(Pincha en una imagen para verlas a mayor tamaño)
Río Uncín, Cudillero - Asturias
Con el bosque de ribera ha de tenerse la máxima precaución: en él es más fácil salirse que adentrarse. Por eso una opción es bordearlo y aprovechando su vocación de galería admirar cada obra, cada estilo y detectar por ejemplo la firme impronta del aliso, o esa cierta afectación que sufre el sauce, el gesto del álamo, un tanto tembloroso, la estampa del olmo, como ausente, y el numeroso ímpetu del fresno. Dentro del catálogo de montes, este bosque es un catálogo en si mismo. Pero si llevados por el arrebato estético nos acercamos más allá de lo prudente podemos terminar asomando la nariz al otro lado y atravesar esa cuarta pared que oculta el taller que nunca duerme: allí el río discurre, imagina las múltiples formas de los árboles, y se escucha el rumor de los trazos sobre el agua. Admirado por la gracia del proceso uno puede incluso llegar a olvidarse de los árboles, lo cual sería tremendamente injusto pues en realidad es el bosque el que da sentido al río y al camino, que no son más que riberas suyas, pues todo es centro y orilla al mismo tiempo, pura contigüidad como el tiempo mismo.
Precisamente esa delgadez del espacio es lo que impide salir de él.
ResponderEliminar¡Fantásticas! Tienen un toque mágico. Un saludo.
ResponderEliminarEl texto atrapa desde el primer momento, desde la primera mirada. Ligero, descriptivo, narrador, preciso y poético, tremendamente poético y sugerente.
ResponderEliminarLasa fotos son tres alucinaciones tomadas desde este lado del desierto.
Una belleza que se revela al silencio y pugna por el grito.
Un abrazo
Magníficas fotos... las miro y cada vez veo algo más.
ResponderEliminarEl texto es también hermoso y sugerente.
Un abrazo!!
Eres genial XuanRata!
ResponderEliminarLa imagen que se refleja parece ser màs real que aquella que la origina... màgico monte donde los arboles parecen tranformarse en gigantes arañas
saludos!!
cuántas hadas, duendes y caballeros andantes puedo imaginar en esos bellísimos bosques!
ResponderEliminarUnos rincones con unos reflejos espectaculares.
ResponderEliminarEnhorabuena, están geniales las fotos.
Un abrazos.
Pasear por esos bosques con los ojos bien abiertos es disfrutar del mejor museo por el que podamos transitar.
ResponderEliminarGUAU!!!
ResponderEliminarSon impresionantes!
Vaya revoltijo de ramas bien conseguido, me encanta el resultado
ResponderEliminarQué belleza.
ResponderEliminarEs el bosque que tengo al lado de mi casa.
Serías un buen dibujante de carboncillo, amigo.
ResponderEliminarCualquier dia te vas a encontrar un duende o algo... Me encanta como miras alrededor.
ResponderEliminarBesos desde un faro en mitad del mar.
Mar (...la vendedora de humo)
Ante tan riográficos elementos, no puedo por menos que pedirte permiso para reproducir en mi blog el texto y alguna de las tres fotos magníficas.
ResponderEliminarEspero tu respuesta.
Una metáfora clásica es la del río como la vida, principio y fin. Pero tú, que siempre ves más allá, has hecho que el río discurra de orilla a orilla; más que un río, un puente entre dos mundos.
ResponderEliminarCuanta variedad dentro y fuera de los reflejos, cuanta vida congelada, suspensa hasta que llege el momento de reverdecer, tienes que hacernos otras en primavera seguro que completamente diferentes, las hojas distorsionando la rectitud de los troncos y rompiendo la geometría de las formas. Estupendas.
ResponderEliminarTierra y agua se confunden. Los árboles aprovechan la confusión.
ResponderEliminarXuan, eres un artista.
soy injusto con las otras dos y me quedo con la primera: las caras que se adivinan, la maraña de ramas, el reflejo... me parece más completa...
ResponderEliminarPocas veces un espejo tiembla. Cuando lo hace, estamos ante una oportunidad única.
ResponderEliminarME gusta ese punto tuyo entre esteta y filósofo.
Un gozo estas fotos con el frío impreso.
belíssimas señor, belíssimas
ResponderEliminarvuelvo para reafirmarme: excelente serie, pero la primera me tiene cautivo....
ResponderEliminar