
lunes, 31 de marzo de 2008
domingo, 30 de marzo de 2008
Móvil

viernes, 28 de marzo de 2008
Tierra de nadie

jueves, 27 de marzo de 2008
Aquí nos vemos

Creo que ahora ya puedo descifrar el misterio de la escalera sobre la tapia del cementerio.
miércoles, 26 de marzo de 2008
martes, 25 de marzo de 2008
Figurativa
lunes, 24 de marzo de 2008
Felicidad
domingo, 23 de marzo de 2008
sábado, 22 de marzo de 2008
Reconstrucción de los hechos
Ese mismo día, mientras daba las primeras boqueadas, en una universidad de las afueras de París ocho estudiantes irrumpen en el despacho del rector y toman algunas dependencias. Fue el nacimiento de lo que se llamaría el “Movimiento del 22 de marzo”, y que desembocaría dos meses más tarde en una serie de huelgas y escaramuzas callejeras de las que aquí, una villa de provincias, no se supo apenas nada hasta muchos años más tarde. El nacimiento es siempre una irrupción, una ruptura. Antes de nada está la esfera de la no existencia, inmóvil, cerrada, perfecta y autosuficiente. Sin razón aparente se rompe el cascarón y todo empieza a pervertirse, casi siempre demasiado rápido. El nacimiento es también una negación, se niega todo lo precedente, que es unívoco y monolítico. Pero tras la negación primera llega la necesidad de afirmarse, y las afirmaciones, que son tan variadas y variables como la realidad misma, terminan por contradecirse. La revuelta de mayo del 68 se pervirtió también en tiempo record. Pero al menos de aquella perversión quedó, por lo visto, el recuerdo del goce, y tal vez sea eso, gozar mientras nos pervertimos, la única afirmación necesaria. Bueno, esto y , a partir de cierta edad, reconstruir el cascarón, desde fuera, con la precisión miope del maquetista, hasta que un día descubrimos que, a estas alturas de la gastronomía, del huevo original apenas queda sino una leve insinuación en la tortilla deconstruida de Adrià.
viernes, 21 de marzo de 2008
Procesión interna
No soy yo muy semanasantero que digamos. Esto de la pasión de muchos por la pasión de uno solo, no acabamos de entenderlo del todo los que vivimos aquí arriba, en la Cornisa, cerca del borde. Son fechas que todavía nos pillan un poco a contrapelo, más preocupados por los temporales que por las procesiones, que aquí tienen casi siempre un aire de desfile de la derrota, por mucho que la política turística se empeñe en lo contrario. Yo personalmente asocio la idea de procesión a gente que se desplaza con la cabeza cubierta y los pies descalzos, lo que suele hacer volar la imaginación acerca de las ocultas identidades y termina por robarle el protagonismo al que viaja encima, como en aquel inolvidable pasaje de “La Regenta”.La verdad es que todas la religiones se apropian de los ritos y celebraciones preexistentes para afirmarse entre la población que las acoge (de mejor o peor gana). Pero a la larga la sacralización, nunca completa, del rito pagano termina revirtiendo y la resurrección acaba por ser sinónimo de renacimiento, esa acertada advocación de la primavera. En cualquier caso siempre se dice aquello de que la procesión va por dentro. Y cada cual busca su trance particular para evitar que el mundo se detenga.
miércoles, 19 de marzo de 2008
martes, 18 de marzo de 2008
lunes, 17 de marzo de 2008
Viéndola pasar
Yo sí creo en las teorías conspirativas. Sin ir más lejos unos cuantos de mis pocos amigos se han puesto de acuerdo para cumplir los cuarenta en el intervalo de unos pocos meses. No acabo de descubrir la verdadera intención que se esconde tras este contubernio, pero sé que al final, como siempre, acabaré dejándome arrastrar. En cualquier caso, lo mejor de la cuarentena es la tan cacareada crisis. Al fin puedo reconocer públicamente la crisis en la que llevo inmerso desde la adolescencia sin que me miren como a un bicho raro ni me den palmaditas en la espalda, que ya no tiene uno la espalda para palmaditas, además. Ahora ya lo puedo decir con la barbilla bien alta porque mi crisis tiene un nombre, un reconocimiento social, es la crisis de los cuarenta, tan sonora, y tan común como una gripe. Durante un breve pero intenso espacio de tiempo puedo decir lo que quiera y cuantas veces quiera, ser un pelmazo al fin y sin embargo recibir indulgencia plenaria gracias a la crisis de los cuarenta.Decir por ejemplo que la crisis de los cuarenta no consiste en asumir la necesidad de anotar las cosas para recordarlas, sino en asumir la necesidad de recordar.
