Ni patio ni platea: el fotógrafo siempre elige palco. También en esta plaza que es el fondo de un embudo sobre el cual el pueblo se escalona en capas sucesivas y uno espera que por pura gravedad acaben viniendo todos los minutos a parar al centro de la plaza y que desfilen por ella como gráciles carrozas, cada una con el patrocinio de alguno de los dioses que la han habitado a lo largo de los siglos. Sin embargo, solo el sol en fuga y los niños eternos la recorren. Y no hay nada más pesado que esa espera mientras el fotógrafo sigue practicando una suerte de fotografía por elipsis.
Hasta que finalmente, pensando en otra cosa se le ocurre que tal vez podemos abandonar ese margen porticado y a cubierto y tomar las fotos hacia afuera desde dentro, desde ese centro del embudo donde todo se pierde, donde tal vez sea imposible tomar la foto que uno espera pero al menos cabe la posibilidad de que lo inesperado se acreciente y desborde la circunferencia en formas nuevas. No ha sido más que una idea pero con esa idea el fotógrafo se levanta de la silla y atraviesa la plaza hacia el centro del embudo.
Dos excelentes blanco y negro y muy buenas como composicion, la primera me parece estupenda , me encanta el encuadre que has logrado, un abrazo.
ResponderEliminarDesplazarse y pensar... que gran binomio.
ResponderEliminarUn abrazo
Dos extraordinarios puntos de vista.
ResponderEliminarWow me encantan las fotos, en especial la primera, que creo que es un fotón!!
ResponderEliminarUn abrazo.
Cuanto tiempo hacía que no pasaba por aquí !!!
ResponderEliminarCuantas cosas me he perdido, pero por fin ahora recupero !!!
Desde mi ultima visita, vuelvo a saborer tus ultimos trabajos, de los que siempre disfruto, tanto con tus imágenes como con tus textos.
Me han encantando especialmente las páginas en blanco dedicadas al Centro Niemeyer.
Me impresionó "elevar al cuadrado" ese edificio desbordado de ventanas, y el diluvio del "Genesis".
Tambien me gustaron las palmas, las vecinas de Chueca, y esa capacidad de busqueda incesante que lo mismo te lleva a un extremo que te desplaza al centro.
Enhorabuena por todo.
Espero estar más atento con tus proximas entradas.
Un abrazo, XuanRata.
lástima de coches en la de chinchón, y qué diferente sería en color, con la uniformidad de los balcones verdes y su sabor de otra época.
ResponderEliminarNo te preocupes por los coches, Sergio: cuando dentro de 30 años volvamos a ver esta foto esos coches tendrán la misma entrañable antigüedad que el resto del plaza.
EliminarPues también es verdad
EliminarMuy bonirtas
ResponderEliminarMuy buenas fotos las dos, especialmente la superior.
ResponderEliminarSi, desplazarse y pensar, para después, pensar y desplazarse.
ResponderEliminarBuenas tomas ambas.
Saludos.
sublime!
ResponderEliminarEl fotógrafo no puede estar quieto, tú lo sabes, hay que explorar y moverse. Ya nos lo muestras con los dos ejemplos, a cual mejor.
ResponderEliminarAbrazos.
Y del embudo salen tus imágenes, pasadas por el filtro de la magía, la poesía, la reflexión.
ResponderEliminarBesos, Xuan, besos
No conozco Chinchón pero tengo entendido que su Plaza es digna de ver. De todas formas en tus imagenes se aprecia algo de esa belleza. Me gusta especialmente la primera por la perspectiva y la fuga que tiene, llevandonos la mirada hacia el personaje del fondo.
ResponderEliminarLa segunda serviria para nuestras clases sobre el enmarcado natural de las imagenes. Un saludo.
P.D. Ya va quedando menos para esas sidras que tenemos pendientes.
como en las primeras kodak brownies de cajón, la imagen era redonda, no podía ser de otra manera (pensaría algún técnico de la época) ya que la luz se proyecta en la película de manera circular, hasta que alguien decidiera ponerles cuatro esquinas a ese circulo, en fin... a esto me a recordado la niña enmarcada en su hula hoop, preciosa fotografía.
ResponderEliminarun abrazo
Me atrapa la columnata de la primera, pero la niña me envuelve en su hula-hop. Que pena que permitan aparcar en esa plaza.
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