domingo, 24 de mayo de 2020

Nubes y claros




   En un mismo parpadeo se disipan las brumas del sueño y de la aurora. He debido de quedarme dormido unos segundos pero la vieja avioneta planea sustentada sobre columnas invisibles y parece conocer el rumbo mejor que yo mismo. Entre las nubes se insinúa por fin el contorno recortado de la isla. A seis mil pies ya comienzo a distinguir la fina hilatura de los ríos. Bífidas lenguas de mar se adentran en las gargantas de sus acantilados. A medida que desciendo reconozco las columnas de ganado en busca de la frescura de los pastos, la geometría familiar de los primeros tejados. Juraría que el aroma amable del café asciende ya hasta el interior de la cabina. Llega el momento de tocar tierra, de sentir toda la contundencia del mundo que me espera concentrada en esa firme sacudida que ya debería haberse producido y, sin embargo, no llega, y en ese intervalo que se alarga más allá de la exigua longitud del descampado, tengo tiempo para distinguir entre el plumón de los vilanos, el troquel palmeado de la hoja y sus arterias, las hacendosas hormigas, el brillo de una esquirla de metal y de nuevo el aroma penetrante del café certificando que con total seguridad he tomado tierra.


viernes, 15 de mayo de 2020

La noche




   Fíjate en toda esa noche que se agolpa al final de la barra, allí donde rompen las olas y se apuran botellines de mahou y cocacolas

   Siente cómo se ajusta la noche a la pátina del aire: es la misma precisión con qué se acoda el cebo en el anzuelo. 

   Atiende al silbido del sedal contra la sombra, mira cómo lo alza el látigo del faro, cómo rueda la ruleta del carrete. 

   Escucha cómo profundiza la plomada a través de la corriente.

   Advierte, pez, cómo llega la noche.


viernes, 8 de mayo de 2020

Nota al margen



Frente a tanto bolo dando bola 

a los que tienen bula para tirar con bala 

cargada de bulos,  

levemos velas, que vuele el velo 

y dejemos a los viles 

en vilo.

Vale.


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