lunes, 8 de junio de 2009

Componiendo amanecer


Este blog se va a tomar un pequeño descanso. Y yo con él, espero. Me gustaría que fuera un tiempo de reconstrucción de la mirada, un tiempo para decidir si es mejor sellar las fisuras que van apareciendo o agrandarlas. Un intervalo sin más obligación que la de la pura expectativa, y sin más meta que la de recuperar de nuevo el placer antiguo de la incertidumbre. Prometo que la pausa durará solo hasta que acabe. Mientras tanto nos cruzaremos visitando otros blogs menos perezosos.

jueves, 4 de junio de 2009

Entrada promocional


Desde el pasado lunes tengo unas fotos aparcelando las paredes de un café de Gijón. Confieso que cada vez que me acerco al lugar en cuestión siento un pequeño cosquilleo en esa parte del estómago donde confluyen las terminaciones nerviosas de la incertidumbre. Y es que la gente no lo sabe, pero cada marco contiene en realidad un cultivo que he querido exponer a toda clase de elementos externos. En esos cultivos crecen las malas hierbas de mi ego, pero junto a ellas lo hacen también otras plantas que pueden servir de alimento a las miradas curiosas, a las miradas casuales, a las benévolas y a las indiferentes. Cuando entro en la cafetería la incertidumbre se calma desde el momento en que compruebo que todo está en su sitio. La mente científica requiere antes que nada orden y método. A continuación indago acerca de los efectos que ha podido producir su ingesta en los visitantes: mareos, somnolencia, vértigo, apatía, confusión mental, euforia, estreñimiento… En casos aislados fotosensibilidad y visión borrosa. Pero he de decir que hasta el momento la mayor parte de los efectos adversos han sido leves y reversibles. De todos modos se recomienda evitar una exposición prolongada a la mencionada exposición temporal. Interacciones no se han descrito, pero en ello estamos.
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(Ah, por cierto, podéis seguir llamándome Xuan, por favor)

lunes, 1 de junio de 2009

Apuntes


Aún no tengo claro si en los bolos asturianos es más importante tener buena mano o tener buen ojo. No solo puntúan los bolos que se derriban sino también el lugar donde cae la bola después de derribarlos. O sea, que además de saber tirar hay que saber caer. Pero en la manera de apuntar no hay reglas y ahí es dónde cada uno inventa el juego. Se puede atinar incluso a ojos cerrados. Yo procuro tenerlos bien abiertos y aun así, o tal vez por eso, las más de las veces tiro donde no es y caigo donde no debo. Habrá que probar otra forma de coger la cámara para que sea más certero su vuelo. O cerrar los ojos y apuntar menos.

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