miércoles, 30 de septiembre de 2015

El pais de las oportunidades



        Siempre que viajamos lo hacemos al increíble país de las oportunidades.


La oportunidad de lo diferente, de la novedad, del descubrimiento maravilloso de las rutinas ajenas.

La oportunidad de hallar el tesoro con que alimentar el insaciable apetito de la memoria.

La oportunidad de lo auténtico, aun a sabiendas de que lo auténtico no es más que un arquetipo mil veces repetido y por lo demás falso.

La oportunidad, por qué no, del fracaso pues también el fracaso tiene derecho a una oportunidad.

Siempre la oportunidad, aunque sea con descuentos.

La oportunidad incluso de desaprovechar una oportunidad irrepetible.

La oportunidad del sueño de otra vida, y su renuncia.

La oportunidad de la despedida con su promesa de saudade.

Además de la impagable oportunidad de regresar algún día, para lo cual se requiere cumplimentar el trámite de haber estado antes.

Y como no, la oportunidad del relato, esa narración sin fin que empieza antes del viaje y continúa tras él, fijando los hitos y espejismos de otro viaje a través del viaje.

El viaje finalmente como una oportunidad para la disputa, cuando pasado un tiempo tu viaje, compañera, y el mío parezcan viajes diferentes, apenas salpicados de alguna coincidencia a la que habremos llegado más por voluntad de consenso que otra cosa. Y así hasta que todos nuestros viajes se conviertan en uno solo e indistinguible.

        Ya sé, tenía que haberme comprado unos zapatos nuevos en aquella tienda tan simpática, tenía que haber pasado al otro lado del escaparate y haberme saltado nuestras particulares convenciones internacionales para sentirme vecino y no extranjero, pero entonces ¿cómo distinguiría el viaje del resto de mi vida? ¿cómo sabría que ahora estoy de vuelta, ese sentimiento que también forma parte del viaje?

       Sí, ya sé lo que vas a decirme: que en el fondo me basta llevar la cámara encendida para viajar sin más al increíble país de las oportunidades. Y tal vez tengas razón.

        Viajemos entonces.  A qué estamos esperando.


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