Y qué me dices de ese sentimiento que te asalta cuando acudes a la playa en medio del invierno y no sabes dónde ni cómo colocar los pies para recorrerla sin dejar huella.
Crees ingenuamente que caminando más despacio serás capaz de no pisar la arena.
Crees ingenuamente que caminando más despacio serás capaz de no pisar la arena.
La playa en invierno está más olitaria, aunque alguna vez he ido a la costa del sol en febrero y la temperatura era muy agradable...eso incitaba a muchas gentes a pasear po la orilla del mar.
ResponderEliminarMe ha impresionado la vista de esa arena, mientrás más te detienes a contemparla más detalles encuentras.
Besos
La playa en invierno invita precisamente a eso: pararte en el detalle, contemplar con precisión.
EliminarBesos
El mar dejando su esencia sobre la arena
ResponderEliminarComparada la belleza de la huella del mar con la de nuestra huella no salimos demasiado bien parados. Aunque todo depende de las circunstancias: una huella humana para un naufrago puede ser de una belleza incomparable. O de un terror indescriptible...
EliminarUnas formas ondulantes que te hipnotizan.
ResponderEliminarUn detalle precioso.
Abrazo.
Es una tarjeta de visita que avisa de su pronto regreso.
EliminarTememos alterar el impecable planchado de la arena invernal, pero la invadimos sin piedad en la época estival. Nuestra mala conciencia desaparece cuando ya otros han iniciado el asalto. Paradojas humanas. Me encanta esta foto abstracta.
ResponderEliminarUn abrazo, Xuan.
De algún modo en verano pensamos que la arena está a nuestro servicio: eso es el verano, la plena disponibilidad de las cosas. En invierno en cambio todo vuelve a su ser más íntimo y nos volvemos extraños los unos para los otros. Aun así o tal vez por eso la playa en invierno estremece por su belleza.
EliminarLa huella del hombre sobre la naturaleza. Un tema con dos vertientes y mucho de lo que hablar. Es cierto que ante semejante "paisaje" uno siente que debería guardar silencio, mirar y quedarse quieto.
ResponderEliminarUn abrazo XuanRata
Hace no demasiado tiempo se pedía un poco de respeto para nuestro entorno. Hoy ya no basta con eso: hemos puesto en marcha una máquina que supera nuestra propia voluntad. Guardar silencio, mirar, respetar, se han convertido por lo visto en un sacrificio inasumible.
EliminarMagnífica foto!!!!
ResponderEliminarGracias, Tracy. Una imagen algo alejada de lo que suelo publicar habitualmente.
EliminarYa volverá el agua para borrar las huellas y crear nuevos paisajes en un bucle incesante a la espera del fotógrafo. Aplauso.
ResponderEliminarSon infinitos los paisajes del agua. Distinguirlos sería un buen ejercicio para la mirada.
EliminarInteresante abstracción
ResponderEliminarTal vez porque es una abstracción que parte de lo concreto y nos remite de nuevo a él: un esquema que permitiría reconstruir el mar hasta cierto punto.
EliminarPara ser un retrato mío debería estar más picada la mar...
ResponderEliminarEs inevitable dejar huella, ¿no? Y sin embargo hay quienes lo consiguen.
Besos
La mar, voluble, indescifrable, loca, se autorretrata cada día de una forma diferente: La mar, siempre adolescente.
EliminarBellisimas las texturas de esa imagen, amigo
ResponderEliminarSobre esas texturas las piedrecillas, los mínimos cantos, encuentran el surco donde detenerse, como en un juego infantil de canicas.
EliminarSi, je, je, a mi me pasa lo mismo. Cuando en invierno voy a pasar un fin de semana a Cunit donde viven actualmente mis padres de forma casi permanente en una segunda residencia, las playas de invierno con sus patrones y sus piedra pulidas colocadas caprichosamente me vuelven loco fotográficamente y pasa lo que cuentas de no querer dejar huella. Me has hecho sonreír con tu comentario, aunque, sinceramente, me encantaría poder disfrutar más de las playas de tu norte que las de Cunit que realmente tienen poco interés. Un abrazo.
ResponderEliminarEs increíble como puede uno pasarse una mañana entera fotografiando piedras en una playa y creerse el ser más privilegiado. Después uno llega a casa y las fotos no valen nada. Solo allí, en la playa, el oro es oro. Después todo se vuelve ganga, bisutería de Tous.
EliminarUn abrazo
Enhorabuena, has logrado captar una " marena viva".
ResponderEliminarAl menos su electrocardiograma. Tiene buen músculo este mar.
EliminarPreciosa foto y muy original. A mi me encanta la playa en invierno, y me gusta pasear por ella. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarLa playa en invierno nos habla al oído.
EliminarMe encanta pasear por la playa , pocas cosas me parecen mas sugerentes y emotivas, excelente la imagen y el texto, saludos y feliz semana.
ResponderEliminarA mi no solo pasearla, sino escudriñarla.
EliminarUn abrazo.
Has captado el mensaje que las olas dejan en la arena, habrá que leer entre líneas. Me encanta está abstracción.
ResponderEliminarSin olvidar ni los puntos ni las comas.
EliminarNuestras huellas son nada. Las olas, que saben lo esencial, nos harán olvido.
ResponderEliminarEvocadora y hermosa fotografía.
Las olas sobre la arena me recuerdan a aquellas pizarras mágicas que al deslizar una barra en su interior se borraba lo escrito y volvíamos a escribir y a dibujar como si fuera la primera vez. Qué tiempos.
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