miércoles, 30 de septiembre de 2009

Punto de vista



Casa Pacho, Villadecabo (Allande, Asturias)

Comprender de pronto que la casa no es más que el pretexto del tejado; el hórreo, la ocasión para que asome la viga de castaño; el muro, tan solo el sostén necesario de su borde superior; y la parra, la red que transita el espacio aéreo del corral. ¡Cuánto trabajo nos damos para proveer de la topografía adecuada al más sutil de los felinos! Y eludir la conclusión de que tal vez así disfrazadas de obras propias se perpetúan algunas de nuestras mayores servidumbres.

domingo, 27 de septiembre de 2009

Allande


Capilla de San Vicente - Allande, Asturias.

Allá de donde vengo, entre las sierras de El Palo y de Carondio, el paisaje se construye cada mañana por decantación. Después, sobre los posos de la niebla precipitados en pizarra se escribe en la tarde despejada un diario sin noticias. Más tarde la noche correrá densa por todos los caminos. Y a la mañana siguiente volverá la niebla y volverá a nacer la sierra como si nunca nada hubiera sucedido.

jueves, 24 de septiembre de 2009

Multipantalla


Marisma del Courant d'Huchet - Las Landas, Francia

lunes, 21 de septiembre de 2009

Párpados como labios

Lago de Leon - Las Landas, Francia

Cierra la boca y abre los ojos –me dice antes de irse. Obediente, contengo la mirada y la respiración, sin un parpadeo que delate el miedo a besar su piel de agua. Pero la luz se enfría antes que el aire y el aire se me acaba antes que la luz. Cierro los ojos y abro la boca. Me atraganto de rabia. La tos quiebra el tiempo en mínimas fracciones. Y en cada una recojo una imagen y con cada una se desvanece una esperanza.

viernes, 18 de septiembre de 2009

En lengua extranjera




Genial en Las Landas. Muy buen tiempo. Solo último día cayó granizado. De fresa y banana. Traemos lengua llena de merci con bon jour. Sobrepeso de recuerdos: facturamos aparte siete atardeceres y una mañana de niebla. Extravío seguro. Guarda todas las postales.

martes, 1 de septiembre de 2009

Con la cabeza en otra parte


Plan C para unas vacaciones: primero se busca una piedra: sopesaremos con calma formas, colores, pesos y tamaños hasta dar con una que nos agrade, procurando, eso sí, que no sobrepase la palma de la mano. A continuación se arroja la piedra tan lejos como sea posible, preferentemente sobre matorral o descampado para evitar daños colaterales. Acto seguido nos desplazamos al área de probable impacto y buscamos de nuevo la piedra. El tiempo que empleemos en reconocer que jamás la encontraremos depende de la tenacidad y de la capacidad económica de cada cual para prolongar la búsqueda. Una vez alcanzada la inevitable conclusión, agarramos una piedra cualquiera y regresamos tranquilamente al punto de partida. Para entonces ya nada ni nadie podrá convencernos de que no era esa la misma piedra que habíamos lanzado, nuestra piedra. Finalmente, la limpiamos, la pulimos un poco y la colocamos junto al resto, en esa vitrina que nos hace las veces de altar doméstico.

(Estaré unos días buscando la mía. Si os parece bien, a la vuelta os cuento)

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