viernes, 1 de septiembre de 2017

El viejo y la gata







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Hoy como entonces, el viejo alisa la hoja de la guadaña y el tiempo se concentra en torno a esa tarea que se demora por el filo de la tarde. Mientras, la gata, tendida a sus pies, amortigua en si todos los sonidos. Cuando yo llego, el viejo hace una pausa en su golpeo y la gata en su reposo. El fotógrafo presencia la gracia de una danza no escrita en la que involuntariamente participa. En momentos como este el reto ya no es saber cuándo disparar sino cuándo dejar de hacerlo.

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