martes, 30 de diciembre de 2008

Traspaso

Aveiro - Portugal

Oportunidad única. Por jubilación forzosa se traspasa negocio dedicado a la compraventa de todo tipo de esperanzas, importadas o de producción propia. Inversión inicial mínima. Amplia cartera de clientes. Contrato anual con opción de prórroga. Ideal para espíritus emprendedores y expertos en contabilidad creativa. Interesados llamen al 666122008. Últimos días.

sábado, 27 de diciembre de 2008

Malos tiempos para el vagabundeo


Malos tiempos para el vagabundeo. Estos días parece que no hay tiempo para pasear, que el caminar mismo es una afición proscrita, que todos los itinerarios han de tener por finalidad la de encontrarse con alguien o con algo. El Nordeste gélido se alía con esta imposición del trayecto breve y eficaz. La visión periférica se encoge y lágrimas de frío enturbian nuestro horizonte. Disparo y agarro de nuevo las bolsas. Dos en cada mano. Su movimiento pendular me arrastra hacia el próximo segundo.

miércoles, 24 de diciembre de 2008

Breve parada


Pocas veces reparamos en que la mayor parte de la fuerza motriz que impulsa al tren reside en los raíles. Aparentemente fríos y rígidos, guardan sin embargo en sí toda la energía empleada en horadar los túneles que los cobijan, en nivelar pendientes, en reventar rocas y en apuntalar los taludes necesarios para construir la caja vacía por la que discurren. Un pequeño empujón y el impulso atesorado en el interior de las vías, presto a vencer la natural resistencia de los cuerpos, hará el resto. Y esa fuerza inercial solo se detendrá en el infinito, punto en el cual, como aprendimos en la escuela, se cruzan las líneas paralelas. Para paliar ese movimiento sin fin contrario a nuestras necesidades de transporte, los ingenieros ferroviarios decidieron levantar estaciones segmentando las distancias. Al detenernos en la estación y al arrancar de nuevo tras la preceptiva pausa, logramos convencernos de que es la poderosa máquina del tren y no la pura laxitud de las vías la responsable de la marcha. Además, mientras dura la pausa podemos modelar la dirección de nuestras vías como si fueran de plastilina. Después la velocidad vuelve a estirar al espacio y a encoger el tiempo sobre las traviesas. Y así hasta la próxima estación.

domingo, 21 de diciembre de 2008

El Flaco

Viseu-Portugal


Llevo todos los números. No puedo perder. Ni siquiera la compostura. La elegancia no la dan unas papeletas. No hay que olvidar que el decorado está sujeto con pinzas y lo que no, es de cartón-piedra.

jueves, 18 de diciembre de 2008

Ella o la belleza


Yo aquí y ella en el otro extremo del vagón detenido, uno mirando a babor y otro a estribor, uno a proa y otro a popa, enfrentados y simétricos, ajenos y lejanos en el tren de cercanías. Sin embargo, la luz cenicienta de esta tarde de diciembre trae su rostro, de refracción en refracción, hasta mi ventanilla. Afuera, la lluvia que cae horizontal es el azogue necesario. Si a su vez ella captara en su ventanilla mi reflejo, nuestras miradas se cruzarían, pero lo harían en un punto que queda fuera del prisma de este tren. Viajamos a bordo de una geometría excéntrica, donde nada sucede aquí ni ahora. El paisaje empieza a cambiar. La velocidad se convierte en una trama que desdibuja sus rasgos y va diluyendo con mano firme todos sus defectos: cierto exceso de nariz, labios algo adelantados... Pronto de ella solo queda la belleza, ese efecto de la mala memoria y los vidrios empañados. Pero esa belleza ya no es ella. Su esencia se perdió con sus detalles. El paisaje se detiene, es mi parada. Desaparezco sin más en el fondo del azogue.

lunes, 15 de diciembre de 2008

Doblez

Aveiro, Portugal


Sí, ya sé, en estas fechas tocan fotos de nieve, temporal y olas cataclísmicas. Pero a lo mejor por eso (y porque aquí no nieva nunca) opté por volver al calor del archivo de septiembre y buscar su fotoprotección, precisamente ahora que tanto le cuesta al día amanecer. Esta es una imagen que no encontró acomodo en mi álbum de vacaciones. Hay en ella, me parece, una inquietud, un tránsito inestable, un aquí pero allí, un hoy pero también entonces, una especie de doblez que no acaba de resolverse.

viernes, 12 de diciembre de 2008

La puerta falsa


El papel mojado y la letra casi ilegible: nadie reconoce ya la autoría de la firma.
Se resquebraja la decoración y no es necesario el decapante: la pintura adquiere la textura quebradiza de la caspa y cae sobre la acera.
La puerta abierta, pero el umbral tapiado: este parece ser el nuevo lema de la vieja sucursal. El aire no circula, sudan las manos y se espesa el flujo de las frases. A veces incluso se pierden los modales.
Rascamos un poco con las uñas, ya no tan pulcramente recortadas, y detrás del rostro de cemento encontramos el ladrillo. Era lo esperado. Llenamos entonces los pulmones y soplamos y soplamos y soplamos, cual tumulto de lobos callejeros, pero con escasa convicción. Algo nos dice que los cerditos se han fugado. Y las ruinas que dejan ni siquiera tienen el esplendor de la catástrofe.

