Utópica
la berza,
berza ideal,
pura estructura
que efímera se esfuma,
qué textura transparente
de inusitado paladar,
y qué alta sopa,
privilegio superior
del atmosférico gourmet
y de los ángeles.
Pero aquí abajo yo les digo a mis berzas, coles lentas,
limitadas, que no busquen en las alturas duración, que yo prefiero su dureza y
conozco el tiempo de cocción y procuro no olvidar la proporción terrenal de los
otros ingredientes; que ellas son modelo y cumplimiento y las demás apenas
deducciones, volubles pensamientos como nubes pasajeras.
No sé si ellas me entienden, la verdad, pero lo cierto es
que siguen creciendo cuando no las miro, alimentando moscas y caracoles,
mientras yo espero mi turno.