lunes, 30 de noviembre de 2015

El recodo



     En general no me gusta el pictorialismo en fotografía. Creo que la fotografía debe ocupar un espacio propio sin necesidad de recurrir a prestigios prestados. Reconozco sin embargo que a veces cuesta decir que no, la tentación es fuerte, y tampoco hay por qué caer en la tentación contraria, la de negarse a caer en aquella. Pero nada de eso ocurre en esta foto: era la escena real la que copiaba a su representación pictórica. Era la luz la que pintaba en mi retina.


martes, 24 de noviembre de 2015

El muro



     No se requiere una gran infraestructura. Su altura guardará proporción con la distancia que os separe: si permaneces siempre cerca, tres o cuatro metros serán más que suficientes. Su mantenimiento es simple: una mano de pintura cada cierto tiempo limpia y desinfecta. No olvides, eso sí, tapar las grietas que de tarde en tarde puedan provocar las explosiones. Y rasca el óxido antes de que penetre la superficie, y cuida que los hongos no se ramifiquen. Cuando lleguen las borrascas te resguardará de la lluvia racheada y si el sol aprieta proporcionará una sombra uniforme y pulcra. Señalará la frontera de lo que no te importa, de lo que no te afecta.

Ah, por cierto, procura ahuyentar a los perros, tan proclives a perderle el respeto a las paredes. Contra los grafiteros fija unas cámaras en los puntos apropiados. Y busca un servicio de vigilancia profesional, hazme caso, vale lo que cuesta. Y ya puestos no escatimes en lo importante: contrata un buen seguro, ya sabes, siempre es mejor que si algo pasa la responsabilidad la asuman otros.

Escucha: un día alguien llegará y te dirá que lo derribes, que el mundo está del otro lado: oídos sordos, no son más que vendedores de humo. Y además, aficionados. Tú tienes tu muro y nos tienes a nosotros: ante cualquier problema no dudes en consultarnos, solo en horario de oficina. Tenemos larga experiencia y un próspero futuro por delante.

lunes, 16 de noviembre de 2015

La llegada del frío




     Y llegó el frío como una visita inesperada. Pero todos sabíamos que el frío llegaría y nuestra sorpresa no logró ser del todo convincente. Porque era el frío que se había venido gestando a lo largo de este otoño confiado, el mismo frío al que nadie atendió cuando la madrugada nos alcanzó en las noches infinitas del verano. Fíjate bien, este frío estaba ya en el corazón de la semilla que fecundó la primavera, pero éramos muy jóvenes entonces. Es un frío que viene de lejos, de montañas de las que apenas sabemos nada, no por lejanas sino porque aún no pasan por allí las autovías. Es el mismo frío del metal con el que se forjan las cámaras acorazadas y las alambradas. Es nuestro propio frío. Contra ese frío nos cubrimos las espaldas, regresamos a casa, cerramos las ventanas y apretamos los botones adecuados. También hay una industria del frío, siempre floreciente. Lo produce y lo combate con idéntica energía, que ni se crea ni se destruye, solo cambia de bando. Vuelve el frío, sí, y ya empezamos a olvidarlo.


lunes, 9 de noviembre de 2015

Patchwork



     Otoño previsible que nos seduce cada año con su versión edulcorada de la muerte, con su crujir de hojas como huesos y su acordada belleza hecha de retales con la que desmentimos la versión edulcorada de la vida que nos vendió, recuerdas, la dichosa primavera.


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