lunes, 21 de abril de 2008

Una peseta


Cuenta J.J.Millás en su última novela “El mundo”, que uno de los primeros recuerdos que conserva es el de un sueño en el que al hacer un hoyo en la arena encuentra una peseta. Se lo cuenta a su madre y, ya en la playa, ésta le invita a hacer un hoyo en la arena para ver si encuentra la peseta del sueño. Y, como no, al poco de escarbar aparece la moneda. A veces las madres hacen uso de este tipo de poderes.
Ayer Nicolás leía un libro en el que una niña pierde una moneda de la colección de su padre, 50 céntimos del año 49, las del agujerito en el centro. Recordé entonces que conservo una de esas monedas en algún lugar, junta a una “rubia” de Franco y algunas conmemorativas del Mundial 82. Empiezo a revolver cajones y trasteros pero el tesoro se resiste. Por más que pienso no logro recuperar la combinación de la memoria. La niña, ayudada por su amigo Nino Puzle, el protagonista de la serie, encuentra finalmente su moneda: preguntando, preguntando dieron con un hombre que recogía las monedas que pierden los niños por los agujeros de sus abrigos. En un momento en que mi atención es requerida por alguna tarea cotidiana, se me ocurre de repente la posibilidad del rincón esquinero del armario empotrado del dormitorio. Meto a ciegas la mano, escarbo en la arena de los jerséis viejos y noto el tacto plástico de la bolsa que contiene mi modesta colección.
Millás vio como su sueño se materializó. Yo quiero materializar una ficción. Como un prestidigitador de carromato, hago surgir la moneda de mi mano ante los ojos de Nicolás. Al principio no comprende. Ni siquiera cree que una moneda agujereada pueda ser una moneda de verdad. Para él mi moneda no es más real sino menos que la imaginada. Le doy mis cincuenta céntimos y le digo que los compare con los que muestra la ilustración del libro. Cada una es como el pensamiento de la otra. Aunque ninguna de las dos monedas es ya de curso legal entre las dos siguen sumando una peseta, mitad ficción, mitad recuerdo, con la que comprar un trocito de pasado a precio de saldo, una peseta de pasado, tal vez aquel dado de levadura en la panadería de la esquina, con su adictiva fragancia que yo aspiraba una vez y otra, furtivamente, con la oscura intuición del placer de lo prohibido, una peseta de levadura envuelta en aquel papel traslúcido de la panadería, que servía para calcar los dibujos del colegio, para reproducir el mundo pintado de los cuentos, la levadura y su misterioso poder fermentador de sueños y empanadas destinadas a ser alimento de interminables viajes por carreteras sin arcenes…
Millás hizo de un sueño materializado una ficción. Creo que en sentido inverso el proceso también funciona.

9 comentarios:

  1. Aquí tienes el pie para un relato que junte lo real con lo imaginado, seguiremos esperando.

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  2. Sólo con 50 cms. soñados y 50 encontrados en el fondo de un armario se puede pagar un texto soñado que lo tenga todo. Como éste.

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  3. Una pregunta, que moneda le gusto mas, ¿la real o la imaginaria?.

    Saludos a Nicolas.

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  4. Que gracia! me encantan la foto y su titulo y por supuesto el relato. Yo tambien tengo unas cuantas de esas monedas... y algunas otras... por si algun dia tengo la oportunidad de ensegnarselas a algun Nicolas. Y me pasara como a ti, tendre que buscar y rebuscar...

    Un saludo!

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  5. Las monedas son fabricantes de sueños, y fijate que causalidad que ayer yo le di a mi hijo una moneda de de 50 centimos de 1872 y que guardo como un tesoro.

    saludos

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  6. Hola Xuan, recuerdo la moneda, jje me preguntas por el virado de la ultima entrada de fotos brujas, es una accion para photoshop, te paso el enlace para descargar la acción

    http://www.atncentral.com/Zip_Actions/UrbanAcid.zip

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  7. Original 100%. Me has hecho buscar mis 25 pesetas, moneda que adoro y con la que sueño.

    Saludos

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  8. Para responder al tío Hiarbas le diré que a Nicolás le sorprendió la real pero creo que la imaginaria perdurará más en su memoria. Todo esto suponiendo que seamos capaces de distinguir cual es una y cual es otra.
    Gracias a todos por vuestro alto interés monetario.

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  9. Los comentarios de ayer no llegaron a su destino.
    Texto magnífico con sus múltiples planos de realidad, lo que te cuentan y la magia del encuentro casual.

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