Plaza de Chueca, Madrid
A través de esta ciudad que no
es la suya el fotógrafo dirige sus pasos de forma solo aparentemente casual. Su
búsqueda, no del todo consciente, está como siempre guiada más que por el afán
de conocer, por el de reconocer. Esta vez, sin ir más lejos, no para hasta dar
con una plaza idéntica a la que un día imaginó mientras leía una historia que
Muñoz Molina hizo transcurrir en este barrio, una historia sencilla de
soledades que se encuentran, una historia que es en si misma un barrio de una
ciudad que es un libro llamado Sefarad. Sentado en una terraza el fotógrafo se
entretiene con el ir y venir de los desconocidos, con los que salen del metro
como de entre bastidores, con la sonoridad propia de esta plaza, distinta a
todas, y con los balcones. Hasta que en uno de ellos aparece una anciana que
solo aparentemente ordena sus plantas mientras de forma solo aparentemente
casual una paloma se acerca a saludarla.