Cuántas cuentas cuentas,
cuántos años sumas restas,
ábaco o rosario, nunca
salen las cuentas o salen
y calle abajo ruedan,
plegaria de risas,
carrera sin cálculo.
Cuántos años cantas,
cuántos dientes te faltan
por salir o por caer.
Por los andamios del tiempo
cuento cuentos sin cuento,
subo, bajo, rajo,
revoco desencantos
y cuando nadie mira
me siento a destajo,
vago innumerable, recóndito
pájaro, pájaro de cuenta
que por ti canta,
vuela
y se decanta.
Me encanta cómo traes el juego a tus palabras, sumergiéndote y revolcándote, nadando en ellas, como el niño de la foto tras el andamio (qué bonitas las uniones del andamio).
ResponderEliminarY, además, me voy contenta, liviana (siempre que no cuente cuántos años tengo, jajaja).
Besos divertidos
Así es, Alís, revolcarme en las palabras es un placer al que no me resisto, pero daría toda mi capacidad verbal, que tampoco es tanta, por ser capaz de la entrega al juego sin límites de ese niño entre las bolas.
EliminarPrecioso ese texto en el que respiran tantas y tantas emociones. Enhorabuena. Un abrazo
ResponderEliminarEl tiempo pasa sin pausa, pero no siempre somos conscientes de ese paso, al contrario, me parece una cuenta difícil de llevar. Cuántas veces nos seguimos comportando como niños, en el buen sentido y en el menos bueno…
EliminarMaravilla de texto e imagen
ResponderEliminarGracias, Joaquín. La calle no deja de sorprenderme, nunca
EliminarQue linda imagen, se le ve tan feliz (yo también lo estaría en la piscina de bolas) 🙂 saludos
ResponderEliminarAunque la imagen de fondo sea un mural publicitario de una conocida cadena de jugueterías, estoy seguro de que la felicidad de ese niño es real, y se contagia.
EliminarQue fotografia tan tierna, me encanta, al igual que el texto. Un abrazo
ResponderEliminarUn andamio es una estructura en la que no es fácil encontrar algo tan sutil como la ternura y sin embargo esas esferas tiene algo de infantil, parecen hechas para una manipulación temprana, para el descubrimiento de las formas, en definitiva para los descubrimientos felices.
EliminarMe encanta como has jugado con las bolas del andamio que con ese amarillo tan vivo crean un juego de planos magnífico, la composición es muy acertada. Con ese triangulo visual que crean las bolas, y la mirada del niño (que entiendo que no es físico, es un panel publicitario) que de alguna manera mira a la bola princiapl más grande. En fin, muy buena, y el poema me encanta!!!.
ResponderEliminarHay algo de juego de billar, de carambola, o al menos eso me pareció cuando encontré estas bolas amarillas situadas en diferentes planos no solo espaciales sino también temporales y como dispuestas a intercambiar sus posiciones. Solo había que apuntar y darles con el taco la fuerza justa.
EliminarNormalmente me suelen gustar más las imagenes que las palabras. En este caso tengo que felicitarte por el texto. Magnifico!!! Un abrazo, Xuan.
ResponderEliminarGracias, Jordi. Tengo la impresión de que imágen y palabra salen del mismo lugar, se separan por un instante y vuelven a juntarse de nuevo.
EliminarCuánta alegría en el rostro de ese niño.
ResponderEliminarSigue contándonos cosas como esta, XuanRata.
Un abrazo.
Lo intentaré, Emiliano, supongo que todo es una cuestión de disposición de ánimo,aliñada de un poco de voluntad.
EliminarMe gusta el cuento de cuentas, cuentas y menos mal que lo contamos. En la foto se aprecian muy bien los planos definidos por las líneas de los andamios, que si no me creo lo de la jaula de bolas. Bien visto!¡!
ResponderEliminarHay obras que se eternizan y andamios que se convierten casi, casi en parte de nuestra anatomía.
EliminarBesos
Un retrato precioso, envuelto en unos colores espectaculares
ResponderEliminarMuy buen trabajo, amigo
Más bien el retrato de un retrato: la fotografia es parte esencial de la piel de nuestras ciudades, un elemento que nos interpela constantemente.
EliminarQué bien has compuesto la imagen, aislandola del resto superfluo y el texto, un genial cuenta cuentos que cuenta siempre algo interesante y sin calculadora, jajajaja.
ResponderEliminarEnhorabuena, José Manuel, es un placer visitarte cada semana.
Un abrazo.
Así es, he optado por aislarla todo lo posible precisamente para acentuar el efecto de fusión entre la imagen del niño y las uniones del andamio.
EliminarUn abrazo
Maravillosa unión de fotografía y texto.
ResponderEliminarUn saludo
Gracias, la palabra es antes que nada imagen, y las imágenes nos hablan. No es raro que se crucen sus caminos.
EliminarTú eres ese niño, pero en vez de jugar con bolas de colores, juegas a colorear palabras.
ResponderEliminarUn abrazo.
Puede que tengas razón, Manel: seguimos coloreando uno de aquellos viejos cuadernos.
EliminarUna delicia casi tan grande como esa sonrisa.
ResponderEliminarAy, pero ese casi es enorme, inalcanzable ...
EliminarEntre esas cuentas la vida baila, querido Xuan. Ni se te ocurra resistirte a las palabras, no te lo perdonaríamos ni yo ni el placer de leerlas.
ResponderEliminarlas palabras van y vienen, yo soy la cuenta en sus manos.
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