un simpático abuelete con boina. También me recordaba, no sé porqué, a una huevera. Ahora de mayor, conforme he ido perdiendo el don de la imaginación, veo tan solo la generosidad de sus formas: por detrás la falda recta, exuberantes pechos en los guardabarros delanteros, muslos de vértigo, todo con un porte festivo, con la risa mediterránea y la burla a flor de chapa. Vamos, la Sofía Loren de la automoción, aunque francesa. Por eso, al verla allí, apostada en la acera, vestida toda de rojo y tan cerca de mi casa ¿cómo negarme a la posibilidad siquiera de un acercamiento? Total, que aprovechando la impunidad de la tarde de domingo, me subí las solapas y crucé mirando por encima del hombro las ventanas, siempre indiscretas. Saqué la cámara como si fuera artículo de contrabando y esperé a disparar improvisando, siguiendo el instinto. Había que ser rápido y directo. La mala suerte es aliada del cobarde y el dueño podía aparecer tras cualquier esquina. La verdad es que el propietario de una máquina semejante tenía que ser un tipo simpático, buena gente y gran bebedor de güisqui Dyc. Pero también es cierto que los celos son una afección que inhibe en gran medida la capacidad para hacer nuevos amigos. Así que, venga, un par de ángulos forzados, picado y contrapicado, zoom adelante y atrás, hasta que de pronto se presenta, como no, un simpático abuelete con boina. Y va y me pregunta, quién sabe con que aviesas y segundas intenciones: “qué, ¿haciendo fotos al coche?” Yo empiezo a farfullar algo sobre que si ya no se ven coches como estos, que si no hace tanto que dejó de fabricarse este modelo y otras gilipolleces por el estilo. Hasta que finalmente el viejo, sin decir palabra, sigue su camino, convencido supongo de que ni soy poli ni terrorista, sino un chalado inofensivo. Pues nada, un par de barridos más en plan magreo visual y a enfundar. Pero no. Porque surge entonces, como salida de un seto o de una papelera, la negra y elástica silueta. Me mira fijo el felino y suspende una pata delantera. También este gato negro parece llegado del barrio de la memoria donde su significado era más oscuro y cuya silueta se encendía a media tarde en un luminoso en rojo sobre lo que sería una casa de citas si no fuera un puticlub. Rojo y negro siempre han ido de la mano hasta en la literatura. El caso es que el gato se decide y se oculta bajo los pliegues de la carrocería. Yo sigo haciendo alguna foto como si no esperara su salida porque sé que esa es la única forma de que salga. Y asoma al fin su cabeza a la que sigue, rencoroso, el resto de su cuerpo. Tal vez esa era la foto inesperada que venía a buscar sin yo saberlo, la que retrata lugares ocultos del pasado que aguardan a que apenas dejemos de mirarlo. Me fui de allí con una leve taquicardia. La cita no había sido precisamente un éxito. He de madurar. Marcar mejor mis objetivos. Adelantarme a los acontecimientos. Si no, seguiré haciendo fotos casuales y otro se irá con la de rojo.



domingo, 2 de marzo de 2008

sábado, 1 de marzo de 2008

2+1

En los primeros tiempos del primitivo concurso “1,2,3” existían, como no, tres puertas. Los concursantes tenían que elegir una de ellas sin más pistas que las enigmáticas palabras de un oráculo que lo decía todo y nada al mismo tiempo. La decisión a tomar no era ninguna tontería. Una de las puertas conducía directamente al cielo, a bordo de un flamante, pongamos por caso, SEAT 131 Supermirafiori. Otra llevaba sin previo aviso al peor de los infiernos: el del ridículo para toda la eternidad, cargando, pongamos por caso, con cientos de latas de mejillones en escabeche. Y la otra era el acceso al limbo de lo que pudo ser y no fue pero al menos que me quiten lo bailao, bajo la forma de, pongamos por caso, una modesta cantidad de dinerito, que menos da una piedra, oye. Vamos, que era todo como la vida misma. Uno elige, con fe o sin ella, pero siempre fiándose. Y después que sea lo que dios quiera. El caso es que siempre hay una vía intermedia que es la que proporciona un poco de equilibrio. Ya se sabe, con tres patas ya se hace una tayuela en la que sentarse a descansar. Por eso nos gustan tanto las trinidades, las tríadas, las trilogías y los tríos. Eso, hasta que llegó el papa Ratzinger y nos quitó también el limbo. Si es que este señor no tiene perdón de Dios.

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