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Costa de Bañugues, Asturias
El escenario habitual para el fotógrafo
es abordar el paisaje como algo exterior, una materia prima que se le ofrece,
una imagen que aún necesita ser imaginada, el reto de convertir un paisaje en
su paisaje. Y en este proceso la cámara es tanto la herramienta como el
obstáculo: sus limitaciones son su lenguaje, y por tanto también el nuestro.
Pero en ocasiones, excepcionalmente, el paisaje es la fotografía y el fotógrafo
una parte prescindible de la misma. Puede suceder, por ejemplo, en una tierra
hirsuta al borde de un acantilado, donde el viento del ocaso dispone las nubes
para que la luz comience el procesado y enumere uno a uno cada paso de la gama
infinita de las sombras. No nos equivoquemos, no se trata de un momento sublime
sino más bien todo lo contrario: la naturaleza condesciende a dar pábulo a la
invención que acerca de ella acostumbramos a propagar en nuestras fotografías.
En tales circunstancias el fotógrafo
dispara porque no puede hacer otra cosa pero comprueba, con admiración y no sin
cierto desconsuelo, que esta vez no hay distancia alguna entre el paisaje y su
retrato en la pantalla, que no es preciso medir ni componer, que todo está dado
de antemano y en consecuencia él mismo está de más. Ya no se requieren sus
servicios, convertido ahora en un triste intermediario sin comisión, el
traductor de un texto transparente. Pese a todo sigue captando: ya hace tiempo
que perdió la capacidad para percibir de otra manera, convertida la cámara en
su pulmón artificial; pero también porque intuye que, aunque no está solo bajo el
capricho de ese cielo, él es el único testigo de cargo de este minuto
prodigioso, su apóstol y su chivato.
Y entonces de pronto empieza a refrescar
la tarde, y otra vez queda afuera el paisaje.
me alegra saber de ti nuevamente, ver tus miradas en imágenes y también en tus palabras, geniales una vez más ambas.
ResponderEliminarEstos cielos de otoño son un regalo, que gracias a ti recibimos y quedan plasmados para siempre, así que tu sigue haciendo tu labor de mero transmisor, ya tendrás más trabajo en otras ocasiones, Gracias.
ResponderEliminarEspectaculares estas imágenes. Esos cielos tan cargados son preciosos. Geniallll. Un saludo.
ResponderEliminarJulio Llamazares suele decir que el paisaje es memoria y que renace en la mirada.
ResponderEliminarAunque -esta vez, respecto a estas fotografías- tú tuvieras razón en lo escrito y sólo seas un mero intermediario: benditos paisajes.
Yo, lo siento, pero me inclino por alabar al mismo tiempo tu mirada.
Por fin bajan las nubes, y nos sentimos abrigados por ellas, como en casa propia después de habitar bajo el techo inalcanzable del palacio del verano.
ResponderEliminarUnos cielos que hablan por sí solos, aunque me gusta leer lo que dices en cada entrada ayuda a comprender tu mirada.
ResponderEliminarme encanta la primera foto que mas que eso es todo un fotograma. muy peliculera y a uno claro, le entra la duda despues de leerte si acaso es lo que perseguias o fue como tantas veces sucede fruto de una feliz serie de casualidades y coincidencias.
ResponderEliminarun abrazo
Pues ese día la naturaleza te hizo tres regalos, que tú ahora compartes con nosotros. Son muy hermosos.
ResponderEliminarUn saludo
Viendo estas fotos y tu texto, dan ganas de abrazar a alguien que nos quiera y a quien queramos.
ResponderEliminarme gusta mucho estos cielos dramáticos! bellísimos paisajes Xuan! un abrazo
ResponderEliminarPreciosa la luz captada en esta serie! me gustan mucho las tres fotografías.
ResponderEliminarUn abrazo
Qué cierto todo lo que dices.
ResponderEliminarIncluso aunque se trate de alcantarillas y aceras, hay muchos momentos en que el azar, la naturaleza...quien sea, te da un toquecito en el hombro para que sigas observando y saques la cámara sólo para apretar el disparador y retrates lo que ya se te da hecho, como si uno fuera un simple e insignificante eslabón de la cadena.
En esas circunstancias, sabiéndome sólo un testigo, siento gratitud de serlo y disfruto más de lo que veo que de la foto en sí.
Aún así, no me veo yo consiguiendo la luz de estas fotos, los infinitos tonos de todos los colores que en éllas veo. Mucha técnica compañero.
ResponderEliminarSiempre estaremos condenados a sentir que algo se nos escapa en la toma, que la máquina que se interpone entre el fotógrafo y la escena, toma (a veces) un excesivo protagonismo. Siempre envidiaremos al pinto o al poeta. Tal vez sea nuestra maldición.
ResponderEliminarUn abrazo
Pero gracias ti podemos intuir lo que fue ese momento y sólo gracias a ti. A veces el fotógrafo es un mero trasmisor, pero pieza fundamental en el eje de comunicación.
ResponderEliminarEnhorabuena.
Buen fin de semana.
Yo no soy fotógrafo, ni si quiera aficionado, pero a veces crees que vas a sacar una expléndida foto. Que los demás sentirán lo mismo que tú sientes al observarlo en persona. Pero no es así.La foto queda huerfana de expresión, de sentimiento.
ResponderEliminarSin embargo, alguna vez, haces fotos sin sentido -ahora más que no gastas en carretes- y sale una foto genial, de exposición. Cuando hiciste la foto no te percatas de los magníficos detalles que ahora se aprecian.
A mi me falla eso. Mi ojo ve una cosa y el objetivo otra. Cada vez que me ha salido una foto buena ha sido como cuando juego al villar. Disparo la bola blanca y la providencia y la trigonometría hace el resto.
Este texto con sus fotos me han enseñado a entender más esa discrepancia entre mi ojo y el objetivo.
Saludos.
Pero aunque "eso" esté ahí, debe ser "mirado". Y no cualquiera puede hacerlo. Gran trabajo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Unos cielos espectaculares. Saludos.
ResponderEliminarUnas capturas estupendísimas...Me encantan...
ResponderEliminarAbrazotes
Noemí