domingo, 31 de diciembre de 2017

El fin del tiempo




   Al  volver la vista atrás descubrí que la nieve había cubierto los senderos y rellenado el fondo de los valles: en la lejanía adiviné los ojos de los puentes cegados por la nieve y columnas de hielo elevándose en el interior de los pozos. A medida que observaba comprobé que no solo la nieve había suavizado los riscos, sino que también había borrado nuestras faltas y nivelado las múltiples traiciones con las escasas muestras de generosidad. Al volver la vista atrás intuí que las más hermosas ciudades y las aldeas más recónditas yacían ocultas y no quedaba rastro alguno de toda la sangre derramada ni del olor de las últimas rosas de los jardines de invierno. Pronto solo encontré una llanura blanca y salpicada aquí y allá por leves prominencias sin forma definida. Me sentí entonces tan libre y ligero como nunca antes y dispuesto a continuar el incierto camino que aún quedaba por delante. Pero antes de reemprender la marcha quise cerrar los ojos para sentir mejor el peso de la nieve sobre mi rostro, el contorno de los copos cayendo sin tiempo, disolviendo los límites. 




Que el 2018 os sea propicio. Un fuerte abrazo.


viernes, 22 de diciembre de 2017

Solsticio de invierno




Ahora que la geometría cóncava del tiempo 

apura el eco de los días. 

Ahora que se aproxima la caducidad

de los deseos y las fechas 

aconsejan su consumo preferente.

Ahora que las tardes son tan cortas

y cotiza al alza el precio de la luz

fundida en élitros dorados.

Ahora que se abre paso una grieta de tristeza

por donde respira la alegría.

Ahora abro mi casa para que el ruido encubra

nuestra compartida soledad

y la conserve.


viernes, 15 de diciembre de 2017

Cara y Cruz



   Punto por punto se llevaban la contraria y hasta tal punto se contradecían que si una callaba la otra enmudecía por no darle oportunidad de replicar. Pero si una faltaba la otra no salía y ésta sufría si aquella enfermaba pues no podían vivir la una sin la otra y esto de tal modo las exasperaba que se enconaban más por saberse inseparables y siendo sus posturas irreconciliables eran espejo, moneda y engranaje que hacía girar sus mañanas y sus tardes, su invierno y su verano, su latido y su respiración. Así, una del derecho y otra del revés, tejían la frágil textura de los días, el extraño romance en el que iban rimándose sus vidas.


viernes, 8 de diciembre de 2017

Fruto de temporada



   En esta tarde de diciembre una vibración de bronce resuena en las pupilas del fotógrafo como una llamada. Echa a andar y al borde del acantilado descubre a un pescador que con las cañas bien dispuestas confía a la espera toda su esperanza. Muy cerca un recolector de setas peina la hierba húmeda y da forma concreta al afán y a la búsqueda. Cada uno a su modo recoge los frutos del azar y escucha el silencioso crujir de la maquinaria del tiempo. Poco después todo se disuelve y ya solo queda el momento triste del recuento.

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