martes, 27 de febrero de 2018

Todo incluido




Su baño está listo, señor. 

Espero que encuentre todo a su gusto: 

la temperatura del agua, 

las sales de baño, el pH neutro, 

el azul del cielo, la transparencia del aire, 

la moqueta de nieve, los acabados en hielo, 

la música del arroyo, la letra del mirlo, 

las mandarinas frías, el chocolate negro, 

la perspectiva del valle, la proporción de los montes, 

el sol, detenido en el centro, 

la mujer de su vida, el vapor de su aliento 

sobre su espalda, señor, 

sobre su pecho. 

Y si necesita algo más, no dude en llamarme: 

todo está 

incluido en el precio.


martes, 20 de febrero de 2018

El secreto de Rodin


   
    Por aquel entonces todos admirábamos a Rodin. Para poder visitar su casa y acceder a su estudio no dudábamos en recurrir a los parientes más inverosímiles y a toda clase de amistades no siempre recomendables. Estábamos dispuestos a cualquier cosa –promesas, favores, sobornos– con tal de averiguar el secreto de su arte. He de reconocer que en la mayoría de las ocasiones él ni siquiera advertía nuestra presencia. Pero a veces, cuando ya habíamos perdido toda esperanza, de pronto dejaba reposar el martillo y el cincel, y se nos quedaba mirando, fijamente, durante un intervalo imposible de medir. Era entonces cuando, incapaces de mover un solo músculo, creíamos sentir bajo nuestra piel de mármol el olvidado flujo de nuestras venas y el aire de la estancia se quebraba como una frágil vitrina bajo la conmovedora belleza de lo inamovible.

martes, 13 de febrero de 2018

Rive Gauche



   Happy hour, de 4 a 8, happy hour, van cayendo una rubia, una tostada, happy hour, suena la trompeta de Lee Morgan en algún lugar al fondo del local, hojeo un libro de fotos de Winogrand, happy hour, pasa una vieja camioneta de mudanzas, un sillón azul, lámparas de pie, un espejo que devuelve un contrapicado de la calle, por una ventana asoma una mujer, labios pintados, París, Rive Gauche, happy hour, granizado de limón, risas de cristal, camisetas, turistas, blonde, brune, happy hour, qué pronto se pasa una hora, qué lejos el hotel y el Sacré Coeur, con sus escalinatas donde a esta hora empieza un botellón multiétnico, hora feliz, fruit rouche, abierto todos los días, solo para nosotros, en esta mesa que renquea, happy hour, dónde quedó, sombreros de paja, son las 9 y ya no subiremos a la torre Eiffel, nunca, tu y yo, happy hour.


lunes, 5 de febrero de 2018

Vado



   Al cabo de los años el fotógrafo acabó con los ojos anegados en imágenes. Le diagnosticaron vista exhausta y le impusieron una estricta dieta a base de folios en blanco y música dodecafónica. En menos de una semana experimentó una notable mejoría: poco a poco la profusión de los detalles se fue resolviendo en un mar primigenio de formas simples, parecido a aquel en el que un día empezaron a respirar nuestras retinas. Como un ex fumador que recupera el sabor de la comida tras años de vulgar atonía gastronómica, así comenzó a percibir de nuevo la intensidad de los colores, librados a su puro vibrar sin la servidumbre del contorno. Se le confirmó, en fin, una miopía progresiva y con ella descubrió, entre otras cosas, el ejercicio de mirar convertido en práctica adivinatoria, la identidad esencial de nuestros rostros o la aproximación como único método para reconstruir los objetos y los seres.

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