Tomo el testigo que me deja Ismo en su magnífico blog y elegiré cinco lecturas que me han dejado huella. Selecciones de este tipo siempre son aleatorias e injustas, y a menudo mentirosas porque suelen indicar no tanto lo que a uno le gusta como lo que a uno le gustaría que le gustase. Pero trataré de ser sincero, y aunque esto conlleve para un tipo corriente ser poco original, diré que si volviera a nacer me gustaría hacerlo en un planeta que no tuviera memoria de la literatura, para entonces escribir
Un cuento que no termine nunca, como los de Borges.
Un poema que se pueda leer con zapatillas y un gin-tónic, como los de Angel González.
Un ensayo que responda con las preguntas exactas, como los de Fernando Savater.
Un artículo que te lleve a abandonar toda lectura y preparar una paella, como los de Manuel Vicent.
Un poema que se pueda leer con zapatillas y un gin-tónic, como los de Angel González.
Un ensayo que responda con las preguntas exactas, como los de Fernando Savater.
Un artículo que te lleve a abandonar toda lectura y preparar una paella, como los de Manuel Vicent.
Y un libro de viajes que me lleve donde nunca me atrevería, al fondo de nosotros mismos, como los de Ryszard Kapuscinski.
En todos estos casos hablar de géneros es una convención sin mucho sentido porque los cuentos de los que hablo son como ensayos, los poemas como cuentos, los ensayos como artículos, los artículos como poemas y los libros de viajes son un compendio de todo lo demás, tal vez porque no hay buen libro que no sea un viaje ni viaje verdadero que no merezca un libro.
Me gustaría que los que visitáis este blog dejarais también, si os apetece, vuestras personales preferencias literarias. Y por favor, tened cuidado, porque pienso tomar vuestras elecciones por recomendaciones.
Y para acabar, coincidiendo con mis recién estrenadas vacaciones, este blog se toma también las suyas, aunque creo que no podré pasar sin pasar alguna vez por los vuestros.
Sin más, reciban ustedes un saludo luminoso y punzante como las huellas de los buenos libros, y como los dedos de ese cardo a contraluz.
Sin más, reciban ustedes un saludo luminoso y punzante como las huellas de los buenos libros, y como los dedos de ese cardo a contraluz.