viernes, 31 de octubre de 2014

Paisaje con bañera


                                                                                                                                                                                                             Sobrescobio, Asturias                                                                                                                                    

Viene a ser un instinto parecido al del bañista: buscar ese punto donde lo abrupto de la costa cede a su deseo y sumirse en el mar, sumarse. 

Así también el caminante encuentra a veces la manera de colarse en el paisaje, de beber en él hasta vaciarse.


sábado, 25 de octubre de 2014

Los fantasmas de Aviñón

                                                                                                                   Palacio de los Papas de Aviñón - Exposición de Stefan Szczesny


El Palacio de las Papas de Aviñón es un gran recipiente vacío que la imaginación intenta rellenar sin conseguirlo. Casi desde el amanecer los turistas fluyen por sus huecas estancias tratando de encontrar algo sólido a lo que agarrarse, del mismo modo que fluye la información de los paneles y audioguías a través de sus cabezas. Pero por mucho que se esfuercen solo entenderán del pasado aquello que tiene de presente.

No tardan, eso sí, en reconocerse unos a otros, en adquirir esa transitoria vecindad de los visitantes de museos. Y a medida que el cansancio les hace perder la cabeza y encontrarse el cuerpo, el Palacio vuelve a ser un lugar habitado donde la gente habla de sus cosas, siente hambre, juega, pierde el tiempo.

Al final, la consabida tienda de recuerdos trata de aprovechar la guardia baja y todos se apresuran a adquirir esos falsos presentes del pasado, salvoconductos que devolverán su condición a los turistas y les harán olvidar que por unas horas fueron ellos los auténticos fantasmas del castillo.

domingo, 19 de octubre de 2014

Trayectorias

                                                                                                                                                                          Aix-en-Provence, Francia

Llego tarde a Aix-en-Provence, a esa hora en que las sombras pintan de azul la ciudad vieja, esa hora no fijada en la que con exactitud ferroviaria se vacían las calles y se llenan las plazas. Llego tarde, sin duda, con las tiendas cerradas y las visitas pospuestas para un día en el que ya no estaré aquí. Y sin embargo, algo me dice que este es el retraso exacto, la impuntualidad que me libera de todo lo proyectado y me revela la cara más libre de la ciudad, el plano donde todas las trayectorias se toman de la mano. Llego tarde a Aix-en Provence y le hago la promesa de regresar más puntual, de dedicarle toda la atención que se merece, de que volveré para quedarme. Nos tomamos las cervezas en una plaza donde todo el mundo es joven y hermoso y en esta hora incierta nos creemos felices todas las mentiras.

viernes, 10 de octubre de 2014

El tiempo portátil


                                                                                                                                                                                          Marsella

¿Te imaginas un tiempo portátil, un tiempo que pudieras derrochar o atesorar a discreción? Sería un artefacto extraño sin duda, una especie de clepsidra con torniquete. Y necesitarías todo el tiempo del mundo para aprender a manejarlo adecuadamente.


viernes, 3 de octubre de 2014

Encuentros en Arlés








                                                                                                 Arlés, Francia

Cada verano desde hace 45 años se celebra en una pequeña ciudad del sur de Francia uno de los festivales de fotografía más importantes del mundo: los "Encuentros de Arlés”. Uno supone que una actividad tan duradera y persistente habrá tenido que dejar por fuerza algún tipo de marca en la ciudad, una especie de buen rollo fotográfico que ha de respirarse en sus calles, en sus escaparates, en la forma de mirar y dejarse mirar de sus habitantes, en su manera de sentarse, de sonreír… Nada más llegar te encuentras con que prácticamente todas las exposiciones son de pago, y esto supone ya, para qué negarlo, un cierto desencuentro.
No decae sin embargo tu ánimo por ese ínfimo detalle y buscas entonces las huellas de Van Gogh, quien pasó en Arlés una etapa breve pero intensa de su no menos breve e intensa vida. Puede ser que de tanto buscar tales huellas y de tanto caminar sobre ellas hayan terminado por borrarse. O puede ser también que para dar con Van Gogh sea indispensable desligarse de toda huella.
El caso es que entre desencuentro y desencuentro has ido tejiendo toda una ruta de olvidos y sin pretenderlo has vuelto a doblar una misma esquina varias veces, hasta llegar al punto en que ya reconoces una calleja y un rostro como lugares familiares: es el momento del reencuentro, y justo ahí se vuelve posible la fotografía.

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