Hace casi ocho años, en los primeros tiempos de este calendario, fotografiaba esta misma esquina. La llamé “Esquina futura”, tal vez con el propósito inconfeso de regresar a ella algún día. Fue la de entonces una mirada cerrada sobre las cerradas persianas de la Utopía, la vieja coctelería. Mirada bífida también porque abría en dos fotografías la doble perspectiva, sombra y luz, que el filo de la Utopía separaba.
Hoy la Utopía sigue en el mismo sitio pero la mirada ha cambiado notablemente. Un punto de vista más retrasado permite recoger el conjunto de la calle, dando protagonismo a otros elementos: la esquina es ahora un detalle secundario y solo tras una observación atenta descubrimos el utópico cartel. Por cierto que las persianas son nuevas, lo que hace pensar que el local goza de buena salud, asentado en el ocio nocturno con sus cócteles utópicos, no tanto por su perfección como por lo mucho que se hacen esperar.
Más detalles: la calle ha sido adoquinada, una declaración de buenas intenciones pues los vehículos siguen circulando por ella como siempre. La flanquean árboles portátiles, plantados en macetas de acero corten, árboles precarios y listos para el desalojo, ejemplo de esta especie de urbanismo deslocalizado. Después de tomar la foto, me invade la intuición de que de algún modo una utopía se está cumpliendo en este mismo instante, y el desasosiego de no saber qué clase de utopía ni de quién.
Solo el mar sigue como entonces, al fondo contra el muro, batiendo un poco más arriba y más fuerte cada año.
Hoy la Utopía sigue en el mismo sitio pero la mirada ha cambiado notablemente. Un punto de vista más retrasado permite recoger el conjunto de la calle, dando protagonismo a otros elementos: la esquina es ahora un detalle secundario y solo tras una observación atenta descubrimos el utópico cartel. Por cierto que las persianas son nuevas, lo que hace pensar que el local goza de buena salud, asentado en el ocio nocturno con sus cócteles utópicos, no tanto por su perfección como por lo mucho que se hacen esperar.
Más detalles: la calle ha sido adoquinada, una declaración de buenas intenciones pues los vehículos siguen circulando por ella como siempre. La flanquean árboles portátiles, plantados en macetas de acero corten, árboles precarios y listos para el desalojo, ejemplo de esta especie de urbanismo deslocalizado. Después de tomar la foto, me invade la intuición de que de algún modo una utopía se está cumpliendo en este mismo instante, y el desasosiego de no saber qué clase de utopía ni de quién.
Solo el mar sigue como entonces, al fondo contra el muro, batiendo un poco más arriba y más fuerte cada año.
El mar es la esperanza, la certeza de que todo cambia para seguir igual. Como esos árboles de quita y pon. Y claro, tu mirada ha cambiado, es más madura (en lo fotográfico) más profunda, más reflexiva, más alejada de lo convencional. Ha crecido igual que tus textos.
ResponderEliminarA mi también me hace meditar esta calle de Utopía. Me suena haberla visto, y tengo la impresión de que por esta zona, (Creo que es el paseo marítimo de la playa de S. Lorenzo) estaba la Galería de Arte Pablo´s, en Gijón dónde expuse una colección mía de pintura.
ResponderEliminarInvitan a meditar este silencio y esta lluvia, Xuán. Qué bien se está contigo en tu mirada. Cuanta paz.
Gracias por tus fotografías.
Es cierto, la vista es similar, esa galería que mencionas se asoma también a la playa de San Lorenzo, pero justo en el otro extremo de la playa. Tienes que volver pronto por aquí para refrescar la vista y de paso la memoria ;-)
EliminarTodo es cambiante y con fecha de caducidad, especialmente lo que construye el hombre. Puede que ahora seas mas sabio, y relativizas hasta lo que ves, necesitas más perspectiva, de este modo el utópico local se convierte en una anéctoda del paisaje urbano. Solo el mar permanece aparentemente impasivo. Aparte de todo esto, la foto muy buena.