martes, 9 de diciembre de 2008

En el acuario

Acuario de Gijón

Resulta que esta escalera mecánica únicamente se pone en marcha cuando el eventual usuario pone los pies sobre la misma. Me recuerda a un exprimidor que tengo en casa: solo empieza a girar cuando siente la presión de la media naranja sobre su cabeza. Todos conocemos esas puertas que nos anticipan y esos chorros de aire caliente que presienten nuestras manos. También están esas luces que se encienden cuando atraviesas el umbral pero que acto seguido se desentienden de nosotros y se apagan cuando les viene en gana, reprochándonos nuestra lentitud y escasa eficacia en el proceso que nos traigamos entre manos. En el Acuario también hay gran cantidad de automatismos. Por ejemplo, un par de nutrias entran y salen automáticamente de su bañera acristalada, irguiendo sus cuerpos chorreantes el mismo brevísimo intervalo cada vez, antes de volver a sumergirse con un rápido giro helicoidal. Dos peces mariposa miden una y otra vez con idéntico resultado la longitud del frontal de su pecera sin tocarla nunca, y sin tocarse. En el depósito central un tiburón toro gira en el sentido de las agujas del reloj, minuto tras minuto, llevado por la inercia de un parsimonioso tiovivo en el que rayas, rodaballos y tortugas describen elipses en torno a un sol invisible. Los visitantes también vamos engarzados en el engranaje desde el instante en que accedemos gracias a un código de barras y seguimos un itinerario sin desvíos en un flujo ordenado, ruidoso a veces, pero continuo hacia el cartel de salida que vemos con pena y con alivio. Pero ahora estoy en la cima de esa escalera mecánica pensada para descenderme y me detengo antes de adelantar mi pie derecho. Noto en el rostro una corriente cálida que asciende desde el Nivel 0, área Indopacífico. Calor de caldera, calor de entraña, dulce infierno acristalado. Dudo. Y pienso que mi duda es la única realidad que escapa a todo este automatismo, y que nada me obliga a poner en marcha la escalera. Dar un paso o no darlo. Esa es como siempre la cuestión.
Si estás leyendo esto significa que di el paso. Poco importa si fue de motu propio o empujado por una familia numerosa que se hartó de la indecisión de un tipo con la mirada extraviada. Si estás leyendo esto significa que tú también lo diste, una vez más. Tal vez lo que sucede es que tú y yo, como las nutrias, asomamos alternativamente la cabeza porque aún no hemos perdido la esperanza de vislumbrar de nuevo ese horizonte diferente que no hemos conseguido olvidar del todo.

sábado, 6 de diciembre de 2008

La velocidad del viento


Seguro que este efecto de estela se puede conseguir en photoshop con un solo golpe de ratón. Sin embargo, frente a la aspiradora electrónica, yo recomiendo encarecidamente el barrido tradicional, mucho más divertido, y que consiste en dejar que el azar calcule la proporción adecuada entre estas tres velocidades variables: la del obturador, la de la cámara misma y la del caminar de los protagonistas. Al multiplicar estos tres factores se obtiene la exacta velocidad del viento en un día de lluvia de principios de diciembre. Así como después de pasar la escoba el polvo en suspensión presta a la luz el cuerpo que ésta no tiene, de igual forma pero en sentido opuesto, este barrido presta a los cuerpos la luz que les permite extenderse más allá de los límites de su propia solidez. No es más que un juego, pero el caso es quitarnos, aunque sea de tarde en tarde, esas pegajosas telarañas.
Ahora sí, después de esta foto prometo limpiar la brocha empapada de amarillo.

miércoles, 3 de diciembre de 2008

Alter ego

Después de aquella primera pincelada amarilla que como una semilla aleteante quedó flotando sobre el viejo portón, la tarea ya no podía detenerse. Tras varias jornadas de trabajo y a la vista de la ingente superficie que quedaba por pintar, el artista elaboró un procedimiento que puede resumirse en las siguientes:

INSTRUCCIONES PARA PINTAR UNA SOMBRA QUE PINTE POR NOSOTROS:





1ª: Lo primero y más importante es dar a la sombra la necesaria densidad y perfilarla con la mayor precisión posible. No hay que escatimar tiempo ni pintura. Nuestra sombra ha de tener cuerpo y prestancia para no desvanecerse con la primera nube.












2ª: A continuación debemos instruir a la sombra en el ancestral arte de la pintura. Nada más fácil. La sombra aprende por imitación, como todo el mundo. Unas cuantas pasadas con el rodillo y parecerá que lleva toda su vida haciendo esto, lo cual, por otra parte, es cierto.






3ª: Finalmente, cuando ya la sombra haya adquirido el ritmo adecuado y tenga esa soltura automática del acto reflejo, deberemos retirar con sumo cuidado el mango del rodillo. Si se han seguido estos pasos correctamente, la sombra continuará el trabajo con total naturalidad, sin darse cuenta siquiera de que ya no la guía nuestro brazo.

Entonces, mientras la sombra sigue pintando de luz dorada el mundo, podremos nosotros pasar a un segundo plano y dedicarnos, si ese es nuestro deseo, a meditar sobre el mito de la caverna o sobre el mundo como representación o a embriagarnos por otros medios más convencionales. O tal vez, por qué no, prefiramos ir en busca de aquel pájaro amarillo cuya silueta ya nadie será capaz de distinguir.

(Advertencia: la sombra puede llegar a adquirir cierta autonomía. Algunos la pintan para que ella apriete el gatillo y no mancharse las manos de pintura, pero en este caso más que nunca es preciso sacarle los colores al que se sienta cómodamente mientras otros le hacen el trabajo sucio).

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