Hay que tener mucho ojo con los miradores: son lugares
desde los que mirar pero también, a poco que te descuides, lugares que miran
por uno. Así ocurre por ejemplo en la plaza de San Nicolás, ese balcón del
barrio del Albaicín convertido ya en una prolongación de la Alhambra gracias al
puente sobre el Darro que a diario tienden miles de miradas. Desde allí se nos
ofrece una vista manufacturada y unívoca de la ciudad-fortaleza, su versión
oficial. Casi diríamos que más que la Alhambra, lo que vemos desde esta atalaya
es su maqueta: los muñequitos que pululan por sus murallas confirman esta
impresión. Eso no impide que el deslumbramiento se produzca igualmente y que
las cámaras se disparen de inmediato como movidas por un resorte. En realidad más que una
foto lo que obtiene el visitante es una acreditación y tal vez por eso reina en
este lugar un bullicio tranquilo y ordenado, como de negociado eficiente, pero
también, por qué no, de miniatura urbana, con su policía omnipresente, su
vendedor de azares, sus niños ruidosos, sus músicos de calle, el fotógrafo
ambulante ofertando inmortalidades a tres euros, sus bares y sus microbuses,
sus jóvenes, sus viejos, el descuidero de mochilas, los vagabundos con sus perros
y todos los extranjeros que una ciudad necesita para serlo. Esa ciudad que un
día fue la Alhambra y que hace tanto tiempo abandonó el interior de sus
murallas a despecho de todos los miradores que la asedian.
martes, 30 de abril de 2013
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Me gusta la serie, especialmente la primera. Un saludo
ResponderEliminarDesde que el presidente de los EEUU se asomó a él, no hay quien se vaya de Graná sin visitarlo.
ResponderEliminaruna reportaje de un mirador privilegiado que nos muestra el alma de este lugar
ResponderEliminarabrazo compañero
esta alhambra podría ser una de las ciudades invisibles de ítalo calvino...
ResponderEliminarEs la ciudad imaginada más que vivida, pero todos nos enganchamos a ella.La miramos con fervor religioso y nos quedamos allí esperando que el sol la bañe y la deje lista para ser visitada al día siguiente. Me ha gustado mucho la serie.
ResponderEliminarA mi me gustó especialmente la Plaza de S. Nicolas con sus niños aprendiendo a cantar flamenco y a cruzar las palmas y después de haber cenado, bajar la cuesta de las calles estrechas y pendientes del Albaizín, con su olor a jazmines esparcidos por el suelo y sus gitanos del aire que diría Lorca.
ResponderEliminarEs cierto que el turismo lo prosifica todo y le arrebata el misterio.
Qué lástima.
Se ha de vivir con lo que se tiene.
Estoy encantada, Xuán.
Un bullicio plagado de sombras con la nieve al fondo.
ResponderEliminarEstás en todo, ¡qué tío!
¡Ay, Xuan, cuántos ases guardas en la manga!
:D :D :D
Que buen ojo tienes, XuanRata.
ResponderEliminarMe encanta tu mirada, tanto con el texto como con las imágenes. De estas prefiero la tercera, pero me gustaría verla un poco más enderezada.
Enhorabuena por toda la serie. Muy original.
Un abrazo.
El mirador lo visite en su tiempo, claro como tu dices, como no hacerlo, la vista desde el es especial, la Alhambra en todo su encanto, mis ojos no tuvieron otro mirar que ella...
ResponderEliminarUn saludo, bonita entrada.
He saboreado despacio la Alhambra que nos propones. Por tu enorme culpa, empiezo a dudar que lo que vi cuando estuve en la Alhambra fuese la Alhambra. Me veré obligado a visitarla de nuevo. Ya te contaré.
ResponderEliminarUn abrazo, Xuan.
Ah, mi Granada. Y yo tan lejos. Y tan cerca en tus imágenes. Un abrazo
ResponderEliminarExcelente serie, Xuan. Me gusta especialmente la primera. Qué bien has aprovechado el viaje!!!
ResponderEliminarUn abrazo.
Muy cierto lo que dices con respecto al carácter que de maqueta adquieren los monumentos al ser vistos desde donde todos ven. Y añado Xuan: un mirador es como una Polaroid, el instante, la inquietud por captar. El auténtico mirar son muchos instantes y muchos trasiegos: la buena foto siempre está por llegar. Pero hay que meterse en los tópicos para desengranarlos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Estas fotografías, para mí, han sido el mejor mirador de los días que pasé en Granada.
ResponderEliminarMe gusta que fotografiar la Alhambra sea fotografíar su gente. No hay otra forma. Los edificios vacíos no tienen sentido.
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