Que dice el viejo que no, que el no come el pan de la panadería. Que no, que solo come la hogaza cocida en el “forno” de casa. Y que si no hay pan de casa, que él no come pan, y que si no come pan tampoco va a comer otra cosa porque a ver con qué la iba a acompañar. En fin, cosas de viejos que no hay quien se las saque de la cabeza. Así que allá van Pepe, Litos y Carmina, a comprar la harina, reunir la leña, limpiar el horno, preparar el “formento”, amasar y cocer las hogazas, que saldrán morenas y generosas, como matronas romanas, y sonrientes.
Esta vez el horno anda algo acatarrado. Alguna gotera originada por los muchos años y el poco uso en los últimos tiempos impide que la leña arda con brío. Por la chimenea sale el aliento del roble, denso y torpe como respiración de bronquítico. Después de retirar las brasas, alcanzada al fin esa temperatura exacta que no requiere de termómetros porque esta guardada en la memoria de las piedras refractarias, el vientre del horno, vacío y oscuro, aguarda la blanca y turgente semilla de la hogaza. Por la chimenea escapan ahora los suspiros de pan que se cuelan por los quicios de las puertas, por cada ventana mal cerrada y por las escaleras que comunican los sótanos y los desvanes de todos los sentidos. Y enseguida salen las hogazas, rotundas, como esculturas de una fragua, milagros sin religión que nos devuelven la fe a los postmodernos.
Esta noche ya podrá el viejo comer su pan de casa, ese pan que se cuece no al calor del fuego, sino al recuerdo de calor que queda cuando el fuego se retira. A lo mejor es por eso que en su interior de miga densa encuentra el viejo el calor de algún recuerdo.
Excelente relato de un momento diario en un pueblo. Creo que es más descriptiva la narración del panadero artesano que la fotografía, que más bien parece una factoría metalúrgica.
ResponderEliminarLo de las piedras cuando cogen la temperatura ideal me ha gustado... La verdad es que cuando comes pan hecho en pueblo, se nota. Esas hogazas rellenas de chorizo de pueblo... Bueno, la boca agua se me hace.
En cuanto a la descripción fotográfica, es uno de esos momentos cruciales en la vida diaria; unos hacen el pan y otros lo comemos.
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ResponderEliminarTu relato me trae añoranzas. En una casa de campo, de mi hermana, tenemos uno de esos hornos... ahora sólo se usa para asar corderos los fines de semana (se sirven comidas) y no hay nada como la carne cocida en ese santuario. Sin embargo son muchas las veces que le he dicho a mi hermana Raquel de cocer pan, pero con las prisas de estos tiempos, parece ser que no está el horno para bollos ni hogazas
ResponderEliminardefinitivamente voy a borrar la palalabra "insuperable" cada vez que entre a tu blog pero es que eso es lo que pienso post tras post, este último tiene esa belleza atemporal de los grandes. Preciosa descripción Xuan, me ha encantado.
ResponderEliminarLa imagen... genial. El texto es sencillamente sublime. Juntos una obra donde uno se recrea oliendo a roble e intentando recordar el sabor de esas hogazas. Sabía decisión la del protagonista de tu historia.
ResponderEliminarCosas de viejos. Entrañable.
Lo que daría yo por una hogaza de esas, unhhh..., se me cae la babilla.
ResponderEliminarXuan no me puedes hacer estas cosas a mi, encima la foto llama mas a saborear ese exquisito pan de casa.
Muy buena entrada amigo.
Se me olvidaba, me gustaría que vieras este blog: http://cartasdenavegaciondeunnaufrago.blogspot.com/
ResponderEliminarSeguro que cuando entres sabrás de quien se trata.
Buen fin de semana.
Que bien Xuan que haiga álguien que nos recuerde como se hácian las cosas antes, sin prisas, sin estres...hay que ver cuantas cosas buenas nos perdemos por ser tan "modernos".
ResponderEliminarLa foto me parece genial, sobre todo el primer plano y el detalle que tiene la cerradura.
Sin querer o queriendo te esta saliendo una serie etnográfica que nos hace meditar de la pérdida del paraiso.
ResponderEliminarEspero la siguiente.
Poder revivir el paraíso en este erial me reconcilia.
Excelente trabajo, viviendo escenas como éstas, creo que el comentario surge solo, lo complicado es plasmarlo de manera que todos lo capten tal y como se vivió, y eso tú lo has conseguido.
ResponderEliminarDe acuerdo con Dvisión Rober: hoy la foto acompaña al relato; a un relato como siempre exquisito. Es un privilegio leerte, Xuan. Besos.
ResponderEliminarUna descripción fabulosa xuan a mí tambien me trae gratos recuerdos esas hogazas que supongo tu tambien pudiste disfrutar, uuummm parece que las pueda oler desde aquí, la foto en consonancia con el relato como siempre.