ResponderEliminarUna entrada muy interesante, me gusta como ejercicio para hacer cada equis tiempo.
ResponderEliminarquizás lo haga aunque sólo sea para mí, se pueden sacar muchas reflexiones.
Besos.
Preciosa, que día mas asturiano, hasta se puede oler el mar.
ResponderEliminarSaludos
Yo creo que la utopia ya hace años que se la llevaron las olas, esto que has pescado es la realidad.
ResponderEliminarhttp://www.fernanfotos.blogspot.com.es
¡¡unas fotos de 2008 que no recordaba!! y cuantos amigos que ya no están, en fin. Me gusta mucho mas esta nueva visión porque como dices muestra todo lo que entonces nos escondiste. El primer edificio es precioso, la edición de matrícula y la composición amable y hermosa. Muy acertadas las apreciacianes sobre los maceteros y el suelo adoquinado ¡que me aspen si lo entiendo! si es zona peatonal no es práctico sino moda peligrosa y absurda pero mas estúpido resulta si el fin es el tráfico rodado. Los adoquines como producto manufacturado son mas caros que es el cemento y menos efectivos y duraderos ya que al poco de ponerlos suelen hundirse dejando un firme muy poco firme, supongo que alguien se llevaría su buena comisión porque sinceramente no les encuentro ninguna razón de ser, los coches hacen ruido, se dañan los amortiguadores y si los transitan personas, no han pensado en las señoras con tacón, ni en los niños que se caen, ni en los ancianos ni en los discapacitados, entonces ¿para que?
ResponderEliminarUn abrazo
Ocho años son muchos.
ResponderEliminarAl final acabas dándote cuenta de que muchas cosas han cambiado pero otras, quizás las más importantes, siguen siendo más o menos igual.
Me ha encantado esta entrada, y también ese paisaje sin aristas de la anterior.
Un placer pasar por tu casa, XuanRata.
Un abrazo.
En este caso, los años le sientan bien al lugar y creo que a ti también, me gusta más está versión, quizás más romántica y optimista, como aquello de que los sueños y las utopías al final se cumplen.
ResponderEliminarLa edición de la foto me parece sublime.
Feliz semana, Xuan.
El tiempo pasó pero el mar permanece. Me gusta este rincón, me gustan los colores de la luz sobre las piedras de las casas.
ResponderEliminarSalu2
las luces y las sombras, los contrastes, acentúan ese aire de irrealidad...utópica...
ResponderEliminarDe tu texto hoy he aprendido lo que es ese acero CORTEN, que mira que me gusta ese óxido tan permanente pero que nunca pensé que su nombre era así, he comulgado con tu forma de pensar en cuanto al urbanismo deslocalizado, me he sumido en la verticalidad del señor del paraguas del fondo y la del árbol deshojado y he desalojado mi vista para tratar de ver qué travesía es la que reza el letrero. Google maps me lo ha dicho y lo he visto: la 'c' sigue difuminada por un acto de borrón. Re(c)toría. Con la 'c' yo ahora pienso en Corten. Aunque la película sigue.
ResponderEliminarBesos.
La luz que tuerce la esquina, y ese paraguas previsor que convoca todas las ternuras posibles, hacen de la utopía una habitable realidad. Como es habitual, acaricias con tú cámara la luz, Xuan, y luego nos lo cuentas despacio y bien. Una precisa forma de saber ver y querer.
ResponderEliminarQuizá el mar pueda contestarte, sabe mucho, ha visto mucho.
ResponderEliminarBesos, Xuan, besos
Y la luz.
ResponderEliminarExcelente trabajo, la edicion, perspectiva y composicion son estupendas, estupendo tambien el texto como de costumbre, saludos amigo, siento mis escasas visitas al blog, ultimamente no he podido por diversas causas, un fuerte abrazo.
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