sábado, 26 de julio de 2014

Salvando las distancias

                                                                                                                        Uztárroz - Navarra

El vacío no es más que cierta clase de superficie cuya estructura se acomoda al impulso. Por eso él, que lo sabe sin haberlo aprendido, solo necesita una brevísima extensión del espinazo para abrir y cerrar ese paréntesis que llamamos salto. Pero para mí, que no estoy para tales florituras, este salto se convierte sobre todo en un salto en el tiempo: 2014-1958: a Pérez-Siquier se le mueve el gato de la foto y desde entonces siguen ahí las miradas prendidas, pendientes del gesto, de ese instante en el que somos uno con el aire.

viernes, 18 de julio de 2014

De algún lugar que ya no existe



     De algún lugar que ya no existe (¿de un tiempo mejor, tal vez más propio?) ha de proceder el deseo absurdo de buscar en las carreteras secundarias una cuneta en la que detenerse para abordar ese pensamiento compacto que es un campo de trigo, con la intención a medias confesada de averiguar la trama, desentrañar la pincelada, tocar el tapiz, acariciar, en fin, el lomo levemente erizado de la tierra. Y descubrir cómo esa tostada uniformidad que la lejanía nos propone la trilla ahora la mirada en espigas díscolas, grávidas espigas que fijan como sales de plata la fotografía del paso de un viento sin nombre. Ese deseo absurdo que en parte sacia y en parte aviva la amapola procaz, capaz de convertirlo todo en su pretexto.


viernes, 11 de julio de 2014

Regreso

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Trazar el viaje de vuelta por una ruta distinta al itinerario de la ida es una forma de prolongar la ilusión del viaje y de algún modo eludir ese destino ineludible del regreso. Tomamos entonces la A-231 como el que toma un comprimido y enseguida empezamos a experimentar sus efectos. La autopista imprime sobre la inmensidad del paisaje castellano la precisión del resumen: algo así como una premura por llegar a alguna clase de conclusión acerca de su geografía no solo física sino quizás también sentimental. Además es una tarde en la que las tormentas se suceden a nuestro paso con la misma discontinuidad longitudinal que divide ambos carriles: en el transcurso de una hora anochece y amanece tantas veces que también el tiempo se ha convertido en una cinta enloquecida multiplicando por mil la velocidad y las distancias. De entre todo el instrumental a nuestro alcance acudimos a la cámara fotográfica para tratar de pausar el vértigo, pero tal vez solo conseguimos añadir ese grado de falsedad inherente a lo parcial. Todo lo más las fotografías puntúan las frases y proporcionan al discurso del paisaje un sentido entre muchos posibles. Recupero hoy alguna de esas fotos, tan recientes todavía, y las ingiero una a una con todos los elementos que contienen: ahora viajan a través de mi por otra autopista que se aleja y se pierde entre mínimas tormentas.

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