A los escombros de la memoria regresamos
con la esperanza de encontrar supervivientes.
Al llegar nos detuvimos,
contuvimos un instante
la respiración,
con los ojos bien abiertos.
Y ya no hubo modo de saber
quiénes estábamos vivos
y quiénes éramos los muertos.
Excelente entrada, un gran momento captado y una gran edicion y como siempre un acertadísimo título y texto, un abrazo y felices navidades y prospero año 2019 para ti y los tuyos.
ResponderEliminarGracias, Jesús. Lo mismo te deseo.
EliminarSegún cuál sea la naturaleza de los escombros, quizás lo mejor sea tener mala memoria. La joven de la foto parece intentar evitar apresuradamente cualquier riesgo de ser abducida por ella.
ResponderEliminarUn abrazo.
Me temo que no lo consiguió.
EliminarUn detalle: lleva el móvil en la mano igual que nuestras madres llevaban la cartera. Los gestos tardan más en cambiar que las tecnologías.
Ese regreso a los escombros de la memoria me parece tan duro de asumir, tan difícil de creer, que lo cierto es que el pensamiento me lleva a desear su pronta desaparición en algún lugar fuera de este planeta.
ResponderEliminarLa foto habla por sí sola, no hace falta adorno ninguno. Un fuerte abrazo XuanRata
La memoria es un claro ejemplo de work in progress permanente. Sus escombros no se retiran, se construyen.
EliminarMagnífica mirada, la de él y la de ella.
ResponderEliminarPero sobretodo la tuya al hacer carambola entre ellas y las nuestras para dejarnos maravillados, reflexivos y admirando.
Un abrazo Xuan, siempre es un verdadero placer volver por aquí y me pongo en la lista de buenos propósitos ponerme al día de las entradas que me he perdido.
La foto tiene ya algún tiempo, supongo que el necesario para convertirse ella misma en memoria mía. Ese cartel ya no existe, pero yo sigo pasando por esa calle buscándo ese ojo que nunca se cierra.
EliminarNo están tan definidos los límites. Hay también muertos que siguen muy vivos, y vivos que huelen a cadáver. Y en y en la memoria aún se confunden más.
ResponderEliminarUn beso
En el pasado se diluyen ciertas fronteras, es un terreno pantanoso y maleable, hasta cierto punto, un cuarto oscuro que no cierra nunca.
EliminarHas conseguido que sean los ojos de la paseante, pese a su poco peso en el conjunto, los verdaderos protagonistas. Muy buena
ResponderEliminarSus ojos, tal vez su gesto entero, me recuerdan a las figuras egipcias. También esos grafitis y esos carteles efímeros que salpican nuestras ciudades encierran una arqueología que, de tan reciente, aun no podemos entender del todo.
EliminarEsta foto la veo muy paralela a la anterior. En aquella estaban las muecas y esta las miradas gemelas, misteriosas!!!. Me encanta la forma en que la foto se parte en dos por el desconchón del papel de la chica graffiti. Es brutal como funciona ese detalle para que la atención sobre la chica real sea mayor. Muy buena foto!!!.
ResponderEliminarEs cierto, no había reparado en ese paralelismo tan evidente hasta que tú me lo has señalado. Y eso que tres años separan a ambas fotos. Ese desconchón donde habita la chica no es más que un boquete abierto por el tiempo, el boquete por el que respiramos y nos desangramos al mismo tiempo.
EliminarBuen trabajo, amigo... Buena conjuncion de imagen y palabras
ResponderEliminarGracias, amigo. Seguimos con-jugando.
EliminarA cualquier registro de la memoria le falta un fragmento. A veces, el más importante.
ResponderEliminarPuede ser que la memoria esté hecha únicamente de fragmentos que vamos cosiendo como un patchwork hasta crear un dibujo comprensible
EliminarMuy buena la toma. Excelente y reflexivo texto como complemento.
ResponderEliminarSaludos.
Ramón
Gracias por tu visita y por comentar. Espero verte de nuevo por aquí. Un saludo.
EliminarNo dejo de pensar en Lorca viendo ese grafiti y junto a la chica representan ese ayer y ese hoy tan en vigor estos días para bien y para mal.
ResponderEliminarUna foto y un texto para reflexionar.
Enhorabuena.
Tienes razón, a mí también me recordaba a alguien ese rostro, o lo que podemos entrever de él, y tiene un innegable parecido con García Lorca, con su mirada franca y penetrante. ¿Qué pensaría hoy Lorca de la forma en que gestionamos la memoria, la de cada uno, pero también la común?
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