Decir que la crisis de los cuarenta no es fruto de haber llegado a la conclusión de que detrás de cada problema no resuelto hay alguien que obtiene un beneficio, sino de haber comprobado que en ocasiones ni siquiera queda ese consuelo.
Decir que la crisis de los cuarenta consiste en vivir con naturalidad la contradicción de defender que la juventud no es lo más importante y seguir considerándose joven todavía.
Decir que la crisis de los cuarenta no es fruto de haber visto ya nuestro lado más oscuro, sino de haber presentido que no lo hemos visto todavía.
Decir, en fin, que la crisis de los cuarenta no consiste en haber dejado de leer novelas como si fueran reflejo de la vida, sino en ver en cualquier biografía la mejor de las novelas.
En cuanto a qué tiene que ver la foto de hoy con lo escrito bajo ella, solo puedo decir que todavía no tengo todas las respuestas. Pero estoy en ello.
domingo, 16 de marzo de 2008
Muy soleada y con excelentes vistas
La vieja casa de la familia de mi mujer lleva ya algunos años en venta. Le han salido varios novios pero ninguno ha sido capaz de dar el sí definitivo. El tiempo pasa y no sé si ella ha logrado acostumbrarse a su actual estado de provisionalidad. Los cristales de las ventanas parecen romperse por iniciativa propia, las persianas se descoyuntan y cada vez hay menos telarañas. El sol rebota por las paredes y se vuelve por donde había entrado. Temo que los fantasmas dejen también de visitarla y entonces ya será del todo inhabitable. viernes, 14 de marzo de 2008
Nada por aquí, nada por allá.
Hoy los teletipos están que echan chispas.Un sacerdote polaco ha obtenido un premio de algo más de 2 millones de euros por probar la existencia de Dios mediante las matemáticas. Creo que en esta noticia hay un error de trascripción, sin duda motivado por la premura del medio periodístico. En realidad debería decir lo siguiente: un sacerdote polaco prueba la existencia de Dios al obtener un premio de 2 millones de euros mediante las matemáticas.
Otra. Un alcalde francés prohíbe a los vecinos que se mueran por falta de espacio en el cementerio. Afirma el alcalde que por el momento la norma está siendo objeto de un cumplimiento ejemplar por parte de todos. Lo que no parece haber previsto el señor alcalde es que a veces la solución de un problema puede ocasionar un problema mayor. Parece claro que en poco tiempo la escasez de suelo empezará a notarse del lado de los vivos, y a buen seguro que una medida de sentido inverso a la adoptada no tendría tan buena acogida. Véase si no lo ocurrido en Nueva York, ese pueblo donde un día la gente decidió dejar de morirse (o vivir como si la muerte no existiera, que para el caso es lo mismo) y ahora Cameron Díaz ha tenido que pagar 2 millones de euros por un apartamento de dos habitaciones en Manhattan. Aunque es verdad que si hubiera creído en Dios con matemática fe polaca el piso podía haberle salido gratis.
jueves, 13 de marzo de 2008
miércoles, 12 de marzo de 2008
La trama
Dividir, seccionar, aislar. La realidad al completo es sencillamente demasiado compleja. Tomada así, a la brava, carece de sentido por tantos sentidos como tiene. Si queremos trasladarla a un mapa que nos quepa en el bolsillo, lo mejor es cuadricularla y luego añadirle un par de coordenadas. Ahora todo será mucho más fácil, tanto si se trata de encontrar una calle como si hay que hundirle el barco al enemigo. La parcela proporciona con sus cuatro paredes las escasas referencias necesarias para orientarse. Con menos información podemos predecir mejor a corto plazo. Así también al fotografiar lanzamos una malla a las aguas turbulentas, para elegir después una porción del troquelado resultante. De ello obtenemos una visión parcial, pero cercana. Como miopes sin lentes nos acercamos y nos acercamos hasta que algo antes informe y amenazador cobra poco a poco contornos y significado y entonces agarramos con fuerza lo que ha resultado ser una alambrada que al tiempo que nos protege nos atrapa.martes, 11 de marzo de 2008
Saludo sin hache
lunes, 10 de marzo de 2008
domingo, 9 de marzo de 2008
viernes, 7 de marzo de 2008
Rueda
jueves, 6 de marzo de 2008
Vacío

