Dicen los telediarios que, San Silvestre mediante, cada vez más gente despide el año corriendo, hasta el punto de haberse convertido en otra tradición, quien sabe si camino de hacerse obligatoria, tanta es la prisa que tenemos por dejarlo atrás, por cruzar ese umbral que hemos ido construyendo piedra a piedra, el mismo que estamos a punto de empezar a construir de nuevo. Al que llega a la meta el primero, es decir, al que antes sale del año, creo que le dan un premio, que es casi como premiar al que sea capaz de hacer un año en menos tiempo, meritorio logro sin duda, aunque no tanto como saber qué hacer con el resto. Ah, y sin olvidar el hecho de que es otra oportunidad nada despreciable de salir en la foto. Al fin y al cabo, celebrar un nuevo año es hacerse un autorretrato con el tiempo y comprobar que, maldito sea, por él no pasan los años, está siempre como el primer día.
Un abrazo a todos y que el 2017 os sea propicio.