El simio apenas conserva media docena de recuerdos de su infancia, cortometrajes brevísimos que prestan un corpus mental a lo que son poco más que impresiones de lo dulce, lo verde, un arrullo, una punzada, el vértigo. Cuando despierta de sus ensoñaciones, desde su jaula de cristal escruta el hábitat que se despliega ante él. Para ello dispone de un completo muestrario de afilados instintos. Después, en la noche profunda abandona su jaula y comete crímenes horrendos que solo la imaginación de los detectives del siglo XIX sería capaz de resolver. Antes del amanecer regresa a su jaula de la rue Morgue y continúa cumpliendo pacíficamente su condena. Es un simio inteligente que ha aprendido las reglas.
jueves, 21 de febrero de 2019
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Que maravilla de fotos!!! esta cargada de elementos interesantísimos. Es de aquellas que te quedas mirando un rato descubriendo en cada nuevo rincón un nuevo detalle magnífico. Y no se acaban nunca!!! Ese juego entre las líneas horizontales y las ondas de la parte superior. Los personajes!!! El extraño mono que no acaba de verse del todo con lo que aumenta el desconcierto, la chica que tiene el pie justo en el punto exacto del suelo alfombrado de las hojas otoñales. Los personajes de dentro del edificio que cuentan dos historias diferentes. Dos trabajadoras que parecen estar poniéndose al día de alguna batallita del fin de semana, y una familia con su hija que quizás estén haciendo el Chekin en el hotel si es que se trate de un hotel. El árbol que también tiene su peso y me fascina como padre de las hojas del suelo y, por último y no menos importante, el fotógrafo que no puede evitar verse reflejado y dejar constancia visual de su arte. En fin, se trata sin duda de un fotón. Un abrazo.
ResponderEliminarEs una de esas imágenes caleidoscópicas que reflejan bastante bien la naturaleza múltiple de lo urbano. No es un hotel sino una chocolatería de lujo (difícil acertarlo, ¿verdad?) donde los bombones se vendían más o menos como piedras preciosas. El orangután estaba hecho de chocolate, naturalmente. Yo creo que es la impresión de los árboles sobre la cristalera lo que más me atrae de la foto porque parecen pertenecer a otra dimensión, a otra geografía. Y como bien señalas, ese pie de la chica que es el eje en torno al cual gira el caleidoscopio.
EliminarGracias, como siempre, José Antonio, tus comentarios me ayudan a entender mejor mis fotos.
Es tan inteligente que se quitó el marrón de vida que se le venía encima y nos lo dejó a nosotros sus descendientes.
ResponderEliminarPuede que tengas razón: el eslabón perdido tal vez fue un eslabón cortado con una lima.
EliminarLa fotografía me cautiva. No dejo de observarla para descifrarla, y siempre encuentro explicaciones distintas.
ResponderEliminarCon el texto sonrío ante tu imaginación. Y me gusta cómo cuentas las cosas.
Besos
La foto está hecha de retales, según la manera de colocarlos cambia la historia y su significado.
EliminarBesos.
Se vale de lo onírico para vivir su propia realidad nocturna. No me extraña, ante tan variopinto escenario.
ResponderEliminarUn abrazo, Xuan.
Las distantes realidades son capas de lo mismo. El protagonista encontró la manera de pasar de una a otra sin sentir remordimientos.
EliminarUn abrazo
El texto podría servir para una serie de misterio y suspense, tiene la intriga necesaria para ello. La imagen también podría servir como cartel de propaganda de dicha serie, tiene el atractivo que suelen tener las buenas fotografías.
ResponderEliminarBesos
El texto es un pequeño homenaje a un cuento de Edgar Allan Poe, "Los crímenes de la calle Morgue", cuya historia tiene relación con alguno de los personajes de la foto.
EliminarBesos.
Muestrario de tu mirada, viendo la vida pasar.
ResponderEliminarLos autorretratos suelen decir mucho de nosotros, y este no es una excepción y ese es su valor.
Un abrazo.
Estamos hechos de retales, Manel, así es, y hay una parte de mí que necesita el monte y tiende a él como hacia a un hogar primigenio.
EliminarUn abrazo
Claro !!!
ResponderEliminarCuando se apaguen las luces del escaparate y nadie lo vea,podrá convertirse en un canival chocolatero.
Me encanta la imagen con la infinidad de detalles reales y reflejados.
Enhorabuena, XuanRata.
Un abrazo.
Pero ten en cuenta un detalle: todos los que aparecen en la foto pertenecen a la familia de los simios, y no solo el orangután... ;-)
EliminarQué extraordinaria foto: con contrastes hace que lo que parece de una forma resulte de otra. Como nosotros y los simios, por cierto...
ResponderEliminarSí, ciertamente esta escena es un tanto transgénica...
EliminarSorprendente puzzle de imágenes y planos paralelos y a la vez distantes, como la vida misma. El texto genial, por las noches todos nos transformados, jjja
ResponderEliminarYo creo que esa teoría algo estrafalaria de los universos paralelos se apoya, más que en demostraciones científicas, en experiencias cotidianas.
EliminarTodo lo visto en esta imagen es una parte de la realidad o al menos de una realidad, aquella que cada cual lleva escondida en un rinconcito de su memoria y porqué no, del corazón. Magnífica. Un abrazo
ResponderEliminarUna realidad poliédrica, como la memoria, como el corazón.
EliminarUn abrazo
Poe, Stevenson, grandes conocedores de ese prisma de infinitas caras que cada mañana nos mira con indiferencia desde el espejo. Dr. Jekyll y Mr.Hyde, un simio de luz y sombras, un buitre paloma.
ResponderEliminarY cada mañana a recomponer el prisma. Lo raro es que nos reconozcamos.
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