Una sombrilla, una silla plegable y una bolsa de tela de colores. En el interior de la bolsa una toalla, un libro, un teléfono móvil (silenciado), un monedero con calderilla más un billete de diez euros, una manzana, unas llaves y un pañuelo. Lo esencial reducido a unos cuantos complementos. Sin duda ha de haber una poética oculta en todo esto.
Mientras me lo pregunto te levantas y te vas, haciéndote orilla con la playa, a recoger espumas tal vez, tú que siempre estás recolectando. Pronto se alarga la playa tras de ti y ya apenas te distingo de los otros espejismos El miedo se viste de duda: ¿encontrarás el camino de regreso?
Recuerda: la sombrilla es mi baliza. Si es necesario subiré a la silla y con el pañuelo te haré enérgicas señales. Con la toalla secaré tus pies ateridos. Tendrás hambre: compartiremos, como entonces, la manzana. Y lo demás será pasto del mar y sus mareas.
Mientras me lo pregunto te levantas y te vas, haciéndote orilla con la playa, a recoger espumas tal vez, tú que siempre estás recolectando. Pronto se alarga la playa tras de ti y ya apenas te distingo de los otros espejismos El miedo se viste de duda: ¿encontrarás el camino de regreso?
Recuerda: la sombrilla es mi baliza. Si es necesario subiré a la silla y con el pañuelo te haré enérgicas señales. Con la toalla secaré tus pies ateridos. Tendrás hambre: compartiremos, como entonces, la manzana. Y lo demás será pasto del mar y sus mareas.