Sacar
un provecho más o menos duradero de una circunstancia efímera que tal vez no
vuelva a repetirse. Hay grandes victorias que se sustentan en esto. Pero que no se hagan pasar por estrategas los que no son más que simples oportunistas.
Desde luego, la foto es oportunísima, pero creo que este tipo de imágenes no se sustentan solo en el oportunismo sino que precisan de una buena dosis de educación en la mirada. Un abrazo, José Manuel.
¿Y si yo te dijera que hasta los tácticos, que no estrategas, pero sí totalmente oportunistas cunden y ganan elecciones, Xuan? En la vida cotidiana son frecuentes, pero los vadeamos. Cuando conquistan parcelas de pseudo poder o poder parcial y temporal se creen nuestros dueños. Hay que ir más allá de la indignidad. Pero al gato gato yo lo entiendo. Al gato humano lo desprecio.
Aparecí por este blog por vía Pedro Ojeda, simplemente, y me metí por la gatera. Espero me disculpes.
La cuestión es que por la ventana no solo puede entrar de todo sino también salir, que es lo que en algunas ocasiones le apetecería hacer a uno. Pero siempre terminamos volviendo por donde solíamos.
Je, je, veo que somos varios los que hemos pensado en lo mismo al leer tu texto, supongo que porque la entrada se da un momento tan concreto el texto parece bastante señalador. Supongo que tu también tenías en mente lo mismo, pero bueno, ya nos lo aclararas. Por supuesto me refiero a la libertad de los madrileños.
La foto me gusta mucho, esos colores, las líneas, y el gato que sin duda vuelve a su hogar tras un paseo. No nos engañemos, yo creo que los madrileños también han vuelto a su hogar, son muchísimos años de ganar allí los mismos, no puede ser fruto del oportunismo.
Más que los resultados de unas elecciones que a la postre no alterarán gran cosa, lo que me ha producido tristeza es comprobar como se ha rebajado hasta límites insospechados el significado de la palabra "libertad", que en un contexto político o social nunca puede separarse de otras palabras como son "responsabilidad" y "solidaridad". Apelar a lo individual en un momento tan difícil como este donde lo colectivo es más importante que nunca, y que esa apelación tenga éxito resulta un tanto decepcionante. Si queríamos alguna prueba de que la pandemia no cambiaría nada, ya la tenemos.
En cuanto a la foto, te diré que esa ventana es la del comedor de una braserie del Barrio Latino, a una hora en la que empezaban a llegar los clientes y de la que salía un penetrante aroma a raclette. El gato parecía conocer bien el camino pero no por eso se mostró menos cauto en su acercamiento. Tuve la impresión de que era un cliente habitual pero seguramente no muy bien recibido. Para él la ventana y la oportunidad eran la misma cosa.
Imprescindible Zweig, su lectura siempre es oportuna, aunque no sé si este será uno de esos momentos estelares. El tiempo lo dirá, los contemporáneos somos malos jueces del presente.
Muy buena reflexión para acompañar a esta postal
ResponderEliminarGracias, Joaquín. La foto me sugirió el título y el título me llevó a la reflexión.
EliminarDesde luego, la foto es oportunísima, pero creo que este tipo de imágenes no se sustentan solo en el oportunismo sino que precisan de una buena dosis de educación en la mirada.
ResponderEliminarUn abrazo, José Manuel.
Ciertamente el fotógrafo callejero tiene algo de depredador oportunista y tal vez no sea el más indicado para criticar el oportunismo de los demás.
Eliminar¿Y si yo te dijera que hasta los tácticos, que no estrategas, pero sí totalmente oportunistas cunden y ganan elecciones, Xuan? En la vida cotidiana son frecuentes, pero los vadeamos. Cuando conquistan parcelas de pseudo poder o poder parcial y temporal se creen nuestros dueños. Hay que ir más allá de la indignidad. Pero al gato gato yo lo entiendo. Al gato humano lo desprecio.
ResponderEliminarAparecí por este blog por vía Pedro Ojeda, simplemente, y me metí por la gatera. Espero me disculpes.
Lo qué más decepciona es comprobar con qué artes tan pobres es posible pescar en río revuelto.
EliminarGracias, Fackel, por pasar por aquí y comentar. Siempre abierta la gatera, ahora que ya sabes el camino.
Me temo que, mientras sigamos olvidándonos abiertas las ventanas...
ResponderEliminarCierto, Pedro, está bien ventilar pero no por eso debemos dejar de atender a posibles vientos y temporales.
EliminarUf, qué adecuada tu reflexión con esa foto estupenda! No sé, hay victorias que ojalá sean pasajeras, te dejo un abrazo, Xuan.
ResponderEliminarTodo es pasajero, Virgi, todo excepto la repetición de ciertos males.
EliminarCon ventanas abiertas... puede entrar de todo. Buena imagen, José Manuel.
ResponderEliminarAbrazos.
La cuestión es que por la ventana no solo puede entrar de todo sino también salir, que es lo que en algunas ocasiones le apetecería hacer a uno. Pero siempre terminamos volviendo por donde solíamos.
EliminarUn abrazo
Je, je, veo que somos varios los que hemos pensado en lo mismo al leer tu texto, supongo que porque la entrada se da un momento tan concreto el texto parece bastante señalador. Supongo que tu también tenías en mente lo mismo, pero bueno, ya nos lo aclararas. Por supuesto me refiero a la libertad de los madrileños.
ResponderEliminarLa foto me gusta mucho, esos colores, las líneas, y el gato que sin duda vuelve a su hogar tras un paseo. No nos engañemos, yo creo que los madrileños también han vuelto a su hogar, son muchísimos años de ganar allí los mismos, no puede ser fruto del oportunismo.
Más que los resultados de unas elecciones que a la postre no alterarán gran cosa, lo que me ha producido tristeza es comprobar como se ha rebajado hasta límites insospechados el significado de la palabra "libertad", que en un contexto político o social nunca puede separarse de otras palabras como son "responsabilidad" y "solidaridad". Apelar a lo individual en un momento tan difícil como este donde lo colectivo es más importante que nunca, y que esa apelación tenga éxito resulta un tanto decepcionante. Si queríamos alguna prueba de que la pandemia no cambiaría nada, ya la tenemos.
EliminarEn cuanto a la foto, te diré que esa ventana es la del comedor de una braserie del Barrio Latino, a una hora en la que empezaban a llegar los clientes y de la que salía un penetrante aroma a raclette. El gato parecía conocer bien el camino pero no por eso se mostró menos cauto en su acercamiento. Tuve la impresión de que era un cliente habitual pero seguramente no muy bien recibido. Para él la ventana y la oportunidad eran la misma cosa.
Stefan Zweig se refiere al tema en su libro "Momentos Estelares de la Humanidad"
ResponderEliminarImprescindible Zweig, su lectura siempre es oportuna, aunque no sé si este será uno de esos momentos estelares. El tiempo lo dirá, los contemporáneos somos malos jueces del presente.
EliminarTotalmente de acuerdo con vuestros comentarios, pero observar a ese gato saliendo de una ventana y entrando en la otra fue un momento genial.
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