
Convertir el desnudo en motivo estético, en género artístico incluso, es probablemente el método más eficaz para ocultar la desnudez. Nada como someter al cuerpo a códigos visuales para desactivar en él todo atisbo de carnalidad. De todos modos, la desnudez es bastante esquiva. No la hallamos en lo íntimo, pues la intimidad es el espacio para la acción sin adjetivos, es decir en la intimidad puede uno desnudarse pero no encontrarse desnudo. La desnudez más bien parece un fruto no querido de lo exterior, una consecuencia de la intemperie que a veces nos sorprende en el cambio de estación, no por estar fuera sino por estar fuera de lugar, extramuros.