Hawai, California, Australia, Nazaré... Decenas de veces me he soñado sobre una tabla, piernas ligeramente flexionadas, brazos extendidos y acariciando con la punta de los dedos la pared marina que se va cerrando sobre mi cabeza, mientras el tiempo es una madeja de energía que se devana y me envuelve en el interior de un capullo que se adensa hasta romperse en una eclosión de espuma, agua y sal de la que emerjo y despierto con el pelo empapado, recién nacido.
martes, 9 de abril de 2019
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Entonces hay que encontrar esa ola... y renacer tantas veces como apetezca
ResponderEliminarHermosa ola interior esa fotografía
:)
Encontrar la ola es sincronizarse con ella, encaramarse al instante. Por cierto, qué bonita palabra esta de encaramarse...
Eliminar¡Cómo cambia la mirada! No hubiese visto la ola sin haber leído tu texto y ahora me cuesta dejar de verla. Una vez más, el lenguaje generando realidades...
ResponderEliminarOs llegó tarde el invierno, ¿eh?
Besos
Este año hemos tenido invierno a principios de otoño y de primavera. En la estación propiamente dicha todo fue expectativa y en eso se nos pasó. Las estaciones, cada vez más, son otra convención que habrá que reconsiderar.
EliminarDe entrada si que no Veo la ola,pero mirandola otra vez.... Bien vista, Xuan.
ResponderEliminarUn abrazo.
Yo en cambio no he podido dejar de verla desde el mismo momento en que la encontré. Tal vez por eso di con ella, porque ya la llevaba en la retina. Vivir junto al mar tiene estas cosas.
EliminarNo asusta tanto la idea de quedar envueltos cuando tenemos la certeza del nacimiento. O del renacimiento.
ResponderEliminarUn abrazo.
La idea de renacer implica la idea de ciclo y nada más cíclico que las olas. Ser parte de ellas es participar de ese tiempo que vuelve siempre igual pero nunca del todo.
EliminarUn abrazo
Vaya nevazo. Curiosa comparación. No se me hubiera ocurrido en la vida.
ResponderEliminarLa nieve y el invierno resaltan las formas puras, que son unas pocas en la naturaleza pero con infinitas combinaciones.
EliminarTus fotos son fabulosas, impactan, Xuan. Y la historia le va como un guante, porque, además, escribes de lujo.
ResponderEliminarNo se si esta foto es impactante, pero lo cierto es que la nieve es una oportunidad única para la simplificación y facilita enormemente la tarea de fotografiar. Imposible resistirse a sus propuestas.
EliminarComo siempre haciendo encaje de bolillos con foto y texto. Me he sentido sumergida en esa ola de palabras e imágenes.
ResponderEliminarAsí como esta imagen congela la ola he intentado que la palabra sea dinámica y tenga algo de esa corriente continua y trifásica de la ola.
EliminarMe maravilla como sabes encontrar el texto ideal ante un bella foto. Nos haces sentir todo lo que te ha venido de tu cabeza en el momento de capturarla.
ResponderEliminarVeo que compartimos inquietudes. También me gusta perderme en esos claustros de los conventos, a través de ellos podemos apreciar el modo de vida de aquellos tiempos.
Gracias por tu visita y comentario.
Besos
A lo mejor es forzar demasiado el símil, pero también el claustro de un monasterio es un tubo que atravesamos maravillados y cuando salimos de él no somos exactamente los mismos. Supongo que por algo el claustro materno se llama como se llama.
EliminarImpresionante escena invernal... Maravillosa
ResponderEliminarEn estas latitudes la nieve tiene algo de excepcional y eso juega a su favor y a favor de la mirada. La nieve para el paseante es aventura y poesía. Fotografiarla es jugar con ventaja.
EliminarUn abrazo
En principio pense que esa nieve iba a salir despedida como si esas ramas que la sostiene fuesen catapultas.
ResponderEliminarLuego al leer tu texto, la cosa cambia, por supuesto, pero bueno, será cuestión de darle tiempo y que se funda, cualquier día de estos llega al rio, al mar y luego ... ya veremos.
Un abrazo, XuanRata.
Cuánta razón tienes, Emiliano, entre esta ola y aquella hay una continuidad física también: somos nosotros los que separamos la realidad para poder manejarla.
EliminarUn abrazo
Olas distintas rompiendo en playas de silencio (tal vez los peces sean instantes de noche y hielo). Un placer contemplar y otro placer leer. Se agradece.
ResponderEliminarEs cierto, la nieve en la noche tiene algo de paisaje abisal con ese resplandor fosforecente: un océano sumido en su propia ensoñación.
EliminarGracias, Josep, tus lecturas siempre van un paso más allá.
Me encanta el ambiente invernal que has reflejado en tu foto, y si encima te llevas la foto al verano de las olas de surf la genialidad queda redonda. Esa ola se puede tocar con la punta de los dedos, es tangible. Pero lo que más me gusta de la foto es el cielo, esa luz limpia del cielo, como se cuela un resquicio de luz en la parte superior que le da magia a tu foto. Un abrazo.
ResponderEliminarEse detalle del cielo también es importante para mí, de hecho podría haberlo cortado para centrar más la atención en la ola helada, pero no lo hice porque de algún modo precisamente de ese resquicio luminoso nace el blanco y se vierte.
EliminarOtro abrazo de vuelta.