miércoles, 12 de marzo de 2008

La trama

Dividir, seccionar, aislar. La realidad al completo es sencillamente demasiado compleja. Tomada así, a la brava, carece de sentido por tantos sentidos como tiene. Si queremos trasladarla a un mapa que nos quepa en el bolsillo, lo mejor es cuadricularla y luego añadirle un par de coordenadas. Ahora todo será mucho más fácil, tanto si se trata de encontrar una calle como si hay que hundirle el barco al enemigo. La parcela proporciona con sus cuatro paredes las escasas referencias necesarias para orientarse. Con menos información podemos predecir mejor a corto plazo. Así también al fotografiar lanzamos una malla a las aguas turbulentas, para elegir después una porción del troquelado resultante. De ello obtenemos una visión parcial, pero cercana. Como miopes sin lentes nos acercamos y nos acercamos hasta que algo antes informe y amenazador cobra poco a poco contornos y significado y entonces agarramos con fuerza lo que ha resultado ser una alambrada que al tiempo que nos protege nos atrapa.
La medida del lado de la casilla es la humana medida de las cosas. Puede ser la familia, el barrio, la ciudad o la soledad ilimitada del esquizofrénico. Puede ser el día, la semana, el ejercicio contable o el instante permanente del condenado a muerte. Pero mientras atendemos al orden de nuestro habitáculo, fuera trabaja sin descanso el orden de lo desconocido al que llamamos azar. Y como un movimiento que se transmite por contacto alcanza más temprano que tarde nuestras frágiles paredes. Retrocedemos entonces, buscamos de nuevo la vista panorámica y tratamos de reordenar una vez más todas las piezas, pero no existe un vacío adyacente que nos permita moverlas. Todo es completo e incomprensible. Pronto regresamos al rincón, como el perro damos tres o cuatro vueltas hasta acomodarnos de nuevo, hacemos más y más fotografías que enmoquetan nuestro suelo y aprovechamos esas grietas que últimamente han aparecido en los tabiques para echar un ojo al de al lado y darnos cuenta de que él también nos mira con cara de despiste. Hasta que con un gesto de la mano nos retiene porque se le ha terminado la sal en la cocina.

6 comentarios:

  1. En cada una de las cuadrículas está la realidad completa. La mirada fragmentada no reduce, amplía.
    Magnífico texto, magnífica foto.

    ResponderEliminar
  2. Me gusta tu foto al semillero seco. El texto me recuerda una peli francesa subrealista... era muy buena... (esta cabeza mia que retiene tan poco!!!). La peli que no recuerdo el nombre era algo asi como la "Rue del Percebe No 13" pero en pelicula, en lugar de TBO.

    ResponderEliminar
  3. PEDRO OJEDA ESCUDERO: y como el científico a través del microscopio, descubrimos nuevos pequeños mundos que seguiremos fragmentando.

    SERENDIPITY: aunque no sea más que una rejilla en el pavimento de una plaza, es cierto que parece un semillero. La vida se abre paso a la mínima oportunidad. En cuanto a la peli de la que hablas supongo que se trata de "Delicatessen" de Jean Pierre Jeunet, y sí que tenía una estética de comic, aunque colorista y oscura al mismo tiempo. Más tarde al director se le olvidó el tenebrismo y le salió "Amelie".

    ResponderEliminar
  4. lo que esta claro para mi, es que cada uno ve las cosas como quiere o puede...

    un abrazo.

    ResponderEliminar
  5. Esa mano nos saca de la cuadrícula de nuestros pensamientos.
    Nos pone en la casilla.
    Tú mirada me gusta y me es muy cercana.

    ResponderEliminar
  6. JUSTO!!!!! DELICATESSEN!!!! Que buena!!!! Y no sabia que era del mismo director de Amelie!!!! Otra tambien buenisima.

    Tu foto me gusta mucho mas ahora que se que es de una rejilla de la calle. Es cierto, la naturaleza es poderosa!!!!!

    Gracias por tu respuesta!!! Me encanto leer otra vez el nombre de la peli!

    ResponderEliminar

Archivo del blog