Traspasas el umbral del bosque de castaños con el paso quedo y la mirada a un tiempo escrutadora y panorámica. No en vano estás en la casa de tus antepasados, esa casa a la que el paso de los años ha ido vaciando hasta convertirla en caserón. Entras y te quedas mirando los armarios un poco desvencijados como viejos troncos huecos. Sin duda ocultan recuerdos de familia y a uno le entran ganas de acurrucarse en su interior como la castaña en el erizo y leer cartas amarillas que nos hablen de lo pasado cotidiano, tan exótico, y viajar por ese túnel al otro lado del invierno. Pero también quieres revolver, como el que aparta ramas secas, en los cajones de las cómodas, registrar las húmedas alacenas, trepar hasta el desván por ver si tal vez es allí donde se oculta el objeto que te espera: un reloj, una llave, un espejo roto que mira al cielo. Al cabo de un tiempo deambulando por sus estancias empiezas a reparar en algunos retratos dispuestos encima del aparador o colgando de las paredes de la sala: buscas en sus perfiles alguna filiación y encuentras que entre ellos y tú hay un indudable aire de familia. No es extraño, pues los castaños son árboles domésticos y como tales han ido adoptando el rostro de sus amos, y viceversa. Si lo piensas bien, en el castañar todos los árboles son genealógicos. Pero, ¿vendrá alguien después de ti a reconocerse en tu retrato, a descubrir la verdadera estirpe del color de sus ojos? Eso piensas mientras cierras la puerta con cuidado y retomas el camino.
miércoles, 4 de enero de 2012
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Es que la profundidad del bosque y el viejo caserón sugieren tanto que uno se siente acompañado y consolado entre sus troncos y sus muros.
ResponderEliminarMágicas, inquietantes, las fotos.
Ni te quiero nombrar la del ojo porque me parece como si la hubiera hecho yo.
Tus capturas... tus escritos... siempre me hacen experimentar fantásticas sensaciones que no se pueden expresar con palabras.
ResponderEliminarTe deseo un feliz 2012! intenso, cargado, por supuesto, de imagenes y de sueños también.
pd: un ojo de telarañas y parece que el espíritu del bosque de castaños nos está observando
Hay bosques que cuando cruzas su umbral, todo es posible. Incluso la imaginación sin límites.
ResponderEliminarUn abrazo
Cada momento es una vida, cada fotografía un mundo...gracias por esta belleza!
ResponderEliminarUn abrazo.
Secretos de los bosques, secretos de la vida. Encontrar las llaves es cosa de magos, duendes, brujas. Hechizos eternos para salvaguardar la filiación que sólo algunos desentrañan.
ResponderEliminarBesitos, Xuan.
Has traspasado el secreto de las leyendas...
ResponderEliminarPreciosos detalles, la última parece un auténtico cocodrilo.
ResponderEliminarEnhorabuena.
Un abrazo.
Joer !!, esa última me impresiona
ResponderEliminarImpresionantes e inquietantes imágenes. Felicidades. Un saludo
ResponderEliminarTu dualidad creativa -texto y foto-nos plantea ya el stendhaliano (por el síndrome de su nombre)dilema de decantarse por cuál de los dos es más bello. Tal es hoy el caso: si las fotos son buenas, el texto, excelente.
ResponderEliminarAmigo, tras el deslumbramiento inicial de las fotografías, sobreviene el asombro de tus inspiradísimas palabras.
¡¡Enhorabuena!!
Los castaños escuchan atentamente a los hombres y luego sonríen...condescendientemente.
ResponderEliminarVengo del blog de Tecla, Realmente ese ojo es impresionante. Naturalmente las otras fotografías también. El texto inspirador.
ResponderEliminarSaludos.
Qué fotos!!!
ResponderEliminarHola Xuan, vengo del blog de tecla y me quedo con tu permiso.
Abrazos
Me descubro ante tí, has logrado hacer que vea a todos nuestros antepasados, en su convivencia-dependecia del bosque, ese lugar que nosotros solo usamos para escapar del mundanal ruido y que hace no tanto tiempo era tan importante en el dia a día de muchas personas.
ResponderEliminarBesos y sigue abriendome los ojos.
He venido a través de Tecla y me ha fascinado tu blog. Tienes una mirada especial. :-) Me gusta
ResponderEliminarGracias por regalarnos tanta belleza..!
Salut y Buen año..!
Es el bosque de mi tierra.
ResponderEliminarMi hogar.
Buen paseo, se ve que tienes tan buen ojo con ese viejo Castaño de la última imagen
ResponderEliminar¡Geniales! La última espectacular. Un saludo amigo.
ResponderEliminarClaro que son genealógicos los castaños como bien dices.
ResponderEliminarHablar de castaños es hablar desde y hacia muchos años vista.
Siempre me fascinan esos árboles que los talas al rape y se regeneran. El castaño, el olivo, dos buenos ejemplos.
La última foto es una apuesta ocular soberbia, casi con humor vítreo.
Abrazos.
Ese procesado de las sombras y de las luces le dan un aire de leyenda, místico diría yo, que hacen que estas imágenes fueran las acompañantes perfectas de uno o varios cuentos de hadas.
ResponderEliminarSaludos y ¡Feliz año!
Preciosas fotos y texto.
ResponderEliminarA pesar de la costumbre de encontrar sorpresas en la magia de tus entradas, o de tu mundo, que hago mío, no he podido evitar un respingo al darme de bruces, tras este hermoso paseo por el castañar, con la mirada del cocodrilo.
ResponderEliminarDel catálogo que llevas no tengo duda que éste es el monte que más me llama a repartir abrazos entre sus moradores, a buscar entre las hojas los erizos que menos tiempo llevan caidos, a quedarme un largo rato...es verdad, me siento en la casa de nuestros antepasados.
ResponderEliminarna minha terra não há castanheiros, por isso leio os teus com o braille dos dedos...
ResponderEliminaralgún día yo debería recorrer estos bosques, no te puedes hacer una idea de la envidia tan grande que me das, por el bosque y por las fotos
ResponderEliminarun abrazo