sábado, 21 de junio de 2008

El espíritu del bosque


Antes que nada el hayedo se nos presenta como el bosque accesible. Si miramos abajo, el suelo aparece limpio de cualquier maleza (excepto quizás el helecho indestructible) que pueda entorpecer la lectura de esa caligrafía gótica con la que escriben las hayas, de modo que uno enseguida acepta la invitación y se anima a caminar entre sus troncos (y a veces sobre ellos). Si miramos arriba vemos como las hayas unen sus manos sobre nuestras cabezas y dejan pasar a penas unos hilos de luz con los que mueven las marionetas de las sombras. Pero si miramos al frente, por entre el laberinto verde, nos va ganando la certeza de que algo ocurre a nuestras espaldas, algo ligeramente más rápido que el giro de nuestro cuello, y notamos también que el silencio es excesivo, como de respiración contenida. Empezamos a no saber qué pensar ni cómo hacerlo.
Acuden entonces enseguida, convocados por un “pásalo” instantáneo, duendes, elfos, gnomos, xanas y busgosus, con la cara verde y los líquenes colgándoles de las orejas puntiagudas. Si echo mano del buen criterio que me caracteriza diré que no son más que los habitantes de ese otro bosque metafórico que forman los cuentos y las leyendas que poblaron ciertos libros de la infancia y ciertas películas de una adolescencia prolongada. Pero la pregunta es ¿cómo y desde dónde llegaron a los cuentos? Y sobre todo, ¿por qué en todas las culturas estos seres intermedios, evasivos y poco de fiar existen con diferentes nombres pero idénticas cualidades?

Aunque son una caterva de tramposos, con mi pensamiento racional y unívoco puedo ponerlos en franca retirada: nuestros miedos son todos ancestrales y provienen de una misma selva en la que nos criamos. Dar a esos miedos forma, cara y nombre es una manera de empezar a negociar con ellos algún compromiso temporal de no agresión. Son por tanto un producto de nuestra imaginación práctica. Respiro con alivio. A menos que nuestra imaginación sea un producto suyo y de sus ganas de hacer que todo parezca lo que no es y sea lo que no parece. La duda persiste.


Busco entonces la prueba fehaciente. Reviso a conciencia cada una de las imágenes que mi cámara registró pues ella carece de prejuicios racionales, tiene un alma digital y no es nada sospechosa de caer en analogías vanas. Me detengo en la foto de una pluma que llamó mi atención, delicadamente dispuesta sobre la rama apretada de líquenes y musgos. La pluma con la que se vuela y se escribe. Y al fondo distingo entonces el rostro de mi imaginación. Creo que sonríe.

22 comentarios:

  1. Lo mas bonito de todo esto no es el bosque, ni sus habitantes misteriosos; lo mas bonito es que la imaginación despierta, para demostrarnos el niño que aun llevamos dentro, que ansioso busca en cualquier forma o ruido a esos seres que, aunque nos produzcan cierto temor verlos, nos harían creer que nuestros sueños dejan de ser eso, sueños, y formarían parte de nuestra realidad. Muy especial tu historia y tu imagen, me ha encantado.

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  2. Si señor, lo pillaste, que suerte.

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  3. a veces hay que volver a ser niño para ver las cosas como son

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  4. El relato me ha encantado y la foto me ha despertado una gran curiosidad. ¿Qué es?
    Por cierto, soy terrible para las fotos: hasta que no terminé el relato en la foto sólo había reconocido la pluma.

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  5. Si ,estoy seguro.Es tu sonriente imaginación convertida en habitante de ese bosque animado.Pues eso es lo que tienen los bosques,que en buena medida,son bastante animados.

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  6. Todos los bosques tienen su espíritu y esos seres que lo guardan celosamente.
    Las cámaras de fotos son un buen instrumento para descubrirlo.
    Bella foto.

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  7. Encantado sin lugar a dudas, un buen disparo xuan, me ha encatado.
    Un abrazo

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  8. Mala Rosa: si yo supiera lo que es, aparte de un fondo boscoso desenfocado, no habría largado todo este rollo.

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  9. que descanses, gracias por la foto, un buen regalo de despedia
    saludos brujos

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  10. El miedo es accesorio al instinto de supervivencia y como no hay más ser que quiera vivir que los niños, estos son los que más duendes ven en estos bosques de la 'selva' en la que nos movemos.

    Esa imagen es puro bosque, incluso ese leve grado de luz que posee lleva a introducirce contigo en la fugaz e interesante visita del hayedo.

    Saludos.

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  11. Fantástico.Me encanta todo,la foto y el texto.

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  12. Muy delicada como el espíritu que posee al bosque, le has quitado un instante para regalo de todos los que lo miramos.
    Abrazos.

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  13. Los bosques de hayas siempre han estado envueltos de ese clima mitológico poblado de miles de seres, que nadie ha visto lo cual no significa que no puedan existir...
    un saludo

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  14. que dificil y facil a la vez es hacer una buena foto.
    una simple pluma entre las hierbas, un fondo desemfocado y ahi la tenemos...enhorabuena.
    Saludos

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  15. poner atención al mundo que nos rodea nos puede revelar grandes secretos o cosas tan simples, que por nuestra misma manía de complicarnos no sabemos apreciar!

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  16. La fotografía me pareció tan hermosa... quedé fascinada con tus
    dos últimas entradas.

    Dejo mis saludos...

    Un abrazo.

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  17. Magnifica macro! Como me gusta, esta y todas las que no habia visto en estos dias que he estado de viaje! Como siempre un placer pasar por aqui!
    Un abrazo!

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  18. Um macro de luxo!

    Adorei a leveza do registo.

    Beijinhos

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  19. ¿talvez la pluma cayó del sombrero de algún duende?

    Los seres mágicos, fantásticos, horrorosos, minúsculos, misteriosos han sido creados por la imaginación de los hombres para explicar lo inexplicable, aun sin tomar consciencia de que a lo mejor justamente esos mismos seres han echado a volar esas historias para mantenerse vivos a través de los tiempos...

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  20. Creo que después de ir leyéndote voy a disfrutar mucho más los viajes que hago a tu tierra cada verano que puedo. Das forma a muchas intuiciones que había creído tener.

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