Recuerdo que allá en las primaveras de la infancia más de un día llegué con retraso a la sesión vespertina del colegio por culpa de las dichosas mariposas que salían a mi encuentro y me liaban con el tira y afloja de su vuelo; y con aquel parpadeo seductor antes de alzarse.
Ahora, más allá de la primavera las he buscado hasta las postrimerías mismas del verano con todo mi detenimiento, con mi reconcentración más absoluta, y en su lugar solo he encontrado caracoles.
Puede ser que el celofán con que envolvemos el núcleo duro de nuestra niñez haya aumentado el número y variedad de aquellas mariposas. O también que nuestros pesticidas las hayan confundido más aún que los quiebros de la memoria. Pero es sabido que todo hallazgo es extensión del instrumento con el que procedemos a su búsqueda. Por eso lo que más me preocupa a estas alturas es qué estrambótica gimnasia habré de practicar para atraer de nuevo a esas dichosas mariposas.
Ahora, más allá de la primavera las he buscado hasta las postrimerías mismas del verano con todo mi detenimiento, con mi reconcentración más absoluta, y en su lugar solo he encontrado caracoles.
Puede ser que el celofán con que envolvemos el núcleo duro de nuestra niñez haya aumentado el número y variedad de aquellas mariposas. O también que nuestros pesticidas las hayan confundido más aún que los quiebros de la memoria. Pero es sabido que todo hallazgo es extensión del instrumento con el que procedemos a su búsqueda. Por eso lo que más me preocupa a estas alturas es qué estrambótica gimnasia habré de practicar para atraer de nuevo a esas dichosas mariposas.
No es problema de memoria, yo también tengo la sensación de que había más mariposas cuando era niña, aunque últimamente alguna se deja ver con cierta regularidad.
ResponderEliminarHabiendo tan pocas o dejándose ver tan poco a menudo debe de ser más difícil capturar su imagen, así que a seguir intentando y paciencia, mucha paciencia.
En todo caso, las fotos de los caracoles, a pesar de que se dejan fotografiar, no le desmerecen nada.
Un abrazo
¿Y cómo no ser dichosa siendo mariposa? ¿Qué haría usted de poseer esas alas? ¿Quedarse o volar? Estamos tan acostumbrados a tener fresas en invierno y naranjas en verano que nos olvidamos del curso natural de las cosas. Sea paciente y confíe en su regreso.
ResponderEliminarMe gustan sobre todo las dos últimas, y me gusta ese "celofán con que envolvemos el núcleo duro de nuestra niñez".
ResponderEliminarUn abrazo
Buena serie!
ResponderEliminarUna serie realmente preciosa , estética, elegante y muy bien trabajada.
ResponderEliminarUn abrazo
espera a las mariposas, ya volverán!
ResponderEliminary mientras tanto, fotografía caracoles...
ResponderEliminartengo por norma no comentar entradas de bichos asi que diré que en Madrid capital es un acontecimiento ver una mariposa. Tanto que si fuera director de informativos televisivos abriría el mio con la noticia "Hoy ha sido vista una mariposa por una pareja en el parque tal..."
ResponderEliminarabrazos
¿Cómo puedes hacer esas fotos? ¿tienes amaestrados a los caracoles?
ResponderEliminarmuy bellas imágenes de naturaleza con caracoles, verdaderamente estéticas!
ResponderEliminarSí, es cierto, no sé si están en peligro de extinción, pero son muy raras de ver. Tus caracoles nos hacen olvidarlas por un momento.
ResponderEliminarAbrazos.
Unas imágenes fabulosas. Es increible donde llegar a encaramarse esos caracoles para reposar !!!
ResponderEliminarQuizás sean las cataratas de la madurez las que nos impidan ver aquellas cosas que en la infancia nos atraían sobremanera.
Un abrazo, Xuan.
La gimnasia que tendrás que hacer es la de la paciencia hasta que vuelva la primavera. Aunque algo más traviesas que los caracoles para hacerles fotos sí que son.
ResponderEliminarSalu2
No hay quehacer ningún tipo de gimnasia, Xuan, simplemente siéntate y espera, ella llegará sin que tu puedas hacer nada ni por evitarla ni por adelantarla. Por cierto me encanto el comentario que me hiciste sobre el tiempo detenido, los invitados que no llegan y el sonido de los carruajes. Gracias por hacer la imagen mas grande con tu comentario. Un saludo
ResponderEliminarQuise por todos lo medios, estando en Sicilia, llegar hasta Segesta y ver el templo. El tren paraba lejos y desde la desértica estación caminé un largo rato bajo un sol inclemente. No me importaba, sabía que tendría una gran recompensa. Así fue, el templo es como estar en la gloria.
ResponderEliminarAntes de llegar, pasé por un paisaje de ensueño: todo eran plantas como éstas y los caracoles se arracimaban en sus tallos, haciéndolos bambolear con la más mínima brisa.
Cogí cinco o seis, secos y opacos. Ahora los veo cada día pegados en una pared de mi casa.
Gracias, Xuan.
Acabo de darme cuenta de que hace mucho tiempo que no veo una mariposa. Demasiado.
ResponderEliminarMe gusta especialmente la penúltima foto.
ResponderEliminaryo creo que los pesticidas tienen mucho que ver en la merma de las mariposas y otros insectos, pero también estoy de acuerdo con lo que dice Ali,así es que reitero su última frase-recomendación: "sea usted paciente y confíe en su regreso"; aunque lo de tener fresas en invierno y naranjas en verano tiene mucho que ver con los pesticidas, claro...La cuestión es si tendremos mariposas o debemos conformarnos con los caracoles, que tampoco están mal.
Saludos
Para mi los caracoles son el tiempo plegado y las mariposas el tiempo desplegado, uno permanece y el otro se nos escapa permanentemente. Me encanta esta entrada el b/n fundamental.
ResponderEliminarUna serie muy buena de verdad, elegante y sutil, la primera en particular es magnífica con ese bokeh y ese virado, un abrazo
ResponderEliminarem busca do tempo perdido nas voltas espiraladas de um caracol, o eterno retorno às coisas simples: o vento na cara, o voo das borboletas, a frescura da água no Verão, a voz sussurrada das mães a acordar o dia...
ResponderEliminarviendo estos caracoles amantes d las alturas...no serán mariposas camufladas?
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