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Hacerse al monte, como el que zarpa hacia una costumbre nueva de la que
nada sabe todavía.
Sumergirse en el bosque realizando la metáfora del sumergirse en un bosque.
Dejarse llevar por la senda para traicionarla un momento y dejarse regresar
a su corriente.
Confundir la corriente con tu estela.
Embeberse de humedad los mapas y enmarañarse las curvas de nivel en el
interior de la mochila.
Travestirse los reinos animal y vegetal.
Amoldarse a la naturaleza gelatinosa de la luz.
Mirar por capilaridad.