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Primero realiza aquí y allá algunas incisiones. Después, con la delicadeza de quien ama lo que hace y con la determinación del que conoce bien su oficio, introduce los dedos y profundiza en las oquedades hasta alcanzar el último de los intersticios. El saúco, el mirlo, la zarza, el avellano, el rosal, la tórtola, la piedra en la corriente, la rama quebrada, la tela de araña, la araña, el cadáver de la mosca, cada gota que el rocío dejó sobre las afiladas hojas de los lirios. Una a una las extrae y las dispone limpia y separadamente sobre la mesa de disección, donde por un instante lucen como objetos en venta o como palabras en un diccionario, para después volver a introducirlas y encajarlas con un leve giro de muñeca. El fotógrafo se limita a seguir sus indicaciones. Tráeme aquello, sujétame esto. Obedece ciegamente. En realidad no lo necesita, pero se ha acostumbrado a él. De vez en cuando le arroja algún despojo: el fotógrafo lo atrapa de un salto y echa a correr. Resulta tan gracioso. A solas continúa su labor. Trabaja de sol a sol. Tiene todo el día por delante.
¡Encantador!
ResponderEliminarMe ha gustado muchísimo.
Saludos
Gracias, Rosa. También es importante prestarse al encantamiento.
EliminarLa maestría de un cirujano de la luz.
ResponderEliminarBravo, José Manuel.
Un abrazo.
Más bien es la luz la cirujana. Aprender de ella es lo que deberíamos hacer. Gracias, Enrique.
EliminarTres imágenes preciosas y muy bien casadas
ResponderEliminarTratan de seguir el recorrido de la mirada enganchada a los requerimientos de esas primeras luces del día. Son fotogramas de una película que uno quisiera que no avanzase.
Eliminar... y el fotógrafo se siente eternamente agradecido por esos despojos que le hacen sentir feliz.
ResponderEliminarPrecioso tríptico.
Un abrazo
Así es, Luis, esa felicidad animal que brota de lo más simple.
EliminarUna entrada extraordinaria.
ResponderEliminarGracias, Tracy: lo extraordinario es mucho más frecuente de lo que parece, se produce cada día en todas partes, solo que tenemos que dosificarlo para no morir de ebriedad.
EliminarUn trabajo minucioso y sin embargo tranquilo. Y con el convencimiento de que cada día será diferente, y yo creo que por eso está ahí el fotógrafo: para dar testimonio de que nada se repite.
ResponderEliminarUn abrazo, Xuan.
Es el trabajo del relojero que, como el fotógrafo, trata de ajustar el tiempo.
EliminarLa serie es espectacular.
ResponderEliminarAbrazote utópico.-
Gracias, Irma, son fotos tomadas en un breve lapso de tiempo y a partir de un mismo sentimiento, por eso creo que se asocian razonablemente bien.
EliminarEl tríptico es extraordinario, el texto brillante. Ten cuidado, hasta el fotógrafo puede terminar siendo estudiado...
ResponderEliminarNada escapa a los dedos de la luz: el fotógrafo es un insecto más, aunque su función es probablemente la más prescindible de todas.
Eliminarqué buena luz tuviste
ResponderEliminarY qué cerca, al lado de mi casa como quien dice, y sin embargo qué lejos a veces.
EliminarVery nice photos. I love photography and magic photos like these. :) Taking photos lets you see more. :)
ResponderEliminarThanks so much. Only a little magic.
EliminarQue belleza.
ResponderEliminarDan ganas de entrar al bosque.
Salud.
Efectivamente, de entrar y fundirse.
EliminarToda una belleza de trabajo, amigo... Excelente
ResponderEliminarGracias, en este caso el trabajo consistió más bien en dejar de disparar.
EliminarMe encanta este juego de palabras, luces y sombras, Xuan. ¡Una magnífica entrada!
ResponderEliminarUn abrazo.
Creo que también en las palabras debe haber luces y sombras, sin las unas y sin las otras todo resulta demasiado plano. Un abrazo.
EliminarQué gran partido has sacado de esa luz!Magnífico tríptico.
ResponderEliminarGracias, Roberto. La luz solo era una parte del retablo. Estaba el canto multiforme de los pájaros, el sonido del arroyo, el aroma intenso del cenoyo, qué se yo. La luz era una manera de traerme algo sin tocar nada.
EliminarMenudo tríptico, esa foto central me ha dejado enamorado, quizás tiene demasiado fuerza por si sola, es magnífica, menuda luz, no acabo de saber editar este tipo de fotos, no se sacarle el partido. Y el texto es excelente, inquietante, no se porque me a recordado Cortazar, alguno de sus cuentos, donde uno no nunca sabe exactamente de que le están hablando pero queda atrapado por la historia.
ResponderEliminarPoca edición hay en esta foto, un recorte para centrar más la atención en los haces de luz y un poco de contraste adicional. El sol todavía relativamente bajo es la clave: con otro ángulo de incidencia de la luz, esta imagen sería completamente diferente. En cuanto al texto te diré que después de haber leído a Cortázar, y yo lo hice muy jovencito, ya es imposible no tratar de escribir un poco como él. Me gusta introducir una cierta carga de ambigüedad, que el relato no esté nunca del todo cerrado, que sea el lector el que lo cierre. O no. Aunque yo suelo tener bastante claro lo que estoy contando.
EliminarLas fotografías me encantan, las tres: su acercamiento, la plenitud completa y el pequeño detalle. Y me gusta como lo relatas, el fotógrafo invitado. Me parece genial. Y es así, de repente, un detalle, es el regalo perfecto que atrapamos y al hacerlo nos sentimos dichosos y satisfechos. Y nos vamos satisfechos. Y la vida sigue.
ResponderEliminarUn beso.
Gracias, Carmela. Si te fijas, el detalle de las hojas del lirio de la última imagen ya aparece en una esquina de la primera (es la misma planta), de tal modo que la imagen central pretende llevar de una a la otra, guiados por esos haces directos al corazón del bosque. Besos.
EliminarMe fijé :))
EliminarMe gustan todas, es un tríptico my bueno. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarUn triptico de gran belleza y calidad, enhorabuena,saludos.
ResponderEliminar¡Qué preciosidad de imágenes, magnífico tríptico!
ResponderEliminarBesos
Y yo que imaginaba esas manos en femenino...
ResponderEliminarNunca una disección me pareció tan bella. Y las fotografías son para quedarse por horas observándolas. Mejor, perdiéndome en ellas.
Besos
El ordena y dispone, pero en los despojos que tu capturas aparece el jaguar junto a la zarza, y el orangután columpiándose en la tela de araña, tanto en Candás como en Borneo, tanto en la Amazonia como en La Matiella, porque en tu imaginación y en lo que nos haces imaginar, en los despojos, el sol nunca se pone.
ResponderEliminarVeo que no andas por aquí, Xuan desde hace unos meses, pero te quiero dejar mi aplauso continuo y admirado a tus entradas, tienen un nivelazo espectacular. Espero que estés bien, un abrazo grande, grande.
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