Esa tarde habíamos llegamos un poco más lejos con el perro, de ordinario encadenado en un rincón de la cuadra donde espanta los fantasmas de las alimañas que hace años dejaron de rondar el gallinero. Lo soltamos por caminos de grava y en la playa. Era una tarde indecisa entre el naranja y el malva, tan quieta que se oían las conversaciones de las gaviotas con la nitidez de un anfiteatro. El perro, falto de costumbre, jadeaba con la boca muy abierta. De pronto dejó de seguirnos, de respirar casi. Alargamos la mirada como él, pero tampoco vimos nada. Apenas el presentimiento de una desventaja. Lejos, en el interior de la fronda que se repliega tras las últimas casas, la martaleña* desciende de rama en rama, se desplaza al cobijo de los setos, del maíz crecido, desde las sombras azuladas hasta los patios traseros, por las grietas que el tiempo fue abriendo en las paredes de las cuadras.
*martaleña: marta, pequeño mamífero carnívoro de la familia de los mustélidos que habita los bosques europeos
*martaleña: marta, pequeño mamífero carnívoro de la familia de los mustélidos que habita los bosques europeos
pues no sé lo que vería el perro, si la marta o qué,
ResponderEliminarpero tiene una mirada...
Bello texto!
ResponderEliminarUna mirada que resulta imposible de olvidar en un tiempo.
ResponderEliminarUn texto exquisito.
Saludos
Parece la mirada triste del que sabe que perdio su destino, la marta puede campear tranquila
ResponderEliminartensión e incierto desenlace.
ResponderEliminarinteresante instante y relato una vez más.
Por encima de todo me impresiona la mirada del animal, tan inteligente, tan atenta, tan meditativa, tan profunda. Qué mirará desde el abismo de sus ojos. Desde la profundidad de su mundo interior.
ResponderEliminarQuién se inventaría que los animales no piensan, ni sienten. Seguro que era alguien a quien le ocurría lo mismo, no pensar, no sentir.
El texto, un remanso de paz.
Cómo me gustaría mirar con tus ojos.
El instinto Xuan, el instinto que nunca se pierde del todo...
ResponderEliminarSaludos.
Es como una mirada de resignación, sabiendo que lo que su instinto le ofrece es inalcanzable para él.
ResponderEliminarUn perro precioso y un texto conmovedor y bellísimo.
Un abrazo y buen fin de semana.
Dejando al margen que siempre me han gustado los perros, que soy feliz jugando con ellos, que me encanta que me provoquen para jugar juntos...nunca he visto una mirada que diga tanto como la de un perro.
ResponderEliminarMe he sentido conmovido en más de una ocasión por la forma en que me miran, son infinidad de mensajes juntos en un segundo, tan sólo con su mirada, no hablan....para qué si con mirarte te dicen cuanto sienten,cuanto desean.cuanto aman.....
No sé si es inteligencia lo que poseen, pero estoy seguro que saben responder mejor que nadie a los estados del alma..humana. Son capaces de reir junto a tí, de arroparte si estás triste, de lamerte las heridas en su afán de saberte feliz, y no hay quien se muestre más fiel que animales (?) como los perros....
Bellísimo texto, Xuan, y fotografía que llega al alma.
Un fuerte abrazo.
Enrique.
Mundo animal. A veces el nuestro.
ResponderEliminarHay pocas cosas que igualen a la mirada de un perro.
ResponderEliminarSi nosotros tuviésemos esa habilidad de anticipación otro gallo nos cantaría, nada nos pillaría por sorpresa.
ResponderEliminarFeliz finde!
Hola, no soy muy dada a las cadenas de ningún tipo pero me ha llegado una y he puesto tu blog, para que si quieres, la sigas.
ResponderEliminar¿Por qué? pues porque considero que detrás de tus post, llenos de imaginación y "savoir faire", debe haber una persona interesante que me gustaría conocer un poco más.
Perdona mi intromisión y...¡Tú mismo!
Un abrazo
El ecosistema de las cuadras. También hay quien suelta culebras para alejar roedores, a la vez que son alimento de las alimañas, y las alimañas de su perro...
ResponderEliminar"El presentimiento de una desventaja". Buena metáfora la de esa mirada y tus palabras en el 30S. (Esta es mi interpretación)
ResponderEliminarEs bueno que alguien me recuerde tu Calendario de instantes.
Eres único.
ResponderEliminarVisitarte en entrar en la sorpresa continua, en el placer de la vista, del pensamiento, de la palabra...
Besos
Sabiendo que el mundo de los olores es al perro lo que a nosotros la vista, o el mundo de los colores, sería suficiente para justificar la foto.
ResponderEliminarPero no es éso. Es, como digo yo, el 'ponerse en automático'. Es el notarle que ya sabe lo que va a ver antes que su la mirada ansiosa, concentrada, quizá miedosa, lo encuentre.
Son los estímulos que activan comportamientos ancestrales, esos que tan perdidos tenemos nosotros, tanto los unos como los otros.
Contamos con demasiada desventaja.
Vivimos en nuestro mundo inventado. Los animales viven en los dos, el nuestro y el que siempre ha existido...pero ellos todavía pertenecen al segundo.
ResponderEliminar...Añadiría.
Frente a las fotos/rostros de los humanos, los perros (y otros animales) tienen la exclusividad de lo auténtico, de lo no preparado, de lo no modelado.
ResponderEliminarY respecto a tu texto, hay cosas admirables:
con la nitidez de un anfiteatro
Apenas el presentimiento de una desventaja.
cosas admirables que no sé si proceden de un repliegue íntimo o de un despliegue emocional, o de ambas cosas.
Fantástico el chucho.
Me encanta esa mirada
ResponderEliminarBesos
Quizá tuvo la certeza de que hay cosas que merecen la pena.
ResponderEliminarComo todo animal, el cruzar una línea es algo que se debe contemplar cuidadosamente, analizando todos los pormenores.
ResponderEliminarExcelente
Un abrazo
Magnifico retrato, magnifica la 'partitura' anterior!
ResponderEliminarNo seduzcas. No te dejes seducir.
ResponderEliminarEscucha. Escucha como lo hace él. Pero no sucumbas a los halagos, a ninguno, provengan de ti o de cualquier otra persona.
Escucha.
Sin palabras me has dejado. Bellísimo retrato.
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