Como en mitad de un bosque: así se siente el fotógrafo entre los cascotes y grafitis de la vieja nave pues tienen la consistencia de lo natural, de lo que crece y se reproduce según sus propias leyes. Estudia el lugar a conciencia mientras con la cámara va tomando apuntes: sus dimensiones, la dirección de la luz, la geometría de las sombras, las paredes que servirán de fondo… Imagina enseguida dónde habrán de situarse los protagonistas de la sesión y mentalmente los agrupa, los distribuye. Así, esta construcción abandonada, cuya ruina va desnudando su estructura íntima en un proceso inverso al de su edificación, pero igualmente admirable, no menos metódico y mucho más inexorable, se va poblando de presencias que llegan de un porvenir cercano que el fotógrafo convoca.
De su primer uso industrial tan solo le quedan al edificio esos espacios grandilocuentes que con el paso de los años habrían de ser divididos en pequeños habitáculos por moradores que dejaron tras de si una galaxia desvencijada de muelles y listones. Siguiendo ese mismo curso temporal la mirada del fotógrafo va descendiendo poco a poco del continente a la minucia. Encuentra entonces calcetines desparejados, facturas que ya nunca llegarán a ser pagadas y juguetes que no hallaron un resquicio en el atestado maletero. Dentro del cascarón de cemento estos objetos chisporrotean como la memoria de una civilización lanzada al espacio. El fotógrafo se pregunta si habrá alguna manera de utilizar esta galería de recuerdos en su próximo proyecto. Si los fantasmas del pasado y del futuro serán capaces de entenderse.
De su primer uso industrial tan solo le quedan al edificio esos espacios grandilocuentes que con el paso de los años habrían de ser divididos en pequeños habitáculos por moradores que dejaron tras de si una galaxia desvencijada de muelles y listones. Siguiendo ese mismo curso temporal la mirada del fotógrafo va descendiendo poco a poco del continente a la minucia. Encuentra entonces calcetines desparejados, facturas que ya nunca llegarán a ser pagadas y juguetes que no hallaron un resquicio en el atestado maletero. Dentro del cascarón de cemento estos objetos chisporrotean como la memoria de una civilización lanzada al espacio. El fotógrafo se pregunta si habrá alguna manera de utilizar esta galería de recuerdos en su próximo proyecto. Si los fantasmas del pasado y del futuro serán capaces de entenderse.
Es la historia de la decadencia, de la pérdida, del deterioro, puestos al servicio de la creatividad del artista, fotógrafo o no. El pasado y sus secuelas transformadas en arte. ¡Quién se lo iba a decir a sus antiguos moradores!
ResponderEliminarCreo que tus fotos con sus narraciones merecerían una recopilación en forma de libro o algo así.
Enhorabuena y un abrazo.
Más que transformar el pasado en arte, pienso que hay arte allí donde hay transformación ¿y donde no la hay?
EliminarUn abrazo.
...cuya ruina va desnudando su estructura íntima...
ResponderEliminarMe gusta esa frase, su profundidad, su contundencia, su vitalidad aún hablando de la decadencia. Que es para mí la idea central de esta entrada: la vida que hay en esa decadencia, incluso en la propia muerte.
Besos
Es así como un edificio se va convirtiendo en paisaje. Y este de las fotos especialmente ya que se encuentra al borde casi de un acantilado que parece llamarlo, cada vez con mayor insistencia.
EliminarBesos
En los lugares abandonados pasado y presente se funden creando un conjunto único, con una belleza insólita que de otra forma no sería posible. A mí me encantan como motivo fotográfico, otra cosa son las distintas lecturas que puedas hacer de ellos y el tema de la salubridad pública.
ResponderEliminarCreo que esos fantasmas tienen que entenderse, no les queda otra, salvo que lleguen las excavadoras.
Feliz semana.
Estos lugares del pasado adquieren con su ruina un presente nuevo, una segunda oportunidad. De boca para afuera reclamamos su restauración o su demolición según los casos, pero en el fondo los sentimos como un jardín privado donde sacamos a pasear a nuestros fantasmas.
EliminarInstantes que encuadras y llevan el aroma presente de la obsolescencia.
ResponderEliminarEl futuro no sé qué será capaz de entender de nuestra auto-destrucción permanente pese a los aullidos de que el planeta nos lleva años avisando de que nada es perenne...