ResponderEliminarUn abrazo
Tambien hoy,como con las Navajas de Taramundi,me recuerdas a Segura y los hornos comunales de cada aldea.Donde se cuecen generosos panes que duran toda la semana ¡Y no se ponen duros! mientraslos vecinos aprovechan para conversar del pan,del tiempo y de todo lo divino y humano.
ResponderEliminarSi el horno de tu preciosa fotografía estuviera en mi casa, yo haría lo mismo que el anciano de tu historia.
ResponderEliminarCierro los ojos y respiro hondo, poco a poco el olor a pan recién hecho se apodera de mi pituitaria ummmm delicioso pan de casa hecho con mis manos, con mi leña y en mi propio horno.
Ummm hogazas morenas y salerosas....
Mmm...ya me está llegando el olor del pan recién hecho...
ResponderEliminarMaravillosa la foto y el texto, pero una pena que estas costumbres desaparezcan, todo lo bueno se acaba.
Excelente foto...me gusta los planos y el sosiego del color, arrebatado por el fuego que es el que marca la vida...
ResponderEliminarYo también soy rara y ¿maniatica?, no me como el pan de la panadería ni loca, con mi cocina de leña, que por suerte aún tengo, cocino que es un primor y vivo a su vez en la vanguardia, ¡qué enriquecedor!, el olor, el sabor y la calma del buen hacer, del amor a la vida... Saludos coridiales.
Curioso: enciendo el ordenador y la pantalla huele a pan.
ResponderEliminarEs curioso, pero has abierto el apetito a más de uno, con sólo una fotografía. Y todavía digo más, estamos aquí hablando de costumbres culinarias ya ¿olvidadas?
ResponderEliminarNo están olvidadas, y la memoria del olfato no engaña. Nos vienen aromas a pan de pueblo, a leña, a vino de carral y a monte.
Está bien, no tenemos la posibilidad de disfrutar de todo esto, pero por lo menos podemos intentarlo, comiendo un poco mejor.
Yo siempre que puedo, en vez de ir a un MacDonalds, Burger o los tan prolíficos Kebabs (pues no, Kebab Kebab Kebab yo leo a Kirkegard...)
Bueno, que lo quiero decir es que nos tomemos las cosas con más tranquilidad, y una vez más citando a Jim Morrison: "Take it as it comes", o mismamente la versión de The Byrds: "Turn Turn Turn", vamos que básicamente hablan de tomarse la vida más calmadamente, menos en serio y que nos fijemos más en lo que tenemos al lado.
Sólo digo otra cosa: el que busca encuentra.
Esa boca de fuego es la que nos nutre. Hasta el punto de que luego andamos todos por la vida buscando el sabor de aquellos panes de nuestra infancia... sin encontrarlo.
ResponderEliminarHistoria maravillosa y la foto con el encanto de otro tiempo.
ResponderEliminarYo vivo al lado de una panadería y todas las mañanas el olor del pan tierno se cuela por la ventana, ahora es un horno electrico... pero en tiempos era de leña y las amas de casa hacian sus propios dulces, mantecados, tortas, magdalenas; pero esa es otra historia.
Venga saludos.
genial? has desaturado por zonas?
ResponderEliminarme gusta la sensacion
y la calided de ese horno
en mi pueblo había una tahona y un señor que además de panadero fijate¡ era el peluquero
genial esas cosas solo pasaban en pueblso como el mio
bueno, como todos los pueblos
buena foto
Buena, buena, buena, muy buena.
ResponderEliminarSaludos.
Yo aprendí el sabor del pan en panes de hogaza en mi pequeño pueblo, y hoy se me saltan las lágrimas de la boca cuando observo un prefabricado pan de hogaza en los supermercados que, a pesar de todo, compro con una dulce sensación de retroceso a los inviernos en casa de mi abuela.
ResponderEliminarUn saludo!
que bonito, tan descriptivo tu texto, como un dibujo, se siente el aroma del pan en el horno, el sonido de la brasa, la voz del viejo reclamando por su pan.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, Xuan
Excelente en todo en la foto en la descripcion, hasta aqui llega el olor a ese pan que hemos comido tantas veces de niños.Muy buena Un saludo
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ResponderEliminarYa huelo ese aroma al pan de casa, al pan que no se adultera con olores falsos de atracción de corto plazo.
ResponderEliminarComo siempre, Xuan, muchas felicidades por esa imaginación que desborda.
... mmmhhh, que rico! Antes yo cosi mi pan tambien en la casa, bueno con una maquina. Pero ahra .. me falta el tiempo!
ResponderEliminarA veces las cosas simples son la mejores!
Sumando los años de cada elemento de la composición quizás se supere el millar...
ResponderEliminarEsta imagen junto al relato alimenta, genial los colores y la composición...
me encanta el pan de hogaza, sabor a pueblo, a nuestras raices, el de grandas de salime insuperable, para mí, pero bueno que sería de nosotros sin esas añoranzas
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