Inalcanzable
no por veloz
ni por
lejana,
sino por la
terca transparencia
en que se
oculta, tiembla
la presa
mientras quieto el cazador
quietud
aguarda,
ignorando que
el segundo
final será el
suyo también
y no bastará
para alcanzarla.
(En ese culto a Kronos que tiene lugar el 31
de diciembre, tras ese pacto que firmamos con las copas en alto, portémonos de
una vez como verdaderos conjurados, conjurados del ahora, y merezcámoslo. Un
abrazo, compañeros.)