Corias, Belmonte - Asturias
Durante años pensé que hablar del tiempo era un relleno vergonzante del silencio, la antonomasia del hablar por hablar y en cualquier caso algo muy poco intelectual. Sin embargo, ahora reconozco que nada menos banal que hablar del tiempo, lugar común en el que encontramos el espacio compartido de nuestras pequeñas esperanzas o de nuestro hartazgo, la ocasión para declarar nuestro diferente modo de encarar las inclemencias, la posibilidad de sorprendernos ante lo que eternamente retorna. Porque no hace falta saber de isobaras ni de presiones atmosféricas, porque todos somos parientes de las nubes aunque no conozcamos sus nombres.
De qué puede hablar si no esa mujer que se asoma cuando el fotógrafo se detiene sin razón aparente delante de su puerta, cómo ignorar la estación pasada que se alarga o ésta que no acaba de comenzar y que con tanta humedad no hay modo de sembrar las patatas en su tiempo que es ahora, aunque tampoco hacen falta ya tantas patatas como antes, que los hijos viven fuera y para cuatro días que vienen en el año casi mejor comprarlas en el supermercado y eso que no hay patatas como éstas ni tierra que se le iguale pero hace falta un poco de calor y que se vayan secando los caminos para cuando vengan los nietos algún fin de semana.
Salir al camino igual que yo mismo me asomo a esta ventana por delante de la cual estás pasando en este mismo instante, para hablar del tiempo, de qué si no, de nuestro tiempo.
Pillarno, Castrillón - Asturias