Hay una hora en la cual la ciudad se construye pieza a pieza como un juguete de lego. Es la hora en la que despiertan los pájaros. La hora en que las patrullas hacen el relevo. La mejor hora para salir a correr y para cometer un crimen. Si accedes a la ciudad justo en ese instante encontrarás todos los semáforos abiertos y la atravesarás tan limpiamente, tan sin rastro, que cuando quieras darte cuenta ya estarás muy lejos y no podrás recordar qué o quién te llevó a la ciudad ni por qué saliste huyendo.
martes, 3 de mayo de 2016
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Qué buenos ratos eché por Gijón en mi juventud. La edición, aunque algo exagerada, muy efectiva y bien hecha. Puxa Asturies
ResponderEliminarCurioso que fotografiemos instantes complementarios: tú la primera luz del día en que la ciudad se construye pieza a pieza, y yo la hora azul, justo el momento en que se pone el día y la luz es incierta. Son los dos momentos más poéticos y delicados. Y coinciden en que las cosas parecen vacías. Tu foto está desprovista de seres humanos, igual que las mías. Y en ella, además de los semáforos, es protagonista el cielo que cubre más de la mitad de la imagen dándole un lirismo a la geometría de las líneas simétricas de la calzada y los artilugios de luces cambiantes.
ResponderEliminarEstoy en el lado opuesto a ti, Joselu.
EliminarLas fotos al caer la tarde a personas tienen una luz especial que las endulza.
Siempre me salen bien, incluso cuando ya no queda casi luz.
Intenta probarlo. No te arrepentirás.
Muy bien descrita esa hora.
ResponderEliminarMe gusta este paisaje de ausencias, precisamente por ello, por la ausencia de los cotidianos elementos que habitan la escena.
ResponderEliminarEstupendo procesado que resalta la soledad y el dramatismo.
Un abrazo Xuan.
puedo imaginarme a los actores prontos a aparecer en escena, escondidos, expectantes...
ResponderEliminarEs una hora mágica en la que se producen sentimientos encontrados de ser o no ser.
ResponderEliminarPero que nunca jamás se olvida.
Toda madrugada es una experiencia vivida.
A mi me produce paz y en mis noches de insomnio, me duermo escuchando el pequeño piar de los pájaros al despertarse.
Qué bonito lo haces todo, Xuán.
Sin embargo, el cielo está presente. Como si lo nuevo, lo recién puesto, fuera solo lo de abajo.
ResponderEliminarEl texto y la imagen se dan la mano. Se complementan para describir ese instante mágico.
ResponderEliminarUn gran trabajo.
Un abrazo.
La hora perfecta...
ResponderEliminarBesos.
qué gran acierto incluir el semáforo en primer plano...
ResponderEliminarUn cruce de caminos tiene siempre esa incógnita de la elección del camino correcto.
ResponderEliminarEl encuadre es sensacional y la edición magnífica, las nubes del fondo parece que se van a avalanzar sobre nosotros.
Buen finde, Xuan.
Hasta lo rutinario parece hermoso cuando se capta la magia de un espacio, de una luz.
ResponderEliminarEs la hora en la que apenas están puestas las calles, en la que la vida parece haberse detenido, ya ni siquiera se oye de nadie el respirar, tan sólo los pájaros, como bien dices, te hacen pensar que vas a, de un momento a otro, despertar, pero lo cierto es que vas camino del trabajo...y ése...ése sí que es el despertar.
ResponderEliminarUn enorme abrazo, amigo, siempre me impresionas con tus fotos y no digamos con tus textos, sublimes ellos. Te he dejado algo en FB, me encuentras en "Endika Zubimendi", ya sabes, cosas mías....
Excelente imagen y edicion, un abrazo.
ResponderEliminarQuien se va a fijar en los semáforos teniendo encima ese cielo.
ResponderEliminarhttp://fernanfotos.blogspot.com.es
Impresionante cielo, impresionante vacío de una ciudad llena de todo.
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