Y pese a todo, dentro de esa decadencia, se lee belleza, inocencia, y signos de revolución, de cambio y que tras bajar escalones, podamos con paso firme, tal vez ir encontrando soluciones ¿?
Besos, Xuan.
Me encantó esta trilogía.
Este edificio era la casa de máquinas y el final de una linea de teleférico que transportaba la escoria procedente de los altos hornos de de Avilés para ser vertidos directamente al mar. Hoy cuesta trabajo imaginarlo. Algo hemos avanzado desde entonces. Ahora buscamos nuevas maneras de ocultar esas escorias.
EliminarBesos
Esta claro que este tipo de fotografías en formato de tríptico se han convertido ya en una serie en toda regla. Además con una variedad temática increíble. A mi me encanta la fotografía de espacios abandonados. Urbex creo que la llaman. Aunque la he practicado muy poco porque no es sencillo encontrar lugares donde practicarla y el ermetismos de los especialistas a veces es notable. Me ha extrañado que en la tercera incluyas una persona que probablemente eres tu mismo. Con el texto todo gana sentido y queda justificada la inclusión de la persona, pero, no se, a mi quizás en el tríptico situado en una punta igual me desequilibra. Quizás las diagonales de las dos primeras fotos me expulsan hacia la parte inferior, y luego la persona me descoloca.
ResponderEliminarEs terrible, la confianza que he cogido en este tu lugar hace que me atreva a comentarte cosas que igual no me gustan tanto de tus fotos cuando todas tus entradas, en su conjunto, foto y texto son obras maestras. En fin, me sabrás perdonar.
La verdad es que tampoco a mi termina de convencerme del todo esa última imagen. Tuve muchas dudas entre varias candidatas. La presencia de la figura humana es demasiado poderosa, tienes razón. Tal vez con una exposición más larga que la hubiera difuminado...no se. En estos trípticos pretendo combinar imágenes de un mismo lugar pero muy diferentes entre sí para forzar una tensión entre ellas que produzca algun tipo de chispa. El reto no es fácil. Seguiremos practicando. Por cierto, el protagonista tanto de la foto como del texto, no soy yo sino un buen amigo y aficionado como yo a la fotografía.
EliminarPor lo demás me enfadaría si no me comentases todo lo que se te ocurra. De las críticas fundadas es de donde más se aprende, los dos lo sabemos.
Un abrazo.
Es impresionante el tríptico, como Carlos opino que son las imágenes de la decadencia, Un abrazo
ResponderEliminarConvivir con la decadencia, apreciar su belleza, es un ejercicio no solo fotografico sino vital. ¿Cómo si no podríamos envejecer sin desmoronarnos?
EliminarEfectivamente: nos movemos en un mismo universo fotográfico que las casualidades dejan aflorar de vez en cuando. Muchas gracias Xuan.
ResponderEliminarComo vetas que se cruzan en el interior de una montaña.
EliminarUn abrazo.
Las ruinas tienen su propia belleza. Muchas veces no hace falta buscarla porque salta a la vista detrás de cualquier fealdad.
ResponderEliminarSalu2
Basta dedicar un poco de atención. La luz, como siempre, hace el resto.
EliminarQué bien describes las sensaciones que nos producen esos lugares abandonados.
ResponderEliminar... y qué buenas imágenes has conjugado para mostrarlo.
Gran trabajo, XuanRata.
Un abrazo.
Son sensaciones diversas. Una de ellas es la de estar sorprendiendo una intimidad, como si sus ocupantes estuvieran a punto de regresar de un momento a otro. Otra es la de un peligro inconcreto, tal vez motivada por el precario equilibrio en que todo parece encontrarse. En definitiva, esa sensación de intruso que a menudo acompaña al fotógrafo
EliminarImpresionante lugar. Todo una galeria urbana.
ResponderEliminarUn abrazo, Xuan.
Una galería sin galeristas ni marchantes.
EliminarUn abrazo.
El tiempo es un diseñador de reconocido prestigio. Su estilo es incuestionable.
ResponderEliminarY su experiencia también.
EliminarMuy bueno. Un díptico es difícil. Un tríptico ya es de nota
ResponderEliminarEl díptico funciona bien dentro de una misma imagen con dos partes bien diferenciadas. El tríptico también tiene mucha tradición en el arte visual. Es un reto estimulante.
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