
Ya hace tiempo que dejé de buscar aparcamiento en la ciudad. Se ha puesto imposible. Conozco gente que, después de encontrar un hueco libre, cambió de residencia solamente por no mover el coche. Yo ahora, cuando quiero estacionar, me acerco a este parking y aquí enseguida doy con algún sitio donde dejar el coche. Además no puede estar más céntrico: está igual de lejos de todos los lugares. Es cierto que a veces, en los días grises, cuesta un poco distinguir las líneas, pero como vengo a menudo ya casi aparco de memoria. También es verdad que en verano se pone algo más difícil y que las gaviotas, desde que escasea el pescado, se han vuelto más territoriales. Pero aun así, sigo volviendo en cualquier época en busca de mi zona azul particular, libre de tiquets y olvidada de todos los horarios.