El fotógrafo ya ha estado aquí en otras ocasiones. Tal vez por eso hoy puede entregarse a la tarea de fotografiar sin que la novedad del lugar le distraiga y sin que la necesidad de representarlo le condicione.
Se aplica pues a una disección selectiva del espacio que le rodea y obtiene algunas muestras, no demasiadas ni demasiado interesantes, pero suficientes para apartar de su mente cierta revelación que se le impone con la insolencia de lo evidente cuando, en un momento de desdoblamiento, se ve a si mismo recortando la realidad en pedacitos rectangulares, descuartizándola, llevado por la ingenua convicción de que algunas de esas partes tendrán un valor no originado en el todo al que pertenecen sino producto de su propia destreza para identificar determinadas combinaciones de elementos que, de acuerdo a un código compartido, podrían considerarse válidas o incluso valiosas. Esta idea, claro está, no aparece verbalizada en su cabeza de este modo, sino bajo la forma de un agudo sentimiento de ridículo que le resulta imposible soslayar durante los interminables segundos que dura la angustia del conocimiento.
Sin embargo, cuando más tarde el fotógrafo extiende los recortes en la pantalla del ordenador y comprueba que algunos sobresalen por encima del resto, observa cómo comienzan a establecerse inesperados nexos entre ellos, recombinándose hasta dar lugar a una nueva continuidad que deja en evidencia la falacia de la fragmentación que el fotógrafo descuartizador trataba de imponer. Esto le alivia sobremanera pues comprende que su absurda labor es al menos perfectamente inocua. Tampoco su ignorancia acerca de las leyes que rigen esta nueva articulación de lo real le incomoda en exceso. Por el contrario, se congratula de que para la interpretación de estos fenómenos ya estén lo gurús del arte y los analistas políticos.
Se aplica pues a una disección selectiva del espacio que le rodea y obtiene algunas muestras, no demasiadas ni demasiado interesantes, pero suficientes para apartar de su mente cierta revelación que se le impone con la insolencia de lo evidente cuando, en un momento de desdoblamiento, se ve a si mismo recortando la realidad en pedacitos rectangulares, descuartizándola, llevado por la ingenua convicción de que algunas de esas partes tendrán un valor no originado en el todo al que pertenecen sino producto de su propia destreza para identificar determinadas combinaciones de elementos que, de acuerdo a un código compartido, podrían considerarse válidas o incluso valiosas. Esta idea, claro está, no aparece verbalizada en su cabeza de este modo, sino bajo la forma de un agudo sentimiento de ridículo que le resulta imposible soslayar durante los interminables segundos que dura la angustia del conocimiento.
Sin embargo, cuando más tarde el fotógrafo extiende los recortes en la pantalla del ordenador y comprueba que algunos sobresalen por encima del resto, observa cómo comienzan a establecerse inesperados nexos entre ellos, recombinándose hasta dar lugar a una nueva continuidad que deja en evidencia la falacia de la fragmentación que el fotógrafo descuartizador trataba de imponer. Esto le alivia sobremanera pues comprende que su absurda labor es al menos perfectamente inocua. Tampoco su ignorancia acerca de las leyes que rigen esta nueva articulación de lo real le incomoda en exceso. Por el contrario, se congratula de que para la interpretación de estos fenómenos ya estén lo gurús del arte y los analistas políticos.
Hoy, tras lo que te he leído, y tus capturas... me limito a sentir...
ResponderEliminarY siento punzadas, aristas, y un anclaje, que sin fronteras y en la última captura... me da una clave de sol frente a un infinito mar abierto...
Que nadie se permita ponerle alas a la creación... y sigamos haciendo que nuestro espacio sea único, como el tuyo... y allá normas, y condicionamientos politico-quién sabe qué.
Besos, Xuan.
Clave de sol...tal vez haya un sentido musical que sin saberlo nosotros nos guía.
EliminarHay momentos en los que el fotógrafo, se plantea tal vez unos segundos antes de apretar el disparador, el modo de eternizar una realidad, que como tal no pueda divisarse desde ningún punto de vista. Hay ocasiones en las que el fotógrafo se siente un ente creador al margen de todo lo creado y es entonces cuando atina, no ya a subvertir la realidad, sino a crear la suya propia, aquella que solo él ha visto o sentido desde esos rincones ocultos de la mente y el corazón y que por lo tanto la va a hacer irrepetible.
ResponderEliminarHay momentos... en los que el fotógrafo, atina de lleno en la diana y expresa aquella visión personal que le hace único.
Buen trabajo XuanRata, muy buen trabajo. Enhorabuena
La creatividad es un instinto, y sin duda uno de los más útiles para nuestra supervivencia. Intelectualizarlo es una forma de castrarlo. Sin embargo, no podemos evitar preguntarnos por su origen y por su funcionamiento. También este es otro instinto. Deberíamos ser capaces de cultivar ambos y hacerlos compatibles según convenga.
EliminarSi ya me parece difícil un díptico, no te digo ya un tríptico y este está muy bien resuelto. Enhorabuena
ResponderEliminarPues a mi me parece más fácil el tríptico que el díptico, a lo mejor porque subyace en él esta estructura conocida de planteamiento, nudo y desenlace y no podemos dejar de narrar nunca.
EliminarUna composicion espectacular, amigo... Buen trabajo este que nos brindas
ResponderEliminarGracias, compañero. Un saludo.
Eliminar
ResponderEliminarPues a mí me encantas como analista...