Una rueda es casi completamente un espacio vacío. Aun así nos desplazamos sobre ella con una confianza admirable. Si bien es cierto que el espacio a través del cual se desplaza la rueda es también un espacio casi vacío, a menos que nos encontremos en un atasco, pero incluso en este caso la rueda buscará el vacío y negociándo con él, rodará. Nada de esto tiene mérito puesto que los átomos de los que todo se compone no son más que un minúsculo núcleo rodeado de un enorme vacío en el que un grupo de electrones están y no están al mismo tiempo. En un sentido estricto y nada figurado, como dice Peter Atkins en "El dedo de Galileo": "usted es vacío, piensa con un cerebro cuasi vacío, se viste de vacío, come vacío, se sienta en el vacío y el vacío lo sostiene".
miércoles, 5 de marzo de 2008
martes, 4 de marzo de 2008
Contemplativa dinámica
lunes, 3 de marzo de 2008
Rojo y negro



Si hay un coche que siempre me ha resultado simpático ese es el Citroën 2CV. De pequeño me recordaba a un auto de dibujos animados que suponía conducido por un simpático abuelete con boina. También me recordaba, no sé porqué, a una huevera. Ahora de mayor, conforme he ido perdiendo el don de la imaginación, veo tan solo la generosidad de sus formas: por detrás la falda recta, exuberantes pechos en los guardabarros delanteros, muslos de vértigo, todo con un porte festivo, con la risa mediterránea y la burla a flor de chapa. Vamos, la Sofía Loren de la automoción, aunque francesa. Por eso, al verla allí, apostada en la acera, vestida toda de rojo y tan cerca de mi casa ¿cómo negarme a la posibilidad siquiera de un acercamiento? Total, que aprovechando la impunidad de la tarde de domingo, me subí las solapas y crucé mirando por encima del hombro las ventanas, siempre indiscretas. Saqué la cámara como si fuera artículo de contrabando y esperé a disparar improvisando, siguiendo el instinto. Había que ser rápido y directo. La mala suerte es aliada del cobarde y el dueño podía aparecer tras cualquier esquina. La verdad es que el propietario de una máquina semejante tenía que ser un tipo simpático, buena gente y gran bebedor de güisqui Dyc. Pero también es cierto que los celos son una afección que inhibe en gran medida la capacidad para hacer nuevos amigos. Así que, venga, un par de ángulos forzados, picado y contrapicado, zoom adelante y atrás, hasta que de pronto se presenta, como no, un simpático abuelete con boina. Y va y me pregunta, quién sabe con que aviesas y segundas intenciones: “qué, ¿haciendo fotos al coche?” Yo empiezo a farfullar algo sobre que si ya no se ven coches como estos, que si no hace tanto que dejó de fabricarse este modelo y otras gilipolleces por el estilo. Hasta que finalmente el viejo, sin decir palabra, sigue su camino, convencido supongo de que ni soy poli ni terrorista, sino un chalado inofensivo. Pues nada, un par de barridos más en plan magreo visual y a enfundar. Pero no. Porque surge entonces, como salida de un seto o de una papelera, la negra y elástica silueta. Me mira fijo el felino y suspende una pata delantera. También este gato negro parece llegado del barrio de la memoria donde su significado era más oscuro y cuya silueta se encendía a media tarde en un luminoso en rojo sobre lo que sería una casa de citas si no fuera un puticlub. Rojo y negro siempre han ido de la mano hasta en la literatura. El caso es que el gato se decide y se oculta bajo los pliegues de la carrocería. Yo sigo haciendo alguna foto como si no esperara su salida porque sé que esa es la única forma de que salga. Y asoma al fin su cabeza a la que sigue, rencoroso, el resto de su cuerpo. Tal vez esa era la foto inesperada que venía a buscar sin yo saberlo, la que retrata lugares ocultos del pasado que aguardan a que apenas dejemos de mirarlo. Me fui de allí con una leve taquicardia. La cita no había sido precisamente un éxito. He de madurar. Marcar mejor mis objetivos. Adelantarme a los acontecimientos. Si no, seguiré haciendo fotos casuales y otro se irá con la de rojo. domingo, 2 de marzo de 2008
sábado, 1 de marzo de 2008
2+1
En los primeros tiempos del primitivo concurso “1,2,3” existían, como no, tres puertas. Los concursantes tenían que elegir una de ellas sin más pistas que las enigmáticas palabras de un oráculo que lo decía todo y nada al mismo tiempo. La decisión a tomar no era ninguna tontería. Una de las puertas conducía directamente al cielo, a bordo de un flamante, pongamos por caso, SEAT 131 Supermirafiori. Otra llevaba sin previo aviso al peor de los infiernos: el del ridículo para toda la eternidad, cargando, pongamos por caso, con cientos de latas de mejillones en escabeche. Y la otra era el acceso al limbo de lo que pudo ser y no fue pero al menos que me quiten lo bailao, bajo la forma de, pongamos por caso, una modesta cantidad de dinerito, que menos da una piedra, oye. Vamos, que era todo como la vida misma. Uno elige, con fe o sin ella, pero siempre fiándose. Y después que sea lo que dios quiera. El caso es que siempre hay una vía intermedia que es la que proporciona un poco de equilibrio. Ya se sabe, con tres patas ya se hace una tayuela en la que sentarse a descansar. Por eso nos gustan tanto las trinidades, las tríadas, las trilogías y los tríos. Eso, hasta que llegó el papa Ratzinger y nos quitó también el limbo. Si es que este señor no tiene perdón de Dios.Archivo del blog
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