Si te sientas y te paras a escuchar, oirás algo muy parecido al zumbido que envuelve la charca a mediodía: es el revoloteo confuso de los turistas, los guías de los turistas, los turistas japoneses (tienen derecho a grupo propio), los jubilados, solos o en bandas organizadas, los vendedores de fortuna, los interceptores de las oenegés, los que miran escaparates, los músicos de calle, los que van o vienen del dentista, los ociosos sin más, los que penden de un móvil, los que salen a hacer la compra diaria, los que caminan, corren, patinan, los que toman café en las terrazas, el cartero, los carteristas, los que han quedado con alguien, los que acuden, los que se han quedado solos, los repartidores amazónicos, los que pasean al perro, los perros, los que deberían estar en clase, algún fotógrafo y otros insectos de las especies más insospechadas. Si sigues escuchando durante el tiempo suficiente (sin tasa) convertirás ese zumbido informe en una sustancia palpable y como si estuvieras ante una mesa de mezclas, cada uno de sus ingredientes comenzará a adquirir una identidad separada que podrás silenciar o amplificar a tu antojo. Solo entonces tendrás a tu disposición a los habitantes de la charca, tan suculentos y apetitosos como la fruta madura.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Archivo del blog
-
►
2019
(37)
- ► septiembre (3)
-
►
2017
(34)
- ► septiembre (1)
-
►
2016
(39)
- ► septiembre (3)
-
►
2014
(42)
- ► septiembre (3)
-
►
2013
(54)
- ► septiembre (5)
-
►
2012
(73)
- ► septiembre (4)
-
►
2010
(79)
- ► septiembre (6)
-
►
2009
(97)
- ► septiembre (6)
...y de este modo, parado y alerta, notarás como la ciudad y sus sonidos te penetran y sientes una especial especia de unidad con todo y todos.
ResponderEliminarBuen trabajo XuanRata. Abrazo
Indudablemente nuestro escuchante es otro elemento más de esa ciudad prodigiosa, tal vez el único imprescindible.
EliminarUn abrazo
Tan bien descrito que parece que lo estoy viendo y oyendo.
ResponderEliminarSupongo que todos hemos tenido mas de una vez ese deseo de deshacer la amalgama de la ciudad. Gracias, Tracy
EliminarQué bonito ejercicio ése de separar e identificar los sonidos. Lo probaré.
ResponderEliminarResuélveme una duda, por favor: el grupo de los que penden de un móvil, engloba a varios de los otros ¿verdad?
De la charca, lo primero que escuché (vi) fue la rana, supongo que por las bondades del colorido frente a los grises.
Un beso.
Los que penden de un móvil son como las cerezas en la cesta, van engarzados unos en otros.
EliminarBellísima pintura, muy bien descrita. Saludos
ResponderEliminarGracias, Horacio. Era un lugar de tal bullicio que solo a través de la cámara era posible pasear por allí sin marearse del todo.
EliminarBuen retrato... Escuchando la vida, que no es poco...
ResponderEliminarYo no sé que escuchaba el hombre de la foto ni siquiera si su cabeza estaba en aquella calle o en otra tal vez lejana, pero sus ojos cerrados me llevaron a pensar en oídos abiertos: cuando un sentido calla otro toma el relevo.
EliminarY gracias a la meditación zen que está practicando el caballero, consigue aislarse de las molestias acústicas y otras contaminaciones propias de las grandes ciudades.
ResponderEliminarUn abrazo.
Tiene pinta de ser un habitual de ese lugar, en realidad era el único elemento quieto en todo el marasmo que se daba cita en aquel punto de la ciudad. De algún modo era su centro.
EliminarAtención plena, qué te permite escuchar algo en concreto, o desconexión total, qué incluso te deja escuchar tus pensamientos. Buen robado.
ResponderEliminarAmbas opciones son posibles, en efecto. Tal vez la rana, cuyas patas emulan a las del hombre, y viceversa, tenga la respuesta.
EliminarEsa persona tiene virtudes camaleónicas.
ResponderEliminarGran fotografía.
Y la rana tiene una cualidad caleidoscópica. Ambos forman un tandem insuperable.
EliminarJe, je, me ha costado un montón llegar al kit de la foto, no me había dado cuenta de la pose de la boca de la rana Gaudiniana!!! Es increíble la coincidencia con la postura del señor!!! Pero como se puede poner esa mueca!! Si es imposible!!!. Yo al menos soy incapaz de poner la boca con esa posición. Desde luego parecen dos seres hermanos de la misma charca esperando sacar su alargadas lenguas camaleónicas en cualquier momento. Un abrazo.
ResponderEliminarPara mi ese mimetismo fue evidente desde el primer momento pero no lo es para todo el mundo. Son dos maneras de mirar y tal vez de comprender: la que relaciona elementos y la que analiza por separado. Esta ultima es la más instintiva pero supongo que lo ideal es combinar ambas.
EliminarHola Xuan. Hace mucho...mucho tiempo que te sigo en silencio, al ver tanta profesionalidad en tus publicaciones no se ni cómo comentarlas. Mis palabras son muy simples, pero sinceras. La fotografía lo dice todo y tus palabras lo ratifican. Todos somos parte de ese eco que nos acompaña al caminar por la vida.
ResponderEliminarUn saludo
Muchas gracias, Isabel, por tus palabras y por haberlas escrito. Me gusta esa idea del eco que nos acompaña: a veces es un eco silencioso como el de las ondas en el agua, pero aún así seguimos lanzando la piedra...porque algo llega.
EliminarUn saludo