jueves, 25 de febrero de 2010

Crisol


No sé en qué momento los granos se convierten en pepitas. Ha de ser, supongo, cuando no estamos mirando, en una de esas horas secretas del invierno. Tal vez la transmutación se produce en ese instante de modorra que nos vence después de la comida, sentados en la solana del corredor, y que no sabríamos decir si duró un segundo o una tarde. O a lo mejor cuando ladra un perro y volvemos la cabeza, alertados y buscando las razones del ladrido que nadie más que el perro conoce. Yo solo sé de la alquimia que viene después: la que separa las pepitas y luego las convierte en polvo y el polvo en magma y el magma en dulces lingotes de boroña* que pesan en la mano como una herramienta tan bien equilibrada que casi da pena partirla. El primer bocado tiene siempre algo de deslumbramiento, como si de verdad fuera el primero. Ahí será lo más cerca que estaremos del momento aquel en que los granos se convirtieron en pepitas.

*boroña: pan de maíz.

lunes, 22 de febrero de 2010

Relojes

Cimadevilla, Gijón

Al pie de la Torre del Reloj se dibuja la aguja de otro reloj, más modesto tal vez pero sin duda mucho más completo: no solo marca la hora con exactitud, sino también el día, el mes y hasta el año. También parece marcar una dirección, pero es una dirección falsa pues más allá de él no existe nada. En cambio, el otro reloj desde la torre considera que su hora es por mecánica más fiable y por altura más visible, y que el otro, a ras de suelo apenas pasa de ser un mero apéndice, un péndulo pesado y retrasante. Ninguno de ellos quiere creer que a la postre los dos caerán al mismo tiempo.

jueves, 18 de febrero de 2010

Promesas








Hoy, después de mucho tiempo, ha vuelto a salir el sol. A mediodía se entretuvo sembrando los callejones de promesas. Me las creí todas. Sin avales. Sin plazos. Sin preguntas.

lunes, 15 de febrero de 2010

Topografía inestable


Curva sobre plano recto. Recta sobre plano curvo. Cada vez hay más caminos que son solo líneas pintadas. Lejos queda el tiempo en que el andar hacía el camino. Ahora los pasos borran la senda. La repetición anula el sentido. En la ciudad se invierten las leyes del bosque: los carriles desaparecen con el uso y aquellos que no se pisan se mantienen, preservados por su propia inutilidad. Lo permanente se alimenta del olvido. Un buen día la voluntad municipal decide trazar los límites en otro lugar y abandonar a su suerte los antiguos o negarlos sin más con gris oscuro. Es lo más parecido a la energía azarosa de la selva. El paseante diario termina por seguir su propio impulso. Sus pies procuran dibujar la línea de la costa, salvar la riega ahora subterránea por el lugar donde un día se alzó un puente.
Recta sobre plano curvo. Sobre la barandilla brinca un gorrión. Curva sobre plano recto. Sobre la arena una ola se extiende.

jueves, 11 de febrero de 2010

Cara norte


También el frío alienta a la vida, una vida primaria, esencial, que arropa la espalda del árbol dormido con una frazada de azafrán. De ahí brotan unas flores falsas, como de papel, que no marchita el invierno. Junto al tronco, en la umbría norte de la senda, hay un banco vacío. Sentado en él me gana muy pronto un sueño que se va adensando, turbio y primordial como un caldo de cultivo. Un cosquilleo trepador me despierta. Estoy medio entumecido. Y el pantalón verde de humedad.

lunes, 8 de febrero de 2010

Concierto para cuerda y viento


Como si de un atardecer se tratase, lentamente decae la intensidad de la luz sobre el escenario. El solista se acomoda en torno a su instrumento: con una mano sujeta, sin oprimir, el mástil por el talle; con la otra acaricia cada cuerda hasta encontrar el punto de afinación preciso y el grado de intensidad que la acústica del lugar requiere. La pieza comienza con un silencio y un breve escalofrío. Los primeros compases resultan vibrantes y desabridos, igual que si un viento del norte soplara de pronto entre las jarcias de un velero. Pero esto es solo al principio. Con un aleteo in crescendo se incorpora el resto de la cuerda, mientras los primeros ecos de la madera llegan desde el bosque desnudo. La sugestión de la música me obliga a alzar las solapas del abrigo. Porque oigo el rasgueo de otras cremalleras al subirse sé que no estoy solo, y que no necesito partitura.

jueves, 4 de febrero de 2010

Baguette en Bayonne


Dejando aparte la rebanada exenta de corteza, probablemente es la baguette la versión más evolucionada del ancestral pan de cada día. Su estilizado diseño es expresión de ligereza, su delgadez no solo es estética sino dietética y consustancial a todo artículo de consumo que no alcanza más allá de la hora de la cena. Sin embargo, en cuanto acude a nuestro interior y entra en comunión con uno mismo, su sustancia liberada recupera la que era su forma original, la de la hogaza, y con ella su afán de permanencia. La durabilidad que al pan le niega el panadero, se la concede gustosa nuestra panza, convertida en horno donde se cuece, al cálido sopor de sobremesa, la fantasía de una danza ya solo al alcance de la cóncava línea de otro vientre.

martes, 2 de febrero de 2010

Chaqueta metálica


Si no se remata con cuidado, el hojal en el que se ensarta la cadena puede ser también el punto por donde antes reviente la costura.

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