En esta tarde de diciembre una vibración de bronce resuena en las pupilas del fotógrafo como una llamada. Echa a andar y al borde del acantilado descubre a un pescador que con las cañas bien dispuestas confía a la espera toda su esperanza. Muy cerca un recolector de setas peina la hierba húmeda y da forma concreta al afán y a la búsqueda. Cada uno a su modo recoge los frutos del azar y escucha el silencioso crujir de la maquinaria del tiempo. Poco después todo se disuelve y ya solo queda el momento triste del recuento.
viernes, 8 de diciembre de 2017
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Esa silueta a contraluz me ha recordado el cuadro El ángelus de Millet. Extraordinaria fotografía
ResponderEliminarEste cielo reclama el protagonismo que le has sabido dar adornándolo situando las siluetas en el extremo inferior, que además cumplen la función de dejar abierta una lectura a la imaginación del observador.
ResponderEliminarBuen fruto has recogido, Xuan.
Pues ese momento mágico del recuento te ha quedado de perlas chaval. Una luz preciosa y un silueteado genial. Un abrazo
ResponderEliminarEn ese atardecer de cobre me quiero perder tras el objetivo de tu máquina para no moverme en mucho tiempo de la mirada de tus ojos.
ResponderEliminarUn abrazo, Xuan.
El fotógrafo también recoge el fruto que durante la tarde ha captado su objetivo y en este caso la imagen conseguida es maravillosa.
ResponderEliminarHay que salir más a recolectar amaneceres y ocasos.
ResponderEliminarEl fotógrafo también recogió su fruto.
ResponderEliminarUn abrazo, XuanRata.
El tiempo dicta su ley implacable pero el azar también hay que trabajárselo. Muy buena tu cosecha.
ResponderEliminarUn abrazo.
Ciertamente en estos días con el frío que hace cuesta realmente salir temprano ha buscar salidas de sol. Quizás por la tarde al anochecer tan pronto es más fácil salir a encontrarse con estos momentos de sueño que nos da el astro sol al esconderse. Me gusta mucho el momento captado, la soledad del hombre concentrado en lo que esté haciendo con un tan magnífico telón de fondo. No se exactamente de donde eres, pero, por las fotos que he visto por aquí en este tiempo que llevo acompañándote te imagino del norte, de alguna de las magníficas regiones que tenemos en el cornisa cantábrico y en tu foto no me es muy difícil imaginar cercano uno de esos magníficos acantilados costeros que tenéis en vuestra zona. Un abrazo.
ResponderEliminarAsí es, soy de y vivo en Asturias, concretamente en Candás, puerto de mar, cerca del Cabo Peñas. Al tomar esta foto, el acantilado estaba justo a mi espalda, no tan cerca como para resultar peligroso, pero sí lo suficiente como para sentir su presencia.
EliminarSabes de sobra que las transfusiones son tan necesarias como el comer. Generalmente como mejor se perciben es sól@ y con todo el tiempo del mundo. Me chifla que el cielo sangre.
ResponderEliminarBesos, Xuan.
Impresionante descripción de esos fugaces momentos que, muchas veces, todos anhelamos captar en un solo click. Como impresionante es la fotografía que has realizado, vaya cielo!!!
ResponderEliminarEnhorabuena y un gran abrazo, amigo!!! ;)
Que pedazo puesta de sol, y muy apropiado el texto. Un abrazo
ResponderEliminarEl cielo en todo su esplendor, el paisaje terrestre y la figura del hombre, resultan insignificantes. Parece que algo sobrenatural va a suceder. Es hora de marchar.
ResponderEliminarUn abrazo.
Un cielo de fin del mundo!!! Genial y la figura humana recortada contra él, parece guardar los restos del día en la bolsa. Estupenda.
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