La multiplicidad de combinaciones del todo, que lo hace infinito, nace del valor de las partes fragmentadas cuando se individualizan lo suficiente como para proponer nuevas formas, tan valiosas unas como otras. Tal vez abrirnos a nuevas formas de combinarnos nos ayudaría a encontrar la salida de este atolladero en que convertimos al mundo.
Sin esa ilusión tuya no habría nacido esta bella y profunda entrada, para nada ridícula.
Besos
Siempre buscar nuevas formas, aunque no sean nuevas, aunque otros las hayan encontrado antes. Ser conscientes de ello puede ayudar a no caer demasiado en el ridículo.
EliminarLos fragmentos siempre forman parte de un todo infinito del que cada uno puede tomar su propia porción.
ResponderEliminarMe gustan las que tu has tomado y como lo has hecho.
Un abrazo, XuanRata.
Me gusta esa manera de ver el todo como un queso infinito y bien curado.
Eliminar¿Pero no es acaso una obligación del artista aportar una visión subjetiva de la realidad, aunque para ello deba fragmentar y recomponer?
ResponderEliminarMe encanta este tríptico, cuyos segmentos comparten una coherencia umbilical.
Un abrazo, Xuan.
Fragmentar y recomponer seguramente es la única manera. El todo nos viene grande.
EliminarA veces la realidad es un puzle de retazos. Lo malo es cuando falta algún fragmento. O lo bueno.
ResponderEliminarPuede ser que buscar ese fragmento sea una manera de completarnos
EliminarExcelente triptico, la edicion es estupenda, como tambien lo es el título y la reflexión,saludos.
ResponderEliminarGracias, Jesús. Título, reflexión, edición, también son fragmentos que tratan de recomponerse.
EliminarUn saludo.
Tú eliges las palabras y las ordenas para formar una narrativa.
ResponderEliminarNosotros leemos.
Y me parece estupendo, ya que como autor esa licencia te viene implícita.
Todo lo demás está muy bien para justificar, (léase explicar), el fruto de tu autoría.
Yo me quedo con tu narrativa visual.
Y si me apuras, con cada retazo de la misma.
Ya que cada uno de por sí, contiene ricos, atractivos y bien elaborados elementos del lenguaje visual capaces de llenar páginas y páginas de sensaciones, evocaciones o reflexiones.
Un abrazo.
Está claro que la fotográfía es una lenguaje plenamente autónomo, por eso, entre otras cosas, nos apasiona. Y por eso lejos de hacernos enmudecer nos invita a hablar, aunque todo lo que digamos al respecto sea perfectamente prescindible. Son esas contradicciones que nos acompañan.
EliminarJe, je, no sabes como he entendido esta entrada. Ir a un sitio donde has ido mil veces e intentar con calma ver cosas nuevas, y las encuentras. Después el maravilloso trabajo, lo más difícil quizás, de encontrar cohesiones entre diferentes elementos, realizar un maravilloso tríptico como el que nos muestras. Innovando además porque creo que no te había visto ninguna foto de este tipo por aquí, buscando nuevos caminos, me parece magnífico el avanzar siempre. Me gusta especialmente la foto del centro que creo que merece una entrada por si sola. Quizás el peso del tríptico se me vaya al lado izquierdo por que el agua de la barca rellena completamente el espacio y el cielo de la derecha no acaba de hacerlo. No se. Un abrazo.
ResponderEliminarÉn este tríptico he querido jugar con la relación especular entre la primera foto y la última, y también con las líneas verticales que son protagonistas en las tres imágenes. La foto central es la visagra y el umbral o la cortina entre las otras dos. También agua, tierra y aire están presentes en cada uno como materia de fondo. En cuanto al peso visual puede que tengas razón y no esté del todo equilibrado. Seguiremos trabajando en ello... ;-)
EliminarA mí me encantan los trípticos, dípticos y distintas combinaciones de fotografías, es una manera diferente de contar historias y de enlazarlas a través de ellas, y en este caso lo has logrado de manera magistral, a pesar de los problemas y dudas que comentas en la introducción.
ResponderEliminarEnhorabuena.
Feliz semana.
Pues si, es algo parecido a esas series numéricas en las que la relación entre los elementos se encuentra en un segundo nivel.
EliminarGracias, Enrique.
Muy bien elegidas esas tres imágenes para formar ese excelente tríptico. la edición en ByN le va de maravilla.
ResponderEliminarBesos
El ByN facilita estas agrupaciones porque ya de por si es una forma peculiar de comunicar. En este caso además era una manera de mostrar el viaje desde la sombra hasta la luz a través de las tres fotos. Gracias.
EliminarUno se acerca a las cosas y a estas, como reconociéndote, les da por hacer y suceder, por jugar, por insistir en su absoluta y misteriosa inaprensibilidad. Y ahí están luego los niños de todas las edades, preguntando con sus cámaras por si alguien -o todo- les puede dar razón. Un placer de fotografías (por cierta, parece que el reflejo en el agua esté intentando dibujar el tronco clavado en la arena).
ResponderEliminarAsí es, Josep: el reflejo en la sombra del agua se construye después en el aire como una forma que solo en apariencia parece más dura y duradera.
EliminarUn abrazo
Me encantan estos trípticos, muy bien elegidas las fotos.
ResponderEliminarLa elección clave fue en el momento de captarlas, después ellas solas se dieron la mano aunque tardaron algún tiempo en hacerlo. Me gusta dejar pasar meses, años incluso, antes de publicar algunas fotos.
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