viernes, 30 de noviembre de 2018

Atención plena



   Si te sientas y te paras a escuchar, oirás algo muy parecido al zumbido que envuelve la charca a mediodía: es el revoloteo confuso de los turistas, los guías de los turistas, los turistas japoneses (tienen derecho a grupo propio), los jubilados, solos o en bandas organizadas, los vendedores de fortuna, los interceptores de las oenegés, los que miran escaparates, los músicos de calle, los que van o vienen del dentista, los ociosos sin más, los que penden de un móvil, los que salen a hacer la compra diaria, los que caminan, corren, patinan, los que toman café en las terrazas, el cartero, los carteristas, los que han quedado con alguien, los que acuden, los que se han quedado solos, los repartidores amazónicos, los que pasean al perro, los perros, los que deberían estar en clase, algún fotógrafo y otros insectos de las especies más insospechadas. Si sigues escuchando durante el tiempo suficiente (sin tasa) convertirás ese zumbido informe en una sustancia palpable y como si estuvieras ante una mesa de mezclas, cada uno de sus ingredientes comenzará a adquirir una identidad separada que podrás silenciar o amplificar a tu antojo. Solo entonces tendrás a tu disposición a los habitantes de la charca, tan suculentos y apetitosos como la fruta madura.


jueves, 22 de noviembre de 2018

Yedra


   
  … ¿y aún me dices que no te escucho cuando hablas? Sabes que podría pasar horas oyendo el impetuoso torrente de tus palabras, que de hecho no hago otra cosa, prendado como estoy de tu verbo ágil, seguro, imperecedero. Y que hago cuanto puedo por desentrañar el significado que sin duda se oculta bajo el continuo de tu conversación, ese idioma tan tuyo como el color irrepetible de tus ojos. Porque más que lo que cuentas importa el sonido de tu voz impregnando el aire y colmando hasta el último resquicio donde pudiera habitar mi pensamiento. Y así como otros leen entre líneas, yo escucho entre frases buscando la emoción que las anima: eres la diva que interpreta un aria que no cesa y hace tiempo que decidí prescindir del libreto y hasta de subtítulos. Aun así, creo que he aprendido en estos años a darte, casi siempre, la réplica adecuada, el pie oportuno pero discreto que a ti no te haga olvidar por dónde ibas y a mí me permita seguir hundido en los vericuetos de tus subordinadas infinitas, descubriendo la raíz y el sentido de esta trama y este enredo con el que tratamos de llenar nuestro vacío. Así que, fíjate si eres injusta cuando me reprochas mi falta de atención por la única razón de que no sé lo que me dices. Tampoco tú sabes, ni falta que te hace, descifrar la variedad de mi silencio, este arrobado silencio mío desde el que procuro no perder el hilo de tu laberinto.


miércoles, 14 de noviembre de 2018

Un paso por detrás



   El fotógrafo sabe, no es nada nuevo, que para atrapar el instante es preciso anticiparlo. Cálculo, apuesta, intuición, son los instrumentos con los que intenta manejar una sustancia tan volátil. Esto convierte al fotógrafo en una especie de adivino de cortos vuelos, un profeta de lo inmediato. Podría pensarse que al reducirse el margen temporal se reduce también el margen de error, pero nada más falso. Solo la experiencia, que viene a ser poco más que el resultado de nuestras estadísticas privadas, le permiten afinar un tanto en las predicciones, igual que les ocurre, dicho sea de paso, a los adivinos de mayor alcance. 

  Sin embargo, no se trata tanto de adelantarse a los acontecimientos como de tener una perspectiva lo suficientemente amplia que permita multiplicar el número de opciones para tener así alguna posibilidad de éxito. Por eso al fotógrafo -a este fotógrafo- le gusta ir siempre un paso por detrás, para darle espacio al tiempo, hacerle sitio. Practica así el arte de la mínima desincronización: es impuntual pero con estudiada exactitud. Acostumbra a dejar que otros tomen la primera foto y, como el viejo jugador de bolsa o el buen bebedor, procura hacer siempre la penúltima. Es así como ha aprendido que la luz más pura y los colores más intensos y las sombras más sólidas acontecen justo antes de perder toda esperanza.


martes, 6 de noviembre de 2018

Desorden en los parques



   De tu mano examino el minucioso desorden que el otoño difunde por los parques y caminamos en silencio por las calles cubiertas de miles de pasquines amarillos donde los árboles proclaman la última y más revolucionaria de sus consignas: contra el frío el íntimo valor de desnudarse. 


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