lunes, 3 de marzo de 2008

Rojo y negro







Si hay un coche que siempre me ha resultado simpático ese es el Citroën 2CV. De pequeño me recordaba a un auto de dibujos animados que suponía conducido por un simpático abuelete con boina. También me recordaba, no sé porqué, a una huevera. Ahora de mayor, conforme he ido perdiendo el don de la imaginación, veo tan solo la generosidad de sus formas: por detrás la falda recta, exuberantes pechos en los guardabarros delanteros, muslos de vértigo, todo con un porte festivo, con la risa mediterránea y la burla a flor de chapa. Vamos, la Sofía Loren de la automoción, aunque francesa. Por eso, al verla allí, apostada en la acera, vestida toda de rojo y tan cerca de mi casa ¿cómo negarme a la posibilidad siquiera de un acercamiento? Total, que aprovechando la impunidad de la tarde de domingo, me subí las solapas y crucé mirando por encima del hombro las ventanas, siempre indiscretas. Saqué la cámara como si fuera artículo de contrabando y esperé a disparar improvisando, siguiendo el instinto. Había que ser rápido y directo. La mala suerte es aliada del cobarde y el dueño podía aparecer tras cualquier esquina. La verdad es que el propietario de una máquina semejante tenía que ser un tipo simpático, buena gente y gran bebedor de güisqui Dyc. Pero también es cierto que los celos son una afección que inhibe en gran medida la capacidad para hacer nuevos amigos. Así que, venga, un par de ángulos forzados, picado y contrapicado, zoom adelante y atrás, hasta que de pronto se presenta, como no, un simpático abuelete con boina. Y va y me pregunta, quién sabe con que aviesas y segundas intenciones: “qué, ¿haciendo fotos al coche?” Yo empiezo a farfullar algo sobre que si ya no se ven coches como estos, que si no hace tanto que dejó de fabricarse este modelo y otras gilipolleces por el estilo. Hasta que finalmente el viejo, sin decir palabra, sigue su camino, convencido supongo de que ni soy poli ni terrorista, sino un chalado inofensivo. Pues nada, un par de barridos más en plan magreo visual y a enfundar. Pero no. Porque surge entonces, como salida de un seto o de una papelera, la negra y elástica silueta. Me mira fijo el felino y suspende una pata delantera. También este gato negro parece llegado del barrio de la memoria donde su significado era más oscuro y cuya silueta se encendía a media tarde en un luminoso en rojo sobre lo que sería una casa de citas si no fuera un puticlub. Rojo y negro siempre han ido de la mano hasta en la literatura. El caso es que el gato se decide y se oculta bajo los pliegues de la carrocería. Yo sigo haciendo alguna foto como si no esperara su salida porque sé que esa es la única forma de que salga. Y asoma al fin su cabeza a la que sigue, rencoroso, el resto de su cuerpo. Tal vez esa era la foto inesperada que venía a buscar sin yo saberlo, la que retrata lugares ocultos del pasado que aguardan a que apenas dejemos de mirarlo. Me fui de allí con una leve taquicardia. La cita no había sido precisamente un éxito. He de madurar. Marcar mejor mis objetivos. Adelantarme a los acontecimientos. Si no, seguiré haciendo fotos casuales y otro se irá con la de rojo.



6 comentarios:

  1. Magnífico relato.
    Nada que añadir a tanta excelencia.

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  2. Me siento identificadisima en tu relato. Me falta descaro cuando salgo con mi camara... y ultimamente he acumulado muchas taquicardias y frustraciones como la tuya... Ya sabes: Mal de muchos... epidemia! Pero si perseveramos, llegaremos. Estoy segura. Te llevaras a la de rojo y hare fotos que me hagan sentir contenta! Me encanta tu serie y relatos de hoy!

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  3. Chulisimas fotos, con la primera no sabía bien lo q era y llegué a pensar en un coche de carreras, fíjate tu......, y con el gato negro genial.
    Saludos

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  4. Como disparador compulsivo, más bien digamos que mi dedo índice derecho está conectado directamente a mi instinto, incapaz de planificar mis pasos cuando la cámara está encendida y, por encima de lo dicho hasta aquí, como uno de los máximos expertos en ver cómo la de rojo se ríe mucho contigo pero se va con aquel petardo de ahí, a lo dicho por tí digo 'AMEN'.
    Pero también pediré una plegaria por los que todo lo planifican hasta el mínimo detalle, porque su corazón apenas varía el ritmo ante lo que tiene delante del trípode y, seguramente, no ve lo que le rodea.

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  5. Por cierto, se me olvidaba, si a tus espaldas te decía 'mi gurú' te confesaré que 'dalai lama' se acerca más a lo que pueda decir de tí ahora.
    Ejem...
    Y decirte que la última de la serie será adorada convenientemente en mi altar-colección.

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  6. Excelente serie de fotos. Excelente texto.
    Y, sobre todo, excelente título